34- Hardin Scott

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—¿Cuando sales de cuentas, Tessa?

—Hace una semana que salí, nos han dicho que si para la semana que viene no da señales de querer salir van a tener que hacerme la cesárea.

—No jodas, eso sería... ¡Boom!— dijo Molly haciendo gestos con sus manos.

—¡No la asustes más Molly!— le dio un zape Landon.

—Yo tengo claro que sí no sale para dentro de una semana te lo saco yo, he oído que la cesárea deja marca...

—¡Pues claro que deja marca genio! ¡Es una operación! Además, Tess; a las actrices le hacen la cesárea para que no les salgan estrías.

—¿Podéis callarnos chicos? Ya estoy muy nerviosa, no me metáis más miedo.

La miré a mi lado, tenía la cabeza baja y una mano sobre su gran estómago. Sentí ternura y pena, mi chica tenía miedo. Para hacerle entender que estoy con ella, le coloqué mi mano sobre la suya.

—No te preocupes, si quieres puedo hacerlo salir esta noche... O puedo dilatar tu...

—¡Hardin!— chilló todo roja, yo solo me reí.

El resto de nuestros amigos que también habían oído mis comentarios, estaban por los suelos. Al final, Tessa tampoco pudo aguantar las carcajadas.

—¿Qué es este líquido espeso?— pregunto Zed— ¡Oh joder Tessa!

—Tranquila es normal, ahora te traigo otros pantalones— la pelo rosa se levantó rápidamente y entró en nuestra habitación.

—¿Por que esa cara? Ni que hubieras visto un fantasma... O hubieras roto aguas, ¿Os imagináis? Tendríamos que dejar estas hermosas hamburguesas...

Landon y yo abrimos los ojos ante las palabras de Zed. Miramos rápidamente a Tessa que sostenía su estómago por la parte de abajo. Levanté su cabeza por su mentón y miré sus ojos.

—¡Coge las llaves del coche, Landon! ¡Ya!— grité al chico que se había quedado en shock— ¡Molly, vamos a necesitar algo más que otros pantalones!

—¿No me digas que tú de verdad estás...? Ajajjaja, casualidad...— dijo el imbécil de mi amigo negando con su cabeza— ¡Eh Molls, a mí me van a hacer falta otros pantalones! ¡Estos están manchados de líquido de dentro de Tessa!

En el momento en el que oí el motor de mi coche, salí con Tessa del brazo. Intentando llegar lo más rápido posible al coche.

Cuando subimos coloqué una toalla entre las piernas de mi chica.

—Hardin me duele mucho...— un sollozo escapó de sus labios.

—¡Acelera!— le grité al conductor.

—¿Dónde están Zed y Molly?— pregunto Tessa. Miré hacia el retrovisor, y Landon me miró a mí por él. Nos habíamos dejado a esos dos en nuestra casa. Mierda.

—Ha cogido el bus...

A medida que los sollozos de hacían presentes mis gritos aumentaban. Cuando al fin llegamos al hospital, en la entrada grité:

—¡Necesito ayuda, mi mujer está a punto de dar a luz!— de un momento a otro tres enfermeras vestidas con batas rosas.

—No os preocupéis chicos, tenemos todo bajo control— la sentaron en una silla de ruedas y comenzaron a empujarla hacia una gran puerta— Usted tiene que ir hacia la sala del ginecólogo, piso 4 puerta 7.

Una de las mujeres me paró, poniendo una mano en mi pecho.

—¡No pienso alejarme de ella!— le grité.

—Sé lo pido por favor, solo vamos a cambiarla. Vaya a la sala del Dr. Franciss.

Sin más desapareció por la gigante puerta. Salí corriendo hacia la sala que me había indicado, tirando y tropezando con algunas cosas y personas. Pero en un par de segundos ya estaba frente a la puerta.

La toqué con los nervios a flor de piel. La misma chica me abrió.

Al entrar a la sala vi a mi chica tumbada en una camilla con las piernas abiertas, vestida con una bata verde. Y el Dr. Comosellame entre sus piernas:

—Bien Tessa, te quedan dos centímetros para empezar a pujar, ¿Bien?

—¿No puedo empezar ya? Me duele mucho...— sollozó, pero el cabrón negó.

—¡No me joda Dr.! ¡Tiene el agujero a ocho centímetros! ¡Ya es hora de que el monstruito salga!

Tessa sonrió un poco, y las enfermeras rieron por mi desesperación.

—Nueve centímetros doctor.

—Esta bien, llevénla ya a la sala de partos.

Iban a salir por otra puerta a la derecha, pero otra vez la puta enfermera me detuvo.

—¿¡Ahora que!?

—Tienes que ponerse la bata, la redecilla y los cubre-zapatos para poder entrar al parto— me señaló una montaña verde de plástico.

Sin esperar un segundo me coloque todo, y entré a la salada donde tenían a Tessa.

—Esta bien, empieza a empujar cielo...— le indicó la matrona.

***

Todo me daba vueltas, y mi cabeza dolía, ¿Qué me había pasado?

Oía las voces de mis amigos a mi alrededor, y poco a poco fui abriendo los ojos.

—¡Mira quién se despierta por fin!

—¿Qué ha pasado?

—Lo que a psado es que casi le arrancas la cabeza al médico, y que te han puesto anestesia.

—¡Tessa! ¿Cómo esta?

—Sigue en parto, llevan cinco horas.

Me lavanté dispuesto a volver a la sala donde seguía en transcurso el nacimiento de mi hijo.

—No creo que te dejen volver a entrar...

—Son mi mujer y mi hijo, si no me dejan entrar voy a dejar a una familia sin padre.

***

—Joder es precioso— dije admirando a la pequeña criatura entre mis brazos. Una lágrima de felicidad y orgullo resbaló por mi mejilla, pero una pequeña mano la secó.

—No digas palabrotas delante de nuestro hijo, no seas grosero.

—¡Theresa Young dando lecciones a Hardin Scott! No han cambiado las cosas en absoluto.

—Puede que un poco sí... ¡Me pido primera para cogerlo!

—¡Si hombre!

Y así empezaron las peleas por mi hijo, yo solo me acurruqué más contra Tessa y sostuve con más fuerza al bebé contra mi pecho.

Estaba malditamente feliz.

One shots multifandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora