Escape

Capítulo 31

Hell se dio cuenta de que era una trampa cuando le dieron ganas de quedarse allí también. Desde que entró, lo que más quería era salir, y cuando se dijo a sí misma "¿y si nos quedamos?" supo que le estaban haciendo algo. Ella jamás sería capaz de quedarse allí.

Lo que no llegaba a entender era como habían conseguido que Alec no se acordará de su nombre. Era como si por un momento se hubiera olvidado de todo. Hell se quitó la chaqueta y la dejó con cuidado sobre el sofá para no romper el frasco de veneno. Vio que Alec no sabía exactamente que hacer después de que dejase la bolsa.

–¿Recuerdas algo?

–Lo voy recordando. Lo que no sé escomo lo he olvidado.

–Puede que a través de las ondas sonoras de la música. Había algo raro en el ambiente.

–¿Quieres decir que la canción era una canción hipnótica?

–No. Digo que pusieron unas ondas sonoras hipnóticas y las camuflaron con la canción que sonaba para que no fuera tan evidente.

–Empiezo a pensar que está gente tiene planes mayores para nosotros.

–No lo descarto. ¿Crees que te acuerdas lo suficiente para hacer la cena?

–Pues claro.– Alec se rió.

En realidad, Alec no sabía que le había dolido mas: no acordarse del nombre de Hell o haber intentado besarla y que ella se hubiera echado hacia atrás. Ni siquiera sabía por qué había intentado besarla, pero le hubiera encantado.

Después de cenar, mientras Alec lo recogía todo, Hell se había sentado en la cama y había empezado a hacer esquemas de todo lo que habían pasado, cual serían los posibles resultados finales, sobre qué les esperaba en las siguientes salas o cuanto les faltaría para salir.

Alec se acercó a ella después de haber acabado de recoger y se sentó detrás de ella observando sus notas por encima del hombro.

–¿Has llegado a alguna conclusión?– Le preguntó Alec al cabo de un rato.

–Qué el juego no tiene sentido.

–¿No lo sabías ya?

–Me encantaría saber si el resto de las torres son iguales.

–Veo que has hecho un esquema de la torre, pero, ¿por qué no tiene fin?– Preguntó al ver el dibujo.

–Porque no sé cuanto tiempo vamos a tardar hasta llegar a la última sala.

–A lo mejor mañana cuando se abran las puertas salimos a la calle.– Hell se rió.

–Soñar es muy bonito.

–No tiene por qué ser solo un sueño.– Dijo Alec cerrando la torre justo por debajo de la sala en la que se supone que estaban.

Hell se río, después giró la cabeza para mirar a su compañero a la cara y fue como si con la mirada le dijera algo como "ojalá tengas razón". Alec por su parte sonrió un poco y después se acercó para volver a intentar besar a Hell, pero está vez, siendo plenamente consciente. Aunque el resultado fue igual y Hell le rechazó con una risa nerviosa.

–¿Enserio?– Hell le miró.

–¿Qué?

–Estabas intentando besarme.

–No. Que va.– Alec se río nervioso.

–¿Entonces que intentaba? ¿Darme un cabezazo?– Ambos se quedaron callados por un momento.

–Tal vez intentaba besarte.

–¿Es que se te ha ido completamente la olla?– Hell se levantó y Alec la siguió con la mirada.– ¿Te crees que me gustaría besarte? O... ¿o a cualquier otro chico de Élite? Porque créeme si te digo que yo... yo...– Alec asintió al ver tan nerviosa a Hell.– Yo nunca te besaría. Nunca. Nunca...

–¿Nunca?

–Nunca.

–Está bien. Vale, si.– Dijo Alec levantándose y poniéndose frente a Hell.– Yo tampoco te voy a besar.

Dicho eso, Alec se quitó la camiseta y se quedó mirando a Hell. Ella por su parte se quedó completamente petrificada. No sabía como reaccionar ante aquello y entonces ella también se quitó la camiseta. Ninguno reaccionó por el momento, Hell levantó la cabeza seriamente y Alec sonrió medianamente.

–¿Eres consciente de que nos está viendo todo Seattle?– Dijo Alec mientras Hell se acercaba poco a poco.

–Por supuesto. Y también soy consciente de que todas las chicas de Seattle se van a morir de la envidia. Y el que no quiera mirar, que no mire.