Capítulo 3 ♡

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Quince años y el alcohol debe ser mi mejor amigo

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Quince años y el alcohol debe ser mi mejor amigo.

¿A qué punto hemos llegado como sociedad para que tenga que beber para ser aceptada por el resto?

—Pero Chad no te golpea, ¿verdad? —inquiere Maia alisando su cabello. Observo el líquido transparente que está servido en un vasito frente a mí y opto por cambiar de posición antes de que noten mi desagrado por la idea de tomar alcohol previo a la fiesta.

—Claro que no. No sé de dónde sacó esa idea mi padre. Chad puede ser lo que quiera, pero jamás se atrevió a levantarme la mano —muevo el tacón de mis zapatos de un lado a otro, tratando de distraerme de lo que ocurrió luego de la charla con mi papá—. Al parecer, recibió una foto en donde él me acarició la mejilla y luego de escribir una noticia de un noviazgo violento para su periódico, la sugestión pudo con su mente y creyó que era una bofetada. Es un exagerado. Aunque tuve que decirle que tengo novio.

El cuarto de Maia es digno del de una princesa. Las paredes están pintadas de lila, telas cuelgan en el techo como parte de la decoración y algunas frases estar pegadas como un tapizado sobre el armazón de su cama. Hay tres espejos perfectos para arreglarnos sin aplastarnos. En una esquina conserva una mesita y silla de un juego de té que tenía de niña y en aquella silla es donde estoy esperando a que ellas terminen de alistarse.

—¿Y? ¿Cómo se lo tomaron? —interrumpe Chloe, detiene el movimiento de su mano con la que se aplicaba el labio rojo carmesí y me mira a los ojos buscando drama en ellos.

—No les importó —dejo que mi espalda se encorve y por un instante mi mirada baja al suelo—. Después de aclarar que no es agresivo, me ignoraron y comenzaron a hablar de cuentas.

—¿Y luego?

Luego mi padre se fue y mi mamá me ordenó sacar la basura. Estando en la oscura y desolada calle me encontré a Olivia, la rubia y mejor amiga de Johann. Todavía no sé si lo imaginé o si fue real, pero creí haberla oído susurrar algo mientras levantaba la tapa del basurero.

—Si te lo digo es para que no te ilusiones, no para que creas que estoy amenazándote o algo así. No quiero entrometerme, pero no te mereces que te hagan algo malo, eres buena persona —eso fue lo único que se oyó claramente. Los grillos opacaban su leve murmullo, por lo que lo siguiente es una mera suposición—. Ilay no es conveniente para ti.

No dije nada, permanecí estupefacta en mi lugar. Ella se largó y me dejó con una intriga que me sofoca incluso estando entre mis amigas. ¿Sería posible que descubriera mi enamoramiento por Ilay? ¿Sería posible que haya descubierto que mi relación con Chad es una farsa?

No, claro que no. Es imposible. Me niego a aceptarlo. Quizás, como mi padre, la sugestión se apoderó de mí y logró que viera colores donde sólo hay un cuadro gris. No lo sé, y preferiría no pensar en eso.

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