Cuando regreso a casa me encuentro con mi madre y sin poder evitarlo una discusión se alza por las paredes de la casa. El tema no es uno que me agrade del todo.
—¿De verdad, hija? ¿Ilay Sallow? ¡No! ¡Me niego a aceptarlo, ¿me escuchaste?! —sus iracundos ojos me dejan sin aliento. El severo semblante junto con los gritos me provoca tanto miedo que me alejo algunos pasos.
No quiero saber cómo lo descubrió. Pero fingir, mentir y actuar siempre se me había dado bien, así que esta no es la excepción.
—¿Qué? Claro que no tengo nada con Ilay, él es sólo mi amigo —nada puede hacerla sospechar, mis muecas y tono son impecables.
—¡Te prohíbo que lo veas! Él te lastimará, conozco a los chicos de su tipo y créeme cuando te digo que no necesitas pasar por eso. ¡Está jugando contigo!
Lo sé. Aunque oírlo de mi madre hace que se sienta como una paliza. Ella me lo está advirtiendo porque sabe qué es lo mejor para mí.
—Ma, te prometo que no tengo nada con él —musito de manera más calmada, logrando que se tranquilice.
Me deja ir a mi habitación y entonces lo veo, sentado sobre la litera de arriba, esperando por mí. Me siento a su lado y dejo que sus tonificados brazos me rodeen.
—Qué mentirosilla eres, pequeña —susurra a centímetros de mis labios—. Me gusta.
Y me besa.
Me estremezco cuando despierto, pero no por el sueño en sí, sino por lo real que lucía y las palabras que siguen dando vueltas en mi cabeza como el silbido del viento.
Estaba pulsando el botón de autodestrucción mientras que todo se alejaba de la realidad. Estaba siendo atraída por la labia de Ilay y lo peor es que no me importaba en lo absoluto. Me guie a mí misma a un camino de sufrimiento y disfrutaba el viaje. ¿Qué estaba pasando conmigo?
Es ridículo que mi primer pensamiento al despertar y el último al dormir sea él. No debería ser él, es incorrecto. ¿Pero cómo hago para hacérselo entender a mi casi derretido corazón?
Al acomodarme en el comienzo del día, todo parece más confuso aún. Unos leves murmullos provenientes de la cocina me obligan a levantarme y colocar la oreja junto a la puerta. La grave voz de mi padre es muy fácil de reconocer.
—Lacey tiene talento —dice mi madre con un tono de orgullo—. Leí algunas de sus antiguas noticias y me sorprendí. No sabía que escribía tan bien.
—Odio admitirlo, pero mamá tiene razón. La mocosa sabe cómo hacer que una aburrida noticia sea interesante. Su creatividad y amplio léxico son increíbles —Tabita hablando bien de mí. Bien, este sí está siendo un buen comienzo de miércoles.
Jamás creí que Tabita me halagaría, aunque por la vergüenza con la que lo dice sé que le cuesta demasiado admitirlo en voz alta.
—Como el padre —ugh, pedante.
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Sumergida en el arte
TienerfictieLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...