Capítulo 32

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Por la mañana, cuando Hell se despertó, se dio cuenta de que ninguno se había levantado. Alec seguía tumbado a su lado dormido después de todo lo que pasó anoche.

Hell se acercó a su ropa y se puso por lo menos la ropa interior antes de darse cuenta de que Alec se estaba despertando y que la estaba mirando. Hell hizo como si nada y siguió vistiéndose hasta que terminó, pero antes de que pudiera levantarse, Alec la agarró de la mano y cuando ella se dio la vuelta le vio sonreír.

–Sé que lo sabes, pero si no lo digo reviento: lo de anoche estuvo genial.

–Lo sé. Pero recuerda donde estamos y que tenemos que salir.

–Si, si, si. Pero admite que tengo razón.

–Yo no he negado nada.– Hell se sonrió y Alec se incorporó para vestirse mientras Hell preparaba las cosas para hacer el desayuno.

–36.– Dijo Alec de repente cuando terminó de vestirse.

–¿Qué?

–36.

–¿36 que?

–Tiene 36 lunares.

–¿Has contado todos mis lunares?– Se rió.

–Te quedaste dormida antes que yo.

–De verdad...

–Hazme caso, tienes 36 lunares, pero dos de ellos solo los he visto yo. Me juego el cuello.

–Vale, eso suena un poco siniestro.

Alec se rió y después ambos se pusieron a preparar el desayuno. La noche juntos les había servido para relajarse y desconectar de todo un rato, pero ahora debían centrarse en lo que estaba a punto de pasar.

Las puertas se abrieron cuando aún no habían recogido todo y tuvieron que dejarlo todo como estaba, coger las cosas y salir corriendo. Las puerta les llevó hasta un sótano que más bien parecía una fábrica abandonada. Había mucho eco por los techos altos y la falta de objetos. Hell caminaba la primera en silencio cuando de repente Alec le cogió del brazo y ella se giró para verle más preocupado de lo que esperaba.

–¿Hueles eso?

–¿El que?

–Gasolina y... ¿pólvora?

–¿Pólvora?

Antes de que descubrieran de donde venían aquellos olores, escucharon prenderse una chispa y seguidamente la explosión de un fuego enorme al prenderse.

Alec se puso delante de Hell respecto al fuego y ambos cayeron al suelo protegiéndose por un segundo del fuego. Después miraron de donde venía y vieron que de donde habían entrado, toda la zona estaba ardiendo, y el incendio no dejaba de acercarse a ellos.

–¿Es que están locos?– Dijo Hell por encima del ruido del fuego.

–Ahora si que tenemos que darnos prisa.

–¿Pero hacia donde?

–Por ahí no.– Dijo Alec señalando hacía el fuego.– Así que hacía el otro lado.

–¡Cuidado!

Alec y Hell rodaron por el suelo cuando ella se dio cuenta de que el techo se caía encima de ellos.

–¡Ahora si hay que correr!

Alec se levantó y cogió a Hell de la mano. El fuego empezó a correr detrás de ellos. Corrieron hacia el fondo de la sala hasta llegaron a unas escaleras que iban hacia arriba. El humo empezaba a invadir todo el techo y ambos empezaron a toser. Al llegar a las escaleras las subieron corriendo, y sobre ellas, vieron que había una puerta que parecía cerrada.

–No puedo abrirla.– Dijo Alec.

–Y el fuego se acerca.

–¿Alguna idea?

–Si. Cogerme de la mano.– Dijo y Alec la cogió con fuerza.– A la de tres, vamos a abrir esta puerta. Sin llave, sin código. De una patada.

–Vale.

–Una.

–Dos.

–¡Y tres!

Ambos golpearon la puerta a la vez y está cedió como si fuera de papel. No tenían tiempo para mirar a donde iban ya que el fuego estaba a menos de diez metros de ellos, así que salieron corriendo hasta que encontraron otras escaleras que subían. Subieron por ellas tanto que creían que volverían a subir por lo menos hasta la sala helada. Pero antes de ello, llegaron a una puerta sin nada de especial, simplemente tenía un cartel encima de ella en la que ponía "EXIT".

–¿Es enserio?– Se quejó Alec.– Como jugador de este infierno, esto me parece ofensivo.

–¡Venga, vámonos!– Hell abrió la puerta y todo el humo salió de golpe.

Por primera vez en una semana salieron a un exterior auténtico donde había drones gravando por los aires y luces que se encendieron con su salida.

Salieron a la misma plaza a la que entraron con la misma fuente en medio. No sabían como reaccionar ni que hacer ahora, y de repente, de la torre de Evan y Angy se abrió una puerta y Evan salió por ella hecho un desastre. Se miraron entre ellos y después, como si lo hubieran ensayado, los tres salieron corriendo hacia la fuente.

Estaban a punto de llegar los tres a la vez, pero Evan se tropezó a escasos centímetros de la fuente, con lo que Alec y Hell llegaron hasta ella y al poner las manos sobre la piedra sonó una sirena que seguramente había resonando en todo Seattle y salieron fuegos artificiales de todos lados.

–Enhorabuena, chicos.– Dijo Evan todavía desde el suelo.– Habéis ganado.

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