Capítulo 14

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Esperaron encontrar escaleras al salir de la sala griega, pero en vez de eso, se encontraron con un tobogán que ni siquiera vieron. Alec iba primero por lo que él fue el primero en caer por el tobogán hasta la siguiente sala. Al llegar, ambos se quedaron en el suelo recuperándose por el susto de la caída y los gritos que habían dado ante eso.

–¿Estas bien?– Preguntó Alec al ver que Hell estaba tirada en el suelo como él.

–Si, creo que si. ¿Y tú?

–Si.– Dijo levantando la mirada y observando toda la sala.

Era una sala donde las paredes eran todas cajas de seguridad de bancos. En frente de las cajas había una línea roja a unos metros de las paredes, y a parte de eso poco más, una mesa en el centro de la sala, pero ninguna silla, y junto a la puerta de salida, una pequeña pantalla para meter un código.

–¿Un banco?– Dijo Hell levantándose.

–Creí que ya no había bancos.

–Leí que en el 2278, todo el dinero se pasó a las tarjetas de crédito para dejar de pagar con billetes y monedas. Así dejarían de talar árboles para crear dinero.

–Problemas del capitalismo.

–Al menos ahora hay más árboles y ahora la gente paga todo con tarjeta. Aunque la gente gasta lo mismo o incluso más dinero que antes.

–¿A eso se le puede llamar progresó?

–Quien sabe.– Hell hizo una pausa.– ¿Y entonces por qué este sitio?

–¿Por qué Grecia? ¿Por qué una cárcel? No intentes entender el fin de estas salas hasta que no ganemos.

–¿Vamos a ganar?– Dijo Hell con una sonrisa mirando a Alec.

–Eso debería ser una afirmación y no una pregunta.– Hell se rió.

–Muy bien. Y ahora trabajemos un poquito, ¿quieres?

–Vale, vale.– Alec miró de la bandolera y saco las llaves.– Una sala llena de cajas, nosotros tenemos llaves. Sería de idiotas no probar.

–Te olvidas de algo.– Dijo Hell acercándose a la pared y dando un par de golpe a las dos cerraduras de una de las cajas.– Hacen falta dos llaves para esta clase de cajas.

–Tenemos una.– Dijo Alec enseñando la única llave que entraba en aquellas cerraduras.

–Y la otra...

–¿Donde no miras en un banco?

–Hacia... Hacia arriba.

–¿Por qué?

–Por las cámaras de seguridad. Mirar mucho a ellas llama la atención.

–A no ser que seas un ladrón, en cuyo caso no miras para nada.

Dicho eso, ambos miraron hacia arriba y vieron que la llave estaba colgando del techo.

–¿Como llegamos hasta ella?

–Movamos la mesa.

–No se puede.– Dijo Alec intentándolo.– Está atornillada.

–Vale, ¿puedes conmigo?

–¿Quieres que... te coja en brazos?

–Quiero subirme a tus hombros.

Alec se las arregló para subir a Hell a sus hombros sin sonrojarse como si fuera lo más normal del mundo y después ella pudo llegar hasta la llave. Cuando consiguió cogerla, Alec la ayudó a bajar.

–Gracias a dios no llevas tacones.

–¿Te he hecho daño?

–Tu nunca me harías daño.

–En la llave hay un número.– Dijo Hell mirando la llave.– 54.

Ambos fueron hasta la línea roja, por alguna razón, ambos pensaron que no era buena idea cruzar la línea, así que se mantuvieron a esa distancia mientras Hell metía las llaves en las cerraduras. El compartimento se abrió sin problemas y sacaron la caja de seguridad. La llevaron a la mesa y al abrirla, vieron que había unas cinco llaves.

–Solo hay una de cada.

–Puede que la llave que ya teníamos sea una llave maestra.– Dijo Alec y Hell la cogió de sus manos.

–Hemos abierto la caja 54 de la pared de la izquierda, ¿pero por qué no la de la derecha?– Dijo acercándose a ella.

–No lo sé. ¿Instinto?

Alec se acercó a Hell hasta ponerse a su lado, pero Hell parecía ausente. Su mente trabajaba tan rápido que no era capaz de hablar. Hell alargó ambas manos y metió las llaves en su sitio, pero cuando giró las llaves, en vez de abrirse, de la caja que estaba a la altura de los ojos Alec salió una cuchilla hasta quedarse a escasos centímetros de él, justo hasta la línea.

–Hell...– Logró decir Alec con miedo.

–Dios mío.– Hell dejó caer las llaves asuatada.– ¿Estas bien?

–Si. Creo que si.– Se echó un par de pasos hacia atrás tambaleándose.

–Alec... si hubieras estado un centímetro más cerca...

–Lo sé.

–Lo siento, lo siento mucho...

–No pasa nada. Estoy bien.– Intentó sonreír por un segundo.

–¿Que significa esto?

–Creo que esto es una línea de vida.– Dijo Alec mirando la línea del suelo.– Si uno abre una caja y el otro está demasiado cerca... consecuencias fatales.

–Codicia... Se supone que esto es un banco, y si estas demasiado cerca "del premio" tendrás tu consecuencia.

–Entonces habrá que hacerlo con cuidado.– Dijo Alec acercándose a la mesa y cogiendo una llave.– Mejor ponte bajo la mesa. Parece el lugar más seguro ahora mismo.

Hell asintió un par de veces y después de escondió bajo la mesa. Alec se acercó a la caja con el número 27 en la puerta de la izquierda y al meter las llaves, otra cuchilla salió de la pared que le asustó muchísimo.

–Creo que no todas las cajas sean de la misma pared.

–¿Enserio?– Dijo Hell saliendo de debajo de la mesa.

Se acercó a Alec cogió las llaves y probó en la siguiente pared. Esta vez, en vez de sacar una caja, la placa se iluminó con un brillo no demasiado fuerte.

Fueron probando las cajas de cada pared alejados el uno del otro para no hacerse daño. Consiguieron usar todas las llaves sin activar todas las trampas, solo algunas. Los cajones estaban iluminados de diferente forma: Algunos brillaban más, otros brillaban menos.

–¿Cómo los usamos como código?– Preguntó Alec acercándose a la pantalla junto a la puerta.

–¿De menos a más?

–Siempre es de menos a más.

–¿Y que propones?

–De más a menos. Como la vida. Comienzas brillando mucho y vas apagandote.

–Vale, pues apunta: 34. 12. 27. 60. 43.

Alec metió el código en la pantalla y la puerta se abrió, pero por un momento ambos tuvieron miedo de seguir.

–¿Piensas lo mismo que yo?– Preguntó Hell mirándole.

–Si piensas que después de eso ya no  estaremos a salvo nunca más, entonces si.– Dijo Alec sin dejar de mirar más allá de la puerta y después entró seguido de Hell.

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