58- Kellin Quinn

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—Deberías buscar ayuda— me volvió a decir mi manager.

—Estoy bien— dije alargando la manda de mi jersey— ya te he dicho que no es nada malo.

—Tú eres el que les dice a las fans que dejen de hacer lo mismo que tú haces porque es malo.

—Eso es diferente.

—Deberías aplicarte el cuento.

—Deberías de dejar de darme consejos.

—No son consejos, sino advertencias.

—Deberías de cerrar la puta boca.

—Deberías no decir palabrotas.

—Deberías dejar de decirme deberías.

—¡Deberías gritar más! Ya no te oigo...— me gritó desde fuera del autobús.

Llevábamos cuatro horas ahí metidos, ya nos estaba afectando. Mi siguiente concierto era dentro de un día, por lo que no teníamos prisa por llegar a NY. Decidimos parar en una gasolinera al lado de un hostal para pasar la noche.

Bueno a ver, yo iba a dormir en el autobús. Ni de coña me iba a meter en un hostal entre mierda, ratas y Dios sabe que horror más.

Ya había caído la noche cuando me entró hambre, salí del autobús y me dirigí a la tienda a por algo.

Cogí un paquete de patas fritas, unos bollos de mantequilla, un bote de Nutella y un café latte. Iba a pasarme la noche viendo películas o haciendo necesidades. La verdad hacía tiempo que no componía nada; todo se reducía a mi monótona vida y falta de inspiración.

Cada show era diferente, las fans también... Pero la gente de mi día a día eran laa misma, y a mí lo que me hacía falta era un terremoto andante. Alguien que revolucionara mi cabeza de manera inexplicable, que me encerrara en el ojo del huracán.

Pero nadie así estaría con alguien como yo, por lo que mi única opción era intentar sentir algo por mi mismo. Con ayuda de una pequeña cuchilla. Todavía no había dado sus frutos, pero en algún momento esperaba que lo diera. Sino toda la sangre derramada habría sido en vano.

—¿Noche acompañado de películas?— me preguntó la chica de detrás del mostrador. Era bonita a decir verdad.

—Sí, el resto de mis amigos de van a quedar en el hostal.

—Haces bien el no ir, tenemos más una queja sobre las duchas, los suelos, los animales de compañía con rabia y el olor de las paredes.

—Me alegro de que sea un gilipollas con el ego alto.

Ella río mientras pasaba lo que yo había elegido por caja. La idea de tirarmela pasó por mi mente, pero fue fugaz. Líos de una noche era lo que menos necesitaba en estos momentos.

—¿Tú también te quedas en el hostal?

—Desgraciadamente tengo turno doble a la mañana, así que sí— puso una mueca de asco mientras metía mi compra en una bolsa— No deberías de hacerte eso.

Rodé los ojos. ¿Es que nadie podía no comentar mis decisiones? Seguramente había visto mis cortadas cuando estiré la mano para coger la bolsa.

—¿A ti que más te da?

—Pues me importa porque no quiero que uno de mis cantantes favoritos se muera.

Ou, era una fan. Joder.

—Estoy desesperado por encontrar inspiración. Debo sacar un nuevo disco en octubre y todavía no tengo nada...— dije desplomándome en un asiento. No había nadie a esa hora, por lo que la chica lo me dijo nada.

One shots multifandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora