Capítulo 33

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Evan estaba hecho un desastre. Tenía la camiseta rasgada por algo parecido a unas garras y el pecho vendados por debajo. Estaba sudando completamente y tenía la cara llena de pequeñas heridas. Seguía tirado en el suelo intentando recuperarse un poco cuando Hell se agachó frente a él.

–¿Estas bien?– Evan negó lentamente con la cabeza.

–Lo que ha pasado ahí dentro ha sido un maldito infierno.

–¿Donde está Angy?– Le preguntó Alec cuando se dio cuenta de que no estaba allí.

–Si os lo digo jamás me creeríais.

–Nosotros también hemos jugado, ¿recuerdas?

–¿Enserio? Porque no parece que os haya atacado un león que llevaba sin comer dos días.

–¿Qué?

Evan quería contarles todo lo que había pasado, desahogarse con alguien que había pasado por casi lo mismo que él, pero entonces llegaron cuatro furgonetas negras. Dos de ellas se quedaron frente a las torres de las que no había salido nadie y unos cuatro hombres entraron en ellas. Las otras dos se detuvieron junto a Alec, Hell y Evan. La diferencia era que de una de ellas salieron Klar Tresller y un montón de cámaras que se acercaron a Alec y Hell. Ella se vio obligada a levantarse y a dejar a Evan en el suelo mientras otros hombres venían a por él.

–¡Damas y caballeros!– Dijo Klar hacia las cámaras cuando llegó hasta los chicos.– Les presentó a nuestros ganadores de Escape, esto...

–Alec y Hell.– Dijo Hell molesta.

–¡Alec y Hell!– Escucharon rugir a la afición por unos altavoces que había en la fuente.– Dentro de unos momentos les ofreceremos todo acerca de esta increíble pareja desde el estadio de Seattle. ¡No se vayan!

En cuanto las cámaras dejaron de grabar la falsa e irritante sonrisa de Klar desapareció y ambos vieron a un hombre mayor con demasiada purpurina y operaciones de más.

–Muy bien, voy a explicaros lo que va a pasar ahora: vamos a ir al estadio, os van a preparar para que parezcáis de nuevo personas normales o... bueno, harán lo que puedan.– Les miró de arriba abajo.– Y después vais a salir a escena con vuestra mejor sonrisa como ganadores del juego y vais a responder a todas las preguntas, ¿queda claro?

–En realidad...– Comenzó Alec, pero Klar le interrumpió.

–¡Genial! Y ahora vámonos.

Un par de hombres hicieron caminar a Alec y a Hell hacia el coche, pero ella se detuvo un momento al ver que Evan les miraba mientras iba en dirección a otra furgoneta.

–¿Qué le va a pasar a él? ¿Y al resto de los jugadores?

–Querida, han perdido.– Dijo Klar.– Y tú has ganado. Eres la ganadora, superior a ellos. Olvídalos.

–Pero...

–Tenemos diez minutos para llegar al estadio prepararos y entrar en directo para casi todo el país. Así que vámonos.

Los hombres volvieron a empujar a los chicos y después les hicieron entrar en la furgoneta.

Era cierto que ambos habían ganado, pero ninguno se sentía como un ganador. Tardaron menos de lo que esperaban en llegar y una vez en el estadio les separaron por primera vez desde que llegaron a Escape y les prepararon para la entrevista.

Ninguno se había dado cuenta de lo heridos que estaban. Su ropa estaba rota, tenían heridas y moratones por todo el cuerpo y ambos se habían dado cuenta de que no se lo habían dicho mutuamente. Curaron a Hell todas las heridas que se le veían, la maquillaron, la peinaron y le pusieron un vestido rojo de encaje de flores.

Ella nunca se habría puesto voluntariamente un vestido así, y mucho menos unos tacones. Cuando estuvo lista, la llevaron hasta los bastidores del estadio donde Alec le estaba esperando vestido con unos pantalones negros y una camisa blanca. Al verla, Alec se quedó completamente paralizado.

–Estas... estas...

–No lo digas, por favor. Hoy he descubierto que no me gustan los vestidos.

–Lo que tu digas.

–¿Estas nervioso?

–Estoy muerto de miedo.

–Pues ya somos dos.

Ambos esperaron pacientemente hasta que las cámaras se encenderán y cuando Klar les llamó, se cogieron de la mano y salieron al escenario. Era como si fueran las personas más famosas en ese momento, cosa que no le hacia ninguna gracia a Hell, pero entonces, Alec tiró de ella y ambos fueron hasta la zona central.

–Como presentador de este gran concurso, estoy muy orgulloso de dar la enhorabuena y condecorar a estos dos súper campeones, ¡Alec y Hell!

Dicho eso, una mujer entró con un cojín donde llevaba un par de medallas de oro puro, una para cada uno y Klar se las colgó al cuello ante  un ejército de cámaras que no hacían más que mirarles.

–Muy bien, chicos. Y una vez hechos los formalismos, comenzamos la entrevista.– Sonrió picaramente.

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