21-Froy Gutiérrez

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—¿Qué es eso?

—No creo que debamos acercarnos Dylan, puede ser peligroso...

—¡Oh, vamos! Yo me río en la cara del peligro. No nos va a pasar nada— dijo mientras pasaba su brazo por mis hombros y comenzaba a andar.

A cada paso que dábamos, los ruidos se hacían más presentes. Más escandalosos, más terroríficos. Yo estaba cagado, pero al parecer aquí mi acompañante y mejor amigo borracho no lo estaba. Cuando los ruidos se escucharon plenamente bien, tuvimos que girar hacia la derecha aunque la calle seguía. La verdad, no se que prefería; si seguir por la calle sin farolas, oscura, fría y terrorífica o girar hacia donde Dylan quería. No fue mi decisión, pero por culpa de mi borracho amigo giramos.

—¡Mirad lo que tenemos aquí!— gritó el idiota de mi lado. El grupo de chicos que estaban allí, eran como la típica banda macara de los barrios peligrosos. Y creo que eso es lo que eran, pues unos estaban jugando con navajas mientras fumaban porros como farolas y otros se dedicaban a esnifar un polvo blanco. No quiero saber que era eso, pero supongo que no era tiza.

—¿Pero quien te crees que eres pedazo de inútil?— un chico con complejo de toro se levanto de su asiento y se nos acercó. Ese era uno de los momentos en los que me dieron ganas de dejar a mi amigo y salir corriendo, pero no lo hice.

—No buscamos problemas, solo veníamos paseando para que se le pasara la borrachera...— algo de lo que dije les hizo gracia pues empezaron a reírse.

—¿Todavía vienen a recogeros vuestros padres?

—Cállate imbécil porque sino te reviento, ni se te ocurra decir nada de mis padres...

—Creo que nos van a reconocer la siguiente vez que os vean...— mientras decía esto sus colegas dejaron de hacer sus cosas y se levantaron. cuando se pusieron al lado de su amigo, entendí que no íbamos a salir vivos de la pelea que estaba a punto de empezar.

El primer golpe fue el de mi amigo, el siguiente del chico-toro; y así hasta que acabamos peleando nosotros dos contra 10 tíos. Cuando me empujaron y empezaron a golpear contra una pared del callejón, creí que mi hora había llegado.

Mis ojos se empezaron a cerrar, pero justo antes de que perdiera mis fuerzas, alguien empezó a apartar a los chicos de mí.

—¡Retirada! Érebo está con ellos, no hay nada que hacer, ¡Vayámonos!

Cuando el callejón se quedó en silencio absoluto, nuestro salvador habló:

—¿Puedo saber que hacen un par de pijos en estas calles? Y más intentando pelear contra los Bulldogs, ¿Estáis locos o que?

No era la voz que me esperaba, era dulce pero fuerte. Miré a la persona que estaba enfrente de mí, se quito la capucha, y por fin pude apreciar sus orbes verdes. Dios, era una preciosa muchacha. Llevaba el pelo enredado en trenzas pegadas y guantes cubriendo sus manos.

—Lo siento... nosotros veníamos de una fiesta, y mi amigo quiso saber de donde venían unos ruidos raros... por culpa del ido este empezamos a pelear, pero...¿Como has conseguido que... por que Érebo... por qué has venido a...?

—Tranquilo vaquero, soy de este barrio, he crecido entre gente peligrosa. Sé cuidarme sola, además soy la mejor en boxeo— por eso lleva los guantes, pensé— y bueno... el nombre viene de la diosa de la oscuridad, aunque no lo parezca me gusta estudiar. Sobre todo mitología...

—Jamás te he visto en la universidad- deseaba volver a verla

—No tengo suficiente para caprichos... debo cuidar de mi madre. Creo que tengo que irme

—No me has explicado nada... Dame tu numero

—Móviles... artilugios innecesarios, no creo que nos volvamos a ver. Pero, por si se te pasa por la cabeza alguna vez volver, mi consejo es que busques en las sombras cobijo puede que te salven el culo... o puede que te lo salve yo, ¿Quien sabe?

Me guiñó un ojo y salió corriendo, estaba más que claro que volvería a por ella. Cuando recapacité vi a mi amigo en el suelo desmayado. Idiota prepotente. Me levanté, lo cogí como pude, y lo llevé al punto de encuentro acordado por nuestros padres.

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—¿Y que pasó después?

—Bueno, conseguí convencer a la chica de que podía pagarle la universidad y de que se podían venir a vivir a mi casa... Después de unos cuantos intentos fallidos conseguí hacerla mi novia y más tarde mi mi mujer y la madre de mis hijos

—¡No le mientas Froy! Yo se lo pedí a tu padre cariño, no te creas que el chico es el que siempre lleva los pantalones, porque hay casos como los nuestros en el que la madre es mejor...

—¡No le digas esas cosas Lena! Ni caso Ryan...

—Quiero ser como mamá.

—¡Traidor!— los cogí a los dos y me tiré en el sofá, empezamos a reír. Cuando paramos le dije al oído a mi chica:
—Quiero que sepas que no cambiaría nada, ni siquiera la paliza que me llevé el primer día que te conocí.

—Te quiero mucho— dijo y me besó.

—¡Que asco! No hagáis esoo...

—¡Ven aquí campeón!— y le volví ha hacer cosquillas.

One shots multifandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora