Capítulo 28

53 5 0
                                    

Hell no dijo nada en toda la noche. Habían decidido no preocuparse por el tiempo, no preocuparse por cuanto tardaran en cada sala, solo les importaba salir, y salir implicaba ganar.

En la sala del punto de control, esta vez si que había dos camas, cosa que  desde fuera parecía mejor, pero había llegado a un punto donde no querían separarse más de lo necesario.

Alec preparó algo de cena, puede que algo más que las últimas veces. Después de estar colgado de un techo, de haber disparado a los que pretendían ser sus amigos y haberse peleado consigo mismo, le había entrado el hambre.

–¿Crees que tenía razón?– Preguntó Hell durante la cena de repente.

–¿Quién y sobre qué?

–El androide. ¿Crees que... aquel era el auténtico nombre de mi madre?

–No lo sé.

–¿Por qué iban a decirme un nombre falso? ¿O por qué decirme el verdadero? No entiendo qué ganan con eso.

–Desconcentrarte y no dejarte pensar en otra cosa que no sea tu madre y esa tal Melissa Coleman, si es que existe alguna mujer que se llame así.

–Saben como hacernos perder tiempo y lo están usando.

–Pues no les des ese lujo.– Hubo un minuto de silencio donde ninguno dijo nada.

–Contéstame a una pregunta: ¿de donde te sacaste lo de que nos colamos en una sala de Élite y leímos los informes esos?

–Era una leyenda urbana de Élite.

–¿Esos informes existen?

–Nadie lo sabe. Era un rumor que corría.

–Y ahora lo sabe todo Seattle. ¡Incluyendo los directores de Élite y Escape!

–No me importa que lo sepan.– Alec miró a una de las cámaras del techo.– ¿Oís eso? ¡Me da igual que lo sepáis! No usareis a nuestros padres como chantaje.

Hell pensó en el nombre que el androide le había dado. Melissa Coleman. Si esa mujer hubiera querido siquiera criar a una hija, ahora mismo ella sería Helena Coleman. Lo terrible de aquella fantasía era que nunca habría conocido a Alec.

Por la mañana siguiente, Hell se había prometido que no volvería a pensar en aquel nombre, pero durante un rato no hacía más que dar vueltas por su mente, no sólo el nombre, sino el momento en el que el androide lo dijo y como después Alec le disparó.

Desayunaron algo sin distraerse mucho y después esperaron a que la puerta se abriera. Fueron medio corriendo hasta la puerta pero hubo un pequeño problema al llegar:

–Esta cerrada.

–¿Lo has intentado bien? Siempre están abiertas.

–Prueba tu, lista.

Alec se hizo a un lado y dejó que Hell intentara abrir la puerta sin éxito.

–Nada. Esta cerrada.

–¿Lo has intentado bien?– Dijo Alec haciéndole burla.

–Ja, ja. Si esta cerrada es porque podemos abrirla con algo que ya tenemos.

–¡Las llaves!– Dijo Alec buscándolas.

–¿No las habíamos usado todas ya?

–Queda una.– Alec la levantó y ambos vieron el símbolo de un copo de nieve en ella.

–No me da buena espina.

–Es lo único que tenemos.

Alec probó a abrir la puerta con la llave. Un vez abierta, ambos supieron por que tenía el copo de nieve. Dentro todo estaba nevado y hacia por lo menos una temperatura de –20°. Al entrar la puerta se cerró de nuevo y está vez la llave no funcionaba para abrirla.

–Genial.– Dijo Hell tiritando.– Encerrados en un congelador.

–La llave no abre ninguna de las puertas.

–Hay que moverse rápido o podríamos morir de hipotermia.

–Vale. ¿Qué buscamos?

–Lo que sea.

–En la pared hay un armario.– Dijo Alec cuando se dio cuenta.– Pero le falta el pomo, y tengo los dedos demasiado fríos como para intentar abrirlo sin el.

–Puede que esté enterrado en la nieve.

–Que bien.

–Vamos, ayúdame a buscar.

Ambos se pusieron de rodillas sobre el suelo nevado y escarbaron con las manos casi azules y los labios parcialmente morados hasta que encontraron algo. Alec había encontrado una caja y al agitarla, escuchó que solo podía ser el pomo. Para abrirla había que mover las piezas de la tapa como un puzle hasta que todo encajara y se abriera.

Alec se encargó de ello sin discutir. Pero mientras Alec intentaba abrir la caja, a Hell se le hacia cada vez más difícil respirar, empezaba a tener muchísimo frío y se le agarrotaba todo el cuerpo. Se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la pared a esperar acurrucado e intentando coger algo de calor.

–Ya está.– Dijo Alec al rato.– Es el pomo, ahora sólo hay que... ¡Hell!

Alec se alarmó al ver a Hell en el suelo inmóvil y con los ojos cerrados. Se acercó a ella olvidándose del pomo e intentó cogerla en brazos o por lo menos abrazarla. Ella abrió los ojos lentamente y miró como Alec la agarraba y le suplicaba que despertara.

–Gracias a Dios que no estas muerta.

–Lo estaré pronto si no salimos de aquí...

–No pienses eso.

–Alec... tienes que abrir el armario.

–Vale, pero pase lo que pase, no te duermas.

–No te prometo nada, pero hazlo rápido.

Una lagrima cayó del ojo de Alec al escuchar aquello, pero hacía tanto frío, que se congelo antes de llegar a la altura de su nariz.

Alec se levantó corriendo hacia el armario de la pared y colocó el pomo torpemente. A él también le empezaba a costar mover las manos. Pero cuando lo abrió encontró una botella de whisky Jack Daniels con la llave para salir dentro.

–Esto es lo que había dentro.– Dijo volviendo con Hell.– Po-podemos vaciarlo y coger la...

Antes de que Alec terminará de hablar, Hell le quitó la botella y le pegó un trago bien largo. Cuando paró, gritó por como le quemaba la garganta.

–¿Pero que haces?

–Bebe.– Le dijo pasándole la botella.– El alcohol ayuda a entrar en calor.

–¿Quieres emborracharte? ¿Ahora?

–Alec estoy a punto de morir de hipotermia. ¡Bebe!

Alec cogió la botella y le pegó un buen trago. Mientras uno bebía, el otro se recuperaba del trago e intentaba no morir de frío. Cuando terminaron de beberse la botella entre los dos, consiguieron sacar la llave, aunque empezaron a notar un poco los efectos del alcohol.

–Vale, ¿crees que puedes levantarte?

–No lo sé. Me duelen las piernas.

–Voy a intentar levantarte, ¿vale?

Hell asintió y se agarró al cuello de Alec. A la cuenta de tres, él la ayudó a levantarse, aunque al principio, ambos estuvieron a punto de caerse al suelo.

Alec arrastró medianamente a Hell hasta la puerta y después se las apañó para abrirla con la llave que había dentro de la botella del whisky sin soltar a Hell y consiguieron salir de allí.

EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora