Cuando tenemos dudas lo primero que se cruza por nuestras cabezas es pedir una segunda opinión ajena a la nuestra. Es lo normal. Pedimos consejos de un amigo o familiar porque es demasiado para uno mismo. Creemos ciegamente que la otra persona tiene razón y desarmamos nuestro juicio antes formado porque suponemos que ella sabe.
¿Pero qué pasa cuando la persona que nos aconseja quiere nuestro malestar o de plano no tiene idea de lo que está hablando?
Alejandra Bell es la joven prima lejana de mi mamá que se quedará por dos días en nuestra casa. Ella con sus veintiséis años y un título en ingeniería se cree la mujer más sabia e inteligente en el mundo. En cualquier charla tiene que opinar, hacer un comentario o aludir a un dato que no es necesariamente cierto. Sólo azota su liso cabello negro, se relame sus finos labios y regurgita el poco conocimiento o noción que tiene del mundo.
Mientras mi mamá, Alejandra y Tabita están merendando en la mesa, me arrastro por la cocina para preparar mi delicioso café.
—Oye, Tabi, ¿y ese muchacho tan lindo de tu novio dónde está? Lo veía tan contento cada vez que venía a visitarte, recuerdo que se la pasaba aquí. Rafael, ¿verdad? —la voz ponzoñosa y mueca satisfactoria me pone en alerta, aunque mi hermana ni siquiera lo percibe.
Creo que la familia Bell tiene esa maldad de querer destruirse unos a otros...
—No sé qué fue de su vida después de que terminamos, la verdad —responde con simpleza y se oculta detrás de la taza tras darle un sorbo.
Yo sí sé qué es lo que ocurrió con su vida, lo investigué por mera curiosidad. Él publica fotos de su abdomen (que, por cierto, apenas se notan unos cuadraditos resaltando) con pies de fotos que demuestran que sigue resentido y tiene la mínima esperanza de que Tabita lo vea. Recibe algunos comentarios de chicas que lo halagan y buscan su atención, muchas de ellas son lectoras del Crazy News que leyeron su historia y se compadecieron, aunque Rafael no les da importancia.
Por otro lado, Olivia confesó que vio a mi hermana entrar a su casa varias veces intentando "disimularlo", pero los sonidos de sus encuentros los delatan. Me apiado de ella que está acostumbrada a escucharlos.
El incesante ruido de la cucharita chocando contra la taza para revolver mi café hace que Ale dirija su insidioso veneno a mí. Siento que el trabajo de ella es colocar pequeñas minas por el lugar y esperar a que alguna de ellas explote.
—¿Y tú, Lacey? Digo, ya tienes edad para tener novio, ¿tienes uno?
Detesto ese comentario. ¿Quién estableció que debo tener una edad en específico para estar en una relación?
—Por supuesto que sí —sonrío con cinismo a la vez que me siento en la punta de la mesa para ver sus ojos—. Es un chico muy apuesto, dulce y comprensible. Es rubio, tiene grandes músculos, dinero de sobra y un hermoso corazón. Como si eso fuera poco, me quiere —para formar parte de su engaño y que nadie descubra que es bisexual—. ¿Tú tienes novio, Ale?
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Sumergida en el arte
Teen FictionLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...