—Matt... Sabes que no va a pasar...
—Pero Mel, ¡es tu vigésimo cumpleaños! Tenemos que celebrarlo a lo grande, ¿y que mejor manera que estrenandote?
—No se... No estoy segura, sigo creyendo que eso de abrirme de piernas ante cualquiera no está bien...
—¡Vengaa Yaa...! A nadie le importa, ¿Por qué a ti sí?
—No lo entiendes, es algo personal...
—Se todo lo que pasa en tu vida, por algo eres mi mejor amiga, y debo decir que tampoco hay mucho que saber; y eso es lo que quiero cambiar.
—Ya, pero ¿Y si yo no quiero? Me gusta mi vida, Matthew. No puedes venir y ponerla patas arriba, siempre te he seguido en tus locuras, te he apoyado aunque nos separasen unos cientos de kilómetros... Pero nunca te he obligado ha hacer algo, y no creo que tú deberías. No voy a cambiar por ti, ni por nadie...
Después de dejar la frase en el aire, salí corriendo hacia casa. No puedo decirle a nadie las razones por las que hago o no hago las cosas, me lo prometí hace tiempo.
Puede que Matt sea mi amigo desde los pañales, pero no me gusta preocuparlo. Es feliz con su vida, y si tiene algún problema lo soluciona él mismo; no quiero poner más peso sobre sus hombros.
No quiero poner nada mío encima de los hombros de nadie, es demasiado peso. Pero los mios ya están acostumbrados, ya ni siquiera duele...
Ahora mismo acaban de pasar tres horas desde la pelea, mi madre y mi padre han salido a comer y estoy sola en casa.
La verdad, lo agradezco. Me gusta estar sola, por eso solo tengo a Matthew como único amigo.
Levantó la cabeza para secar las últimas lágrimas que he soltado, y mi mirada se encuentra con el calendario.
La fecha de hoy está marcada en rojo. Mi vigésimo cumpleaños. Mis padres han sido muy generosos con mi regalo, bueno, como siempre.
Creo que ellos esperaban que saliera y me divirtiera por una vez, pero no puedo. Menos ahora, después de la pelea.
Sigo unos minutos más metida en mis pensamientos, cuando siento la ventana ser abierta.
De un salto me pongo en pie y cogió un bate de béisbol que está al lado de la puerta de mi baño. Me hacerco a la ventana y...
—Wowowowowowowooh... Tranquila fiera...
—¡Matthew Lee Espinosa! ¡Qué crees que estás haciendo! Por el amor de Dios...
—Lo siento— dijo soltando una carcajada— solo quería disculparme por lo de antes— dijo mirándome a los ojos. Mi madre siempre me a dicho que los ojos son como las puertas al alma, los suyos no mentían; estaba arrepentido— No quería hacerte sentir... Ya sabes... Yo...
No le dejé acabar la frase, pues corrí hasta donde estaba y le envolví con mis brazos. Al instante me atrajo a su pecho y me estrujó entre sus brazos.
—Hace tiempo me impuse unas reglas... Y, una de ellas es la razón por la cual no quiero hacerlo con un cualquiera, quiero que sea especial... Ya sabes cómo acabó mi última relación, no quiero volver a sentirme así.
Mis ojos se aguaron y mi voz se entrecortó, no me gustaba pensar en eso.
—Me se tu vida de pe a pa, claro que conozco tus reglas. Solo quería empujarte un poco a olvidarlas... No creía que reaccionarias de esa manera.
—¿Cómo...?
—Tienes una hoja... La leía cada vez que venía a tu casa y tú no estabas. Tardé tres años en memorizarla entera.
Lo miré a los ojos, en esos momentos me dieron ganas de besarlo. Pero luego recordé que tenía novia y se me pasaron.
—Deberias de descargarte... No es bueno guardarte toda la mierda dentro.
—No quería preocuparos, cada uno tenéis cosas que hacer y resolver...
—¡Tú me has resuelto la vida! Preocuparme de ti es lo mínimo que puedo hacer, debería regalarte un unicornio como recompensa de todo lo que has hecho por mí.
Lo apreté más contra mí, y el paso una mano por mi cabello, acariciándolo.
—Ademas he pasado muchas noches en vela por ti. Por tu lista, por esa estúpida lista que hiciste y te prohíbe hacer muchas cosas. ¿Alguna vez has oído la expresión "tu mente es tu único límite"? Pues bien, eso es lo que te pasa a ti. Te estás limitando Melanie, y yo se... Todos sabemos que eres capaz de mucho más.
—Voy a quemar esa puta lista; tienes razón Matt. He estado limitando mis capacidades durante 15 años... Creo que es hora de alcanzar el éxito de una forma divertida.
—Esa es mi chica— dijo dejando un beso en mi cabello— tengo un mechero aquí mismo, ¿Quieres hacer los honores?
Sonreí, se siente tan bien poder acabar con lo que te está destrozando.
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One shots multifandom
Fiksi PenggemarPequeñas historias de todo tipo, cada una con diferente sentimiento. PEDIDOS ABIERTOS