Mi casa se había convertido en mi infierno personal. ¿Lo peor de todo? Ese infierno tiene puertas para escapar, pero tengo terminantemente prohibido salir por ellas.
Si ya de por sí el ambiente era una mierda antes, ahora lo es mucho más. Ocultar esa realidad era mucho más sencillo cuando Daniel Lisboa me embelesaba con su música o cuando salía a respirar a Rony's. Sin celular o computadora, sin salidas, sin independencia, esto es un bodrio.
Mi madre se ha vuelto más insoportable que de costumbre porque está notando cuánto aligeraba la carga de sus hombros cuando hacía todo yo sola; las comidas, lavandería, limpieza. Era un fantasma, apenas notaban que existía.
—¡¿Esto es enserio?! —chilla Tabita desde la cocina.
Un sábado sin nada interesante que hacer, este drama luce como algo de mi interés. Me inclino en el sofá para agudizar mi oído. Al sólo percibir leves quejas me levanto y me coloco junto a la puerta, como toda una espía profesional.
—¿Qué ocurre, corazón? —pregunta mamá para verla desesperada junto a su celular.
—Jack acaba de conseguir una novia. No es tan bonita como yo, claro que no me llega ni a los talones y seguro no le puede dar todo lo que yo le daba en la... —mamá le lanza una mirada de precaución, sabiendo las intenciones que guardaba y cambia las palabras con destreza— vida. ¡Ugh, es tan idiota!
—¿Quieres que te dé un consejo? No te metas en esa relación, no sabes cómo reaccionará la chica al respecto, te lo digo por experiencia propia. A veces ese tipo de chicas están cegadas por amor y creen que la culpa la tienes tú, aunque haya sido él quien la engañó. ¿Me entiendes?
¿Experiencia propia? ¿Mi mamá fue "la otra" cuando papá salía con la madre de mis medios hermanos? ¿Ella sería capaz de saberlo y seguir como si no le importara? ¿Nosotras fuimos producto de una infidelidad?
Y entonces, ¿qué hizo esa mujer para dejar a mamá tan traumada?
—De todas formas, yo estoy con Rafael y jamás me volvería a meter con Jack. Aunque, ¡por Dios! ¿Me remplazó con eso? —su indignación se ve opacada por sus aires de grandeza cuando de sus labios sale un "ja" sin gracia alguna.
Muchas veces me pregunté por qué Tabita era así de... malvada. ¿Por qué humillar, criticar, creerse superior a los demás la hace sentir satisfecha?
Llegué a una conclusión. Tabita debe soportar el mismo dolor que yo. A pesar de tener a mamá y papá en la palma de su mano, sabe que esta no es una familia real. Los primeros cinco años de su vida fueron los mejores que ha pasado. Sin embargo, todo ese sueño de princesa en un castillo de algodón y padres reyes que le pasan la corona se destruyó con su separación.
Le debemos muchas cosas a papá. Yo, por ejemplo, le debo el personaje con el que me toca actuar que me otorgó sin siquiera saberlo. Ella, su poder para denigrar a las personas como mecanismo de autodefensa.
Padre ha de estar orgulloso de los monstruos que creó.
El timbre de la puerta suena e interrumpe mis técnicas básicas de espionaje. Maia y Chloe se presentan ante mis ojos, portando ambas una sonrisa escalofriante. Ayer les confesé que no podía salir de mi casa. Y ya saben el dicho; si Maoma no va a la montaña, la montaña irá a Maoma. Esto es algo así como un hueco en la ley, pues nadie puede decirme que estoy pasando por alto mi castigo.
—¡Amiga! —exclama Maia con su usual tono melodioso— Tenemos muchas cosas que contarte.
Muy a la contraria de la otra castaña, Chloe pasa con su celular en manos únicamente emitiendo un "hola" carente de emoción.
