Dedicado a -burningcar ¡¡espero que lo disfrutes!!
Cuatro años habían pasado ya desde aquel día. Y seguía sin poder sacarmela de la cabeza. Fui una persona horrible, lo sé, pero no tenía otra opción.
Era eso o dejar que Samantha la dejara en ridículo. Me dolió verla llorar y saber que había roto su corazón. Pero no pude hacer nada más.
Al a semana fui a su casa para disculparme. No podía seguir viviendo con los pensamientos llenos de remordimiento. Necesitaba hacerle saber que lo que hice fue para protegerla, no para herirla.
La cosa es que su madre me abrió la puerta. Lo siguiente que pasó fue que estaba regresando a casa con el labio roto y la mejilla marcada.
Sabía que me lo merecía. Después de escribir decenas de mensajes, cientos de llamadas y un par de cartas dejé de intentarlo.
Al final conseguí graduarme en la academia de policía, incluso me ofrecieron trabajo de vigilante en la oficina.
Aquel 4 de agosto era una noche como otra cualquiera; aburrida. Me tocaba el turno de noche y mi compañero estaba de baja por paternidad.
Me comí una caja de pizza, dos paquetes de palomitas y me tragué tres películas de los vengadores. No me juzguéis, me encantan pero era mucho mejor verlas con Bryana a mi lado en su sofá.
Estaba tan metido en mis pensamientos que no me di cuenta del panorama que se había formado fuera. Dos chicas vestidas de fiesta estaban rodeadas.
O por lo menos siendo molestaras; aunque de igual manera no podía bajar. Tenía prohibido salir del cuarto, lo correcto sería avisar a alguien. Regla ridícula en mi opinión.
Tampoco es que necesitasen ayuda, ni que llevarán vestidos de lentejuelas para pasar desapercibidas. Puede que sí, pero joder si a eso le llaman discreción...
Un brillo procedente de la mano de uno de los chicos me alarmó. Arma. Eso ya era pasarse. A la mierda las reglas.
Bajé corriendo pillando desprevenidos a los dos idiotas. No se asustaron, sino que aprovecharon para coger a la morena y amenazarme.
-¡Tira la pistola, poli de mierda!
-¡Suelta a la chica!
-¿Pero quién te crees que eres?
-No lo repetiré dos veces; suelta a la chica.
-¿Hola puedo hablar?- dijo la morena desde los brazos del tipo- Vale, dos cosas; la primera: si coges así el cuchillo te vas a cortar tú, se coge así- dijo colocando bien el arma en la mano del chico. Los dos estábamos igual de alucinados, está chica estaba loca- y dos: ¿De qué vais los dos? Puedo salvarme sola, ni que el tipo este fuera peligroso.
De repente clavó su codo en las costillas del agresor. Agarró su mano, le dio la vuelta y golpeó sus partes dejándolo en el suelo.
El otro chico, igual de sorprendido que nosotros dos, levantó a su amigo y salieron corriendo de allí.
-Gracias por nada, agente- dijo haciendo comillas con sus dedos. Me recordó a alguien... Pero no tiene importancia.
-De nada chica floja- le dije de broma, pero ella se me quedó mirando con reincor- ¿Pasa algo?
-Sí, que eres un pedazo de gilipollas andante.
-Joder gracias, es agradable oír alagos a las cuatro de la mañana.
-No has perdido tu chispa, Michael.
Ahí fue donde caí en lo que estaba sucediendo; acababa de "salvar" a la que una vez fue mi amiga, a la chica que no había podido sacar de mi cabeza durante tanto tiempo.
-Blyana...
-Oh así que tú eres Michael...- dijo su amiga borracha.
-¿Está bien?- le pregunté por la rubia.
-Mejor imposible, pero si quieres puedes irte con ella al cuarto de más cámaras...
Qué reincirosa era, a veces más mujeres son demasiado complicadas. ¿Por qué no entienden que a los hombres no nos dan más neuronas para pensar como ellas?
-Espera- le dije cogiendo su brazo para que no se fuera- ¿Cómo sabes donde trabajo?
Su cara cambio de color, un color blanco que ni el maquillaje consiguió disimular.
-Ni que hubiésemos pagado a esos chavales para que no amenazaran, tú salieras, la reconocerás y bla, bla, bla...- dijo la rubia haciendo movimientos con su mano.
-No le hagas caso...- dijo nerviosa mi chica.
-¿Por qué no? Los borrachos siempre dicen la verdad.
-¿Entonces por qué siempre niegan que están borrachos si es más que obvio?
-¿Tienes que dejarme siempre sin palabras?
-¿Por qué tienes que hacer preguntas estúpidas?
-¿Por qué no dejáis de haceros preguntas? Me estoy mareando... - nos corto la chica que se sentó en el suelo.
-Deberías levantarte de ahí, no es campo limpio.
-Lo dices como si no me hubiera meado del miedo antes y ahora estuviera seca...
-Cierto, no has respondido mi pregunta- volví a mirarla, estaba preciosa. La luz de la luna hacía que su rostro pareciera aún más bello de lo que en realidad era.
-Ya no me acuerdo.
-¿Por qué planeastes todo esto?
-¿Y si te digo que ha sido mi madre?
-Te creería, pero quiero oír como dices que no has podido olvidarme.
-Eso no va a pasar porque es mentira.
-Si te digo la verdad, me alegro de que no me hayas olvidado.
-Recibí tus cartas...- la miré extrañado.
-Tú compañero las dejó en mi casa un día. Yo... Gracias.
Levantó su rostro mirándome fijamente. Estaba confundido, agradecido y alegre al mismo tiempo.
-¡Haced el favor de besarla ya! Me están entrando arcadas por el momento cursi...
-Deja de romper momentos Sydney.
-Tú amiga tiene razón.
Antes de que pudiera preguntar nada, cogí los lados de su cabeza y la atraje a mis labios. Dios, había extrañado esto más que nada.
-¡Buscaos una habitación, degenerados!- nos gritó una señora desde su balcón.
-¿Qué hace usted despierta a estas horas?- le chilló la tal Sydney- ¡Ni que estuviera teniendo relaciones!
Juro que pude ver la cara de indignación de la anciana desde allí, confirmé la gracia del asunto al sentir como Blyana vibraba por la risa entre mis brazos.
-¿Os llevo a casa?- les dije.
-A mí sí- contestó la rubia desde el suelo- pero vosotros dos tenéis mucho de que hablar, así que iros a un motel y que la noche acabe como tuvo que acabar hace cuatro años.
-No le voy a discutir eso.
-Yo tampoco.- me dijo sonriente, no pude evitarlo y dejé un casto beso en sus labios- echaba de menos esto.
-Yo también... Yo también...
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One shots multifandom
FanfictionPequeñas historias de todo tipo, cada una con diferente sentimiento. PEDIDOS ABIERTOS