65- Noah Centineo

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—Me gusta la idea, la verdad es que tengo ganas de salir de esta ciudad— comenté.

—A mí no me gusta nada— comentó Candace— ¿Cómo se supone que nos vamos a limpiar los dientes o a ducharnos?

—Te lavas los dientes comiendote un chicle de menta y te duchas el viernes.

—Que cochinos por Dios...— dijo agarrando su cabeza, yo giré mis ojos y los chicos rieron.

—Pero tranquila, solo tendrás la mala suerte de compartir tienda con uno de nosotros — dijo Michael posando una mano en el hombro de Candace— Dormireis tú, Brylee y uno de nosotros.

—Deja atrás tus intentos de consuelo, Simpson— respondió esta apartando su mano.

—¿Y cuando nos vamos?— pregunté yo.

—El sábado a la mañana pasamos a buscaros y nos vamos— me contestó Noah con una sonrisa. Yo sé la devolví para después despedirme para ir a preparar la mochila.

—¡Pero mañana es sábado!— pude oír el grito de mi amiga desde afuera del local.

—¡Lee, espera!— me giré y vi a Noah corriendo hacia mí— te acompaño a casa.

—¿Grita demasiado no?— dije después de un rato de silencio cómodo.

—Tono de voz demasiado agudo— dijo él riendo.

*****

—Cuidate— me repitió mi madre— y recuerda que las tiendas son de tela, se oye todo.

—Eres terrible mamá— dije abriendo la puerta— nos vemos.

Salí de casa, no sin antes darle un beso en la mejilla a mi madre, y me subí al coche de Noah. Para mí suerte nadie se había sentado de copiloto.

—¿Me cambias de sitio?— me susurró Mike después de una hora cuando la mayoría se durmió— es que Candace no para de hablarme de la revista esa.

El moreno y yo reímos para después negar— Tírasela por la ventana— le sugerí— no es la primera vez que alguien se lo hace.

—No hombre no. No contamines— me regañó Noah— hazte el dormido mejor.

—Buena idea, chófer. Y gracias por tu aportación de mierda Lee.

Lo miré ofendida. Pues ahora no iban a dormir ni los peces del mar. Subí el volumen de la radio y me puse a cantar. Michael me miró enfadado, aunque  Noah se me unió, Candace siguió hablándole como si nada y Jonathan sorprendentemente ni se inmutó.

—¿Hemos llegado ya?— pregunto Mike— ya esta anocheciendo.

—Llegamos hace tres horas, pero no quisimos despertarte— le dije— ven a calentarte y a comer algo.

Se levantó y se quejó de que ya casi no quedaban malvaviscos. Habíamos preparado las tiendas, e íbamos a dormir así: Jonathan y Michael en la pequeña; Noah, Candace y yo en la grande. Va a ser una noche muy larga.

—¿Te caliento uno?— me preguntó Noah— es el tercero que quemas.

—Está bien, señorito perfecto— le dije rodando los ojos, él me sacó la lengua y me dio un golpe juguetón en el hombro.

—Dejad de coquetear y pasadme la bolsa, que tengo hambre— nos dijo Michael. Yo no hice amago de pasarsela, pero Noah me sacó la bolsa de las manos y se la entregó— Gracias amigo.

—Yo ya estoy llena— comentó la rubia después de unos minutos y veintitrés malvavisco— voy a ir ya a la "cama".

—No es necesario que cada vez que lo digas hagas comillas— le dijo Jonathan con la boca llena.

One shots multifandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora