4-Cameron Dallas

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—¡Eres un hijo de puta!

Después de decir esas palabras, no muy bonitas ni agradables, salgo corriendo a casa. ¿Qué voy a hacer ahora?

Mierda. ¿Qué voy a decirle a mi hermano?

Puta vida. Bueno, no es el mejor momento para decir eso.

Nada más llegar a casa y abrir la puerta de un portazo, mi hermano baja corriendo las escaleras.

Y cuando nota mi estado, corre a donde mí y me abraza contra su pecho. Él es mucho más alto que yo por lo que mi cabeza queda recostada en su pecho.

Sabe que me relaja escuchar los latidos de su corazón, lo descubrió hace un par de años y, desde entonces, siempre ha hecho eso para calmarme. Y siempre funciona.

Mientras acariciaba mi cabello, preguntó qué es lo que me había pasado.

Dudé en contestarle pero, de una u otra manera se iba a enterar. Además de que no dejaría que me fuera después de este numerito.

—Cameron... Ha... Me ha...

—¿Qué ha hecho ese cabrón para que tú estés así? Te juro que lo mato, lo voy a matar.

Su cara se puso rojo y su agarre en mi espalda se hizo más fuerte. Estaba enfadado, muy enfadado.

—No, no... A mí no...

De repente, como si le hubieran hecho un cubo de agua fría por encima me miró a los ojos.

Entonces comprendió que había sucedido. Sus ojos se aguaron al igual que los mios.

—No puede ser cierto... ¡Kaya dime qué no lo es!

Para entonces los dos éramos un mar de lágrimas. Pero, en este caso, quién no lo sería.

—Hay que ir a por él, aunque sea para recoger su cuerpo.

—He llamado a la policía...

—¿Te puedes creer que después del accidente de mama y papa nos pase esto? Augustus era el único que nos quedaba, ¡¿y ahora el hijo de puta de tu amigo viene y también nos lo arrebata?!

—Calmate Bryan, necesitamos ir.

No íbamos a coger el coche. Ni locos. Los dos estábamos con el corazón a mil, no creo que nos cansemos por correr un par de manzanas.

Y efectivamente, llegamos en cinco minutos nada más.

Había policías y un charco de sangre. Me duele pensar que esa sangre ha pertenecido a alguien que me ha tenido en sus brazos.

Da igual que estuviera viejo, tenía mucha vida por delante.

Por instinto los policías se nos acercaron y nos preguntaron lo típico. Solo respondimos que haríamos lo imposible para encontrar el cuerpo.

***

Después de tres semanas, sí tres insufribles semanas, seguíamos sin encontrar nada.

Mi hermano estaba destrozado, al igual que yo. Tengo miedo de que caiga en una depresión, al final de cuentas, August ha estado más tiempo con nosotros que nuestros padres.

Y no los culpo, no creo que fuera su decisión matarse en el viaje de vuelta a casa después de su viaje de negocios.

Estaba en el salón viendo las noticias, puede que saliera algo. Pero llevaba tres semanas sin aparecer nada, es poco probable de que aparezca algo ahora.

Estaba concentrada en la presentadora, cuando escucho algo romperse arriba.

Bryce, mierda.

Subí tan rápido como mis piernas me lo permitieron. La puerta de su habitación estaba abierta.

Entré con el corazón en la garganta. Latiendo a mil por hora.

Abrí la puerta y entré. No había sangre ni nada por el estilo, eso era tranquilizante. Qué no viera a mi hermano no tanto.

El baño. Miré la puerta de la izquierda, y vi algo moverse.

Empuje la madera, y me encontré a mi hermano en el suelo del baño sujetándose el brazo derecho.

—¡Dios Bryce! No sabes el susto que me has dado. Ven levanta, vamos al hospital.

No dijo nada, solo lo levante por debajo de los hombros y salimos de la casa.

***

Al llegar al hospital vi aparcado el coche de Cameron, no dije nada por miedo a que el cabezón del brazo roto se diera la vuelta y le rompiera un cristal.

Entramos al hospital, y después de tres horas de espera, nos atendieron.

Se hizo una fisura en el radio, así que le pusieron escayola y nos mandaron a casa.

Al salir, vi en frente de nosotros a mi amigo, o puedo que ahora ex-amigo.

El cabrón salía del hospital de animales que había cruzando la calle.

Era imposible que Bryce no lo viera, esta vez, no iba a irse sin ninguna hostia.

—¡Tú puto cabrón de mierda! ¡Ven aquí que te voy a reventar a cara de ángel que tienes! ¡Cuando acabe contigo no te van a llamar ni los del circo!

Y como no, salió corriendo hacia su coche. Entro antes de que Bryce le pudiera tocar. Arrancó y se marchó.

No nos quedaba otra que volver a casa. Con un barco escayolado y el corazón machacado.

***

Preparé la cena, y grité que ya estaba lista. En unos segundos los dos estábamos comiendo los macarrones.

No habíamos acabado, pero como el timbre sonó me levanté a abrir la puerta.

Lo que me encontré detrás de esta, era lo que más deseaba y lo que jamás me imaginé que pasaría.

Bryce al ver que no respondía a sus llamdos, se levanto y se acercó.

Sonrió al ver lo que había.

Cameron, amigo nuestro de toda nuestra vida, estaba planteado en la puerta con dos cachorros de golden en los brazos y un adorable mono de los mismos.

La única diferencia entre los dos animalitos, era que uno tenía la nariz raspada y una pata rota.

Augustus.

Bryan cogió a los cachorros y yo solo abrazé a idiota que atropelló a mi perro.

—¿Quién es el nuevo?

—Es Hazel— lo miré sorprendida— sé lo mucho que te gusta bajo la misma estrella.

Solo pude sonreír, ahora lo entendía todo.

—¿Qué piensas hacer con ella?—preguntó el lesionado.

—No lo sé, pero sé que sus nuevos dueños la cuidarán bien.

Los dos abrimos los ojos como platos.

—Es... ¿Nuestra?

Solo asintió. Y yo, no sé si fue por impulso, por la felicidad que sentía o porque de una vez, por todas me entró el chute de valentía que me hacía falta; me lancé a sus brazos y lo besé.

Y creo que él también estaba esperándolo porque no tardó en corresponderme.

One shots multifandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora