Capítulo 48 ♡

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A partir de ahora me presentaré como Lacey Camaleón Bell

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A partir de ahora me presentaré como Lacey Camaleón Bell.

He logrado pasar desapercibida en la casa de mi padre. Me aprendí los horarios de cada quien para saber a qué hora la cocina, el baño y la sala están desocupados.

Logré hacer una copia de las llaves sin que se dieran cuenta y entro y salgo las veces que se me dé la gana a la hora que se me dé la gana. Trato de comprar comida que pueda consumir en la habitación para no tener que estar en la mesa con ellos, lo cual Tabita agradece.

Creo que ya se rindieron conmigo. Nadie me dice a qué hora cocinar o cuándo limpiar. Lo hago porque me gusta, yo lavo mi ropa, limpio lo que ensucio y a veces me toca hacer la cena junto a Russell. Aunque nunca me lo indican; nunca me dirigen la palabra.

Quizás es lo mejor.

Por otro lado, Tabita parece cargar con un cúmulo de tristeza inagotable. Pocas veces sonríe, es muy difícil conseguirlo, pero parece que Jack posee ese poder. Por eso no le reprocho cuando sus llamadas nocturnas interrumpen mi sueño.

Es lo más complicado que a ella le tocó atravesar en la vida. Primero perdió a su madre para luego descubrir que papá tiene una familia paralela a la nuestra, que tiene medios hermanos e incluso una madrastra. Además, descubrió lo que creyó imposible: ella no es la favorita. Las tareas de la casa le pesan, apenas las está aprendiendo hacer. El trato despectivo de todos la hacen lucir cansada. La facultad no le parece interesante, conseguir un trabajo mucho menos.

Y viendo todo esto, sólo pienso en que yo tuve suerte.

—Mira —mi hermana me muestra en la pantalla de su celular una imagen—. Es Alejandra, la prima de mamá. Ahora está en Marruecos con un hombre que dice ser su nuevo novio.

—¿Le hablaste? —inquiero introduciendo una papa frita a mi boca.

—Lo intenté. No me contestó —informa perdida en el aparato. Se acomoda mejor en la cama y me arrebata una de las frituras—. Sabe que mamá murió, sabe que necesitamos ayuda, pero es incapaz de contestarme un mensaje o siquiera llamar para mandar sus condolencias.

—Supongo que no le importó que estuviéramos cuando ni su propia madre la quería a su lado —comento consciente del deje dolido.

—¿No sientes que es agobiante estar aquí? No se siente para nada como un hogar —reflexiona mirando las sucias paredes del cuarto de Russell.

—¿De verdad quieres irte de esta casa?

—Dios, sí. Deseo estar tan lejos de este lugar como sea posible. Es horrible. Marisa me dedica sus miradas de odio profundo mientras que los hermanos se pelean a cada rato. A veces, siento que hacen un complot para humillarme —se queja con un resoplido.

Es verdad. Yo creí que Marisa me odiaría más a mí por todas esas veces que me atrevo a confrontarla, pero en realidad tiene la mira en Tabita porque papá la quiere a ella. Es como una lucha de cariño, aunque es absurdo porque son dos formas de cariño distintas: la paternal y romántica.

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