Capítulo 12

54 6 0
                                        

Hell fue la primera en entrar en la sala, se adelantó a Alec y entró con la espalda recta y la cabeza alta. Podía haber sido una prueba perfectamente, pero ambos sabían que no lo era. Aquella habitación era simplemente diferente.

Era una habitación con un par de camas, una mesa de comedor con dos sillas, un sofá y una cocina pequeña. El baño solo era un par de paredes colocadas estrategicamente para tapar la taza y la ducha. Los más llamativo era el reloj de la pared de la izquierda. No sólo era un reloj, sino que ocupaba toda la pared. A parte de aquel perturbador y controlador detalle, cualquiera hubiera dicho que era un hogar. Tan acogedor que sólo faltaba que unos padres aparecieran y sonrieran ante la llegada de sus hijos a casa.

–Creo que hemos llegado al primer punto de control.– Dijo Hell entrando e intentando apartar la idea de los padres.

–¿Un punto de control?

–Una sala donde no tenemos que hacer nada más que descansar. Tenemos que esperar aquí hasta que mañana la puerta se abra y podamos seguir.

–¿Y cómo sabes eso?

–El reloj funciona, con lo cual sabemos que hora es y en el resto de las salas no había ni rastro de ellos. Nos dan comida y un lugar donde descansar. No es una prueba, pero nos quieren al cien por cien.

–Las ocho.– Dijo Alec poniéndose frente al reloj y se cruzó de brazos.– Es imposible que hayamos tardado tanto.

–No lo es. No sabemos cuanto tiempo pasamos en cada sala, Alec. Para cada persona, el tiempo corre de manera diferente.

–Aún así sigue sin convencerme.

Alec se giró hacia Hell y la vio curándose la herida que le había hecho el cuerno del ciervo en la sala de madera.

–Sólo es un rasguño, no me mires así.

–Ya, lo siento. Voy a  preparar algo de cena.

Alec sabía cocinar, pero nunca lo puso en práctica. Ni siquiera sabía por qué sabía cocinar, pero la cena era de las mejores que habían tomado ambos nunca.

–No sabía que sabías cocinar.– Dijo Hell recogiendo los platos.

–Ya ni yo. Puede que mi padre fuera cocinero y haya heredado algo.– Hell se rió.– A lo mejor cuando salgamos podría abrir un restaurante.

–Si ganamos, ¿lo primero que harías sería abrir un restaurante?

–No, lo primero no.

–¿Y que sería lo primero?– Dijo Hell sentándose en la mesa frente a Alec.

–Puede que formar una familia.– Sonrió.– Ya sabes, encontrar una chica, quererla muchísimo, casarme con ella, y puede que tener hijos.

–Esa vida no es para mí.– Hell sonrió nostálgica y Alec se levantó, un poco desanimado y se puso frente a Hell con los brazos cruzados.

–¿Y tu? ¿Qué hará la gran Hell cuando salga de aquí?

–Largarme de Seattle. No quiero estar en la misma ciudad donde me abandonaron y... me encerraron en un edificio por pura diversión.

–No parece un mal plan.

–Puedes venir si quieres y buscar a tu chica ideal haya donde vaya.

"Haya donde vayas, seguirás siendo mi chica ideal" pensó Alec mientras miraba como Hell sonreía y se paseaba por la habitación. Cuando ambos estuvieron lo suficientemente cansados se tumbaron en las camas, cada uno en una mirando hacia el techo.

–He leído... mucho sobre Escape, ¿sabes?– Dijo Hell mirando al techo.– Diseñan cada torre diferente a las demás, y en el día después de la Subasta, las personalizan para cada par de participantes.

–¿Qué me quieres decir con eso?

–"Culpable"¿Qué he hemos hecho?

–Nada. Somos buena gente.

–Tiene que ver algo con nosotros. Nos acusan de algo. Cada sala tiene que tener un significado.

–¿A sí? ¿Y el ciervo con un solo cuerno que significa para mí?

–No lo sé. Pero esa palabra tiene que significar algo, sino no estaría ahí.

–¿Tu crees?– Bostezó.– Yo creo que voy a dormir un poco. Y tu deberías hacer lo mismo.

–No se si voy a poder pegar ojo.

–Si no lo haces, mañana no vas a poder concentrarte bien.

–Ya, ya, ya...

–Enserio, Hell. Duérmete.– Dijo apagando la luz.

Alec se durmió tan rápido como esperaba, tan rápido como quería. Hell esperó en la oscuridad un buen rato, pensando en lo que les esperaría mañana, si volverían a causarles de algo o les harían algo peor.

EscapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora