59-Connor Brashier

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—¡Chicas, chicas!— gritó una de mis amigas desde su litera— ¡Mitchell me ha dicho que los chicos vienen hacia aquí!

—Eso es imposible— respondieron por el fondo— Jamás vendrían aquí pudiendo ir con las otras.

—Tieneis razón— dije— somos demasiado inteligentes y tenemos demasiada dignidad para ellos.

Las demás rieron para después comenzar a hablar de temas triviales. Parecía que todas nos habíamos calmado sobre el tema de los chicos, a mí la verdad que me daba igual pero algunas de mis amigas estaban coladas por ellos.

Para entonces ninguna nos esperábamos que la puerta sonase. Creímos que era alguna de nuestras amigas que no pudo entrar a este bungalow, por lo que Lindsay abrió haciendo el tonto.

Después de que abriera de dio la vuelta completamente roja y se sentó al lado de Sarah, quien estaba riendo al igual que el resto.

Pobre, yo me hubiera muerto de vergüenza.

—¿Podemos entrar?— preguntaron desde la puerta.

—Claro— dijo Sarah recibiendo un pequeño golpe de su amiga.

Si os lo preguntáis, no. No eran literas de dos, pero todas estábamos en parejas en las últimas cuatro literas para poder hablar mejor.

—Bonito sitio, el nuestro huele a pies de gorila— dijo Miles.

—Será porque dentro hay gorilas— le respondí yo.

—Tranquila fiera— dijo Connor posando una de sus manos en mi hombro— Aunque tienes razón— me susurró al oído.

Fue una buena noche, algunas de las chicas salieron mientras que los chicos se quedaron. En total estábamos seis chicas y cuatro chicos.

—¡Hey, mirad esto!— gritó Lindsay— ¡Cómo nieva!

Rápidamente nos pegamos a la ventana, por suerte llegué de las primeras y podía ver bien. Los chicos (como todos unos caballeros) nos dejaron delante ya que ellos eran mucho más altos que la mayoría de nosotras. A decir verdad Kelsea era bastante alta.

—Creo que ésto nos va a traer problemas...— susurraron detrás de mí.

—¿Por qué lo dices?— me giré y al no saber dónde estaba la otra persona me giré quedando a tres centímetros de la cara de Connor Brashier— Umh... Lo siento...

Sonrió arrogante y me dijo que no nos iban a dejar salir y que nos íbamos a convertir en un grupo; quiero decir, que iban a repartirnos la comida y todo esto por como estábamos en los boungalous.

—¡Los profesores acaban de mandarme un mensaje!— gritó Sarah— Dicen que bajemos por cabañas para coger la cena. Somos los segundos, bajamos en diez minutos.

—Te lo dije— canturreó en mi oído de nuevo el chico.

—Calla— le respondí empujándolo por el pecho. Río para después coger su sudadera y avisarnos de que debíamos salir.

—¿Vas a llevar chaqueta?— me preguntó Kelsea. Yo asentí y le pasé la suya— Ostias, que frío. Joder.

Dijo mi mejor amiga tiritando. La brisa Londinense golpeaba fuertemente, y la nieve dificultaba tanto nuestro paso como nuestra visión.

El edificio donde se encontraba el comedor estaba iluminado con un pequeño farolillo, por eso fuimos capaces de encontrarlo. Porque vamos, todos los edificios eran iguales y con la nieve no se podía ver nada.

—Debería de haber traído un gorro... Que frío— dije más para mí que para Kelsea. 

—¿Te espero en la mesa mientras tú coges algo? Para que no nos la quiten digo...

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