Capítulo 46

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Después de toda aquella sobrecarga de información, Hell necesitaba tomar un poco el aire y estar sola.

Al salir por la mañana, vio que el campamento tenía otra vida. Había incluso familias enteras con sus hijos jugando en medio del camino. Pero sobre todo había gente que parecía haber salido de la guerra. Rostros a los que les costaba sonreír.

Consiguió encontrar la cabaña en la que habían dormido los chicos y entró como si estuviera en su casa. Rebuscó entre los armario de la cocina y encontró unas galletas de chocolate que sirvieron para quitarle un poco el hambre.

Subió a la planta de arriba y se apoyó en la barandilla de madera. Observó como el campamento se extendía por el bosque hasta llegar a un lago que reflejaba la luz del sol como si fuera un espejo. Árboles altos, contaminación cero, estabilidad... parecía un buen lugar para vivir.

–Es un lugar increíble, ¿verdad?– Escuchó a sus espaldas y Alec apareció a su lado.

–Si, no está mal.

–Estuvieron bastante acertados cuando le pusieron el nombre. Campamento Paradise.– Alec suspiró.– Si el paraíso no se parece a esto, no quiero ir allí.

–Me lo hubieras contado cuando hubiéramos estado a salvo, ¿verdad?– Le miró.– Todo lo de volver a jugar.– Alec suspiró.

–Cuando recuperé la memoria me di cuenta de lo idiota que había sido.

–Te metieron ideas en la cabeza que en realidad no pensabas. No te culpo.

–¿Ni por ser débil?

–No fuiste débil. No lo eres.

–Me dejé comer el coco y dejé que Tina me lanzará un vaso de cristal a la cara.

–Y aún así me sigues pareciendo el chico más valiente del mundo. Me has salvado la vida varias veces, ¿recuerdas?

–Espero no tener que volver a hacerlo.– Hell le miró ofendida.– ¡Quiero decir...! Espero que no vuelvas a estar en peligro de muerte. Pero si lo estuvieras, volvería a salvarte, sin duda.

–Eso ya lo sé.– Hell se dio la vuelta y se apoyó de espaldas en la barandilla.– ¿Me ayudarías con una locura?

–¿Implica un sacrificio?

–Si sale bien, no.

–¿Qué es lo que quieres hacer?

–Ahora que tenemos un lugar seguro, quiero traer aquí a toda la gente de Élite y poder darles una vida.

–¿No has oído a August? Es una locura de plan.

–No si lo ejecutamos nosotros. Les sacaremos tan rápido que nadie sabrá lo que ha pasado. Les sacaremos por partes.

–Sigue siendo una locura.

–Así que ¿vas a dejar que lo haga sola? ¿O vas a dejar que se pudran en El Foso tarde o temprano?

–No... pero tampoco quiero verte a ti ahí dentro.

–Ven conmigo, por favor. Necesito toda la ayuda posible.

–Lo haré si me prometes que volveremos, juntos y vivos.

–¿No te sientes débil para esto?– Hell sonrió.

–En fin, creo que sigo pensando que soy un crío que no sabe lo que está pasando y que solo quiere que...

Antes de que Alec terminara, Hell el agarró de la cabeza y le besó. Era el momento que Alec llevaba esperando desde hace ocho años, pero nunca se esperó que tuviera que agacharse para poder hacerlo. Cuando se separaron, él la miro como si hubiera hecho algo malo y ella le miró como debería mirarlo él, como si llevara queriendo hacerlo toda la vida.

–Dijiste que nunca me besarías.– Dijo Alec intentando sonreír.

–Y tu dijiste que nunca más nos separarismo, ¿recuerdas? Ambos hemos roto esas pequeñas promesas.

Alec se dio media vuelta, se apoyó con los brazos en la barandilla y miró como los niños jugaban al fútbol con un balón que no se había limpiado nunca.

–¿Y esto que significa? ¿Va a cambiar en algo nuestra relación o ha sido un beso de consolación como aquella noche?

–¿Qué opinas tu sobre esa noche?

–¿Qué te di pena?– La miró.

–No fue por pena.– Ella también se apoyó.– Y tampoco lo hice por escandalizar el juego.

–¿Entonces por qué fue?

–No lo sé.

–No sabes por qué te acostaste conmigo.– Dijo Alec mientras asentía.

–¡No seas así! A lo mejor simplemente quería hacerlo.– Hell miró a Alec, que ahora tenía la cabeza agachada.

–Está no es la Hell que conozco.– Alec se río.– Ella me hubiera dado un bofetón por siquiera quitarme la camiseta.

–Y el Alec de hace unos años me hubiera dado un empujón al microsegundo de darle un beso.– Hell le dio un toque en el brazo, ambos se rieron y después estuvieron un rato callados.

–Te ayudaré.– Dijo Alec al rato.– A traerlos aquí. Confío en ti.

–Lo conseguiremos. Lo sé.

–Pero prométeme una cosa:– Dijo Alec y ella la miró.– O vivimos juntos o morimos juntos. Pero nunca más el uno sin el otro.

–Nunca más.– Sonrió.– Lo prometo.

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