Mi hogar es muy pequeño; tres ambientes, sin contar el baño. Las habitaciones son reducidas y cada sonido, por más bajo que sea, se oye en cada rincón. No es algo precisamente hermoso y lleno de lujos, pero sé que se hace lo que se puede.
Quince minutos más tarde las tres ya estamos instaladas en mi habitación, Chloe sentada sobre la silla misteriosa con las piernas enlazadas y Maia a mi lado sobre la litera de arriba. Sus pies van en vaivén sobre el aire, jugando como una niña.
—Quiero un novio —suelta de repente. Sus ojos están clavados en las agujetas de sus zapatillas y no se me pasa por desapercibido el leve puchero que forma con sus labios rosados—. No sé, siento ganas de estar con alguien de verdad.
—Demasiado complicado, linda —declara Chloe de forma desinteresada. Sus verdes ojos se llenan de aburrimiento y eso le transmite a su amiga—. Prefiero besos, roces y deslices sin ataduras. Ya sabes, "accidentes" que no se vuelven a repetir a menos que sea un excelente accidente —un guiño pícaro se percibe como un consejo que debemos tomar.
A veces quisiera tener ese aire despreocupado que ambas parecen expeler por los poros. Pero luego recuerdo que "arriesgarme" es una palabra que escatima en mi vocabulario.
—Estoy cansada de eso —confiesa tras unos segundos de silencio. Bate sus largas pestañas y vuelve a mirar a su amiga—. ¿Por qué no llevar la acción de la mano del corazón?
—Porque pueden ocurrir dos cosas; una, la acción será muy de vez en cuando, casi nunca, o dos, tu corazón no lo podrá soportar. Pero bueno, Mai, no te convenceré de algo cuando te ves tan decidida. Ve en busca de tu príncipe azul, más chicos para mí —concluye con un deje de "te lo estás perdiendo todo por tonta"—. ¿Y tú, Lacey? ¿Has pensado en dejar a Chad o todavía sigues en tu burbuja de enamorada?
¿Acaso Chloe me estaba arrojando una llave para liberarme de la jaula de mi noviazgo falso?
—Bueno... —titubeo entre plantar la semilla de la duda en ellas o descartar por completo la idea de que ya no quiero estar con él— La verdad es que jamás me imaginé dejándolo o viceversa.
Tampoco había pensado demasiado en cuánto tiempo debería durar nuestra relación. Chad ya tiene su grupo de amigos y el puesto medianamente alto en la pirámide social que tanto deseaba al comienzo, y yo logré que la mira se desviara de mí, ya nadie sospecha que nunca he tenido novio.
Pero, entonces, ¿hasta cuándo seguiremos con nuestro superfluo teatrito?
—¿Ya dieron el... siguiente paso? —susurra las últimas dos palabras por si mi mamá o hermana están merodeando cerca.
Era sabido, en algún punto ella iba a preguntarlo. Sin embargo, Chad y yo somos más precavidos desde aquella vez en el campamento. Decidimos decirle a los demás (sólo en caso de que preguntaran) que sí, que ya lo habíamos hecho hace tiempo. Sabemos que eso logra calmarlos y pierden el interés tan rápido como un parpadeo.
—Claro, hace meses—contesto luciendo casual, mi voz tan normal como siempre, aunque debo controlar las manías que podrían delatarme.
—Vaya, Lacey, me enorgulleces.
Así de jodida está la sociedad que tener sexo a los quince años puede considerarse un gran mérito.
—Aunque hay otro chico en tu cabeza —afirma Maia sólo con mirar mi perfil. Su mirada inquisitiva se siente como si sostuviera una filosa espada en mi cuello, tratando de sacarme la información que ansía—. ¿Quién es?
¿Que quién es él? Quizá la respuesta sea más difícil de hallar de lo que ellas imaginan en las máquinas de sus cabezas. Porque sí, Ilay es complicado de definir con una sola palabra.
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Sumergida en el arte
JugendliteraturLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...