Jamás me he destacado entre las demás. No soy de esas chicas sumamente atractivas que provocan que los hombres retengan el aliento o les causen ganas de perseguirlas. Mi cuerpo no es perfecto, es decir, mi peso está bien, pero no tengo una figura envidiable. Entre mis amigas, podría decirse que soy la más "fea".
Siempre fui una chica más del montón, nada arriba del promedio. La normal, podría decirse. Pero saber el secreto de Johann me hacía sentir privilegiada. Como si el concepto de normalidad se quebrara frente a mis ojos.
Y no quería tener esa sensación tan maravillosa si el causante era él. Pero no podía combatir contra ella, no podía evitar sentirlo y disfrutarlo al máximo. Así que, en silencio y mirando expectante a sus alegres facciones, me senté en la fantástica carretera esperando su relato.
Pero este no llegó. Observó algo en su celular y se apresuró a tomarme la mano para, de un solo salto hacia el cielo nocturno, salir del dibujo. Dudé sobre todos y todo una vez que regresé al mundo real, me encontraba desorientada.
—Olivia está en problemas, ya regreso —y se fue corriendo hacia algún sitio.
Me quedé estática en mi lugar, replanteándome si necesitaba ayuda de algún especial. Estaba impactada por completo, pero no quería pensar mucho en eso, no deseaba tener esa mirada persiguiéndome en mis recuerdos, otra vez.
Estaba preparada para encerrarme en el salón y esperar a que el shock pasara cuando otra nueva sorpresa explotó en mi cara. Una más bonita, que venía en una caja decorada y que al abrirla saltaban serpentinas de colores y brillitos destellantes.
—Quiero hablar contigo —pronunció Ilay frente a mí, justo en el momento que la campana sonó, indicando que teníamos que entrar. Su semblante neutro no dejaba entrever ninguna de sus intenciones—. Pide permiso para salir del salón a las cuatro en punto, te veo en el gimnasio.
Me hallaba en cualquier planeta, menos en este. Y como si fuera poco, la anciana profesora se esmeraba en gritar lo que había ocurrido en la primera guerra mundial. Bah, por mí, las guerras, gobiernos y revoluciones podían quedarse en el pasado, ¿para qué seguir hablando sobre ello?
—Bell —llamó la vieja amargada que siempre lleva una peluca tan falsa como mi relación con Chad—, si la clase no le interesa puede salirse —el sarcasmo no sonó tan excelente si provenía de su dentadura.
—Gracias, estuve ansiando que dijera eso hace tiempo.
Ante mi despreocupada contestación arrugó aún más su frente. Todos permanecieron callados, pensando que fue un chiste, hasta que me levanté y salí de la clase siendo casi las cuatro de la tarde. Chloe sonrió como cualquier madre orgullosa por mi comportamiento rebelde. Sabía que eso traería repercusiones que luego me parecerían nefastas, mas en ese momento Ilay es todo lo que conseguía mi atención.
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Sumergida en el arte
Teen FictionLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...