Capítulo 15 ♡

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El arte y yo no nos llevamos del todo bien

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El arte y yo no nos llevamos del todo bien...

Johann me explicó que para él es una buena manera para desconectarse del mundo, que cuando hace las pinceladas, su cerebro se apaga y lo único que le importa en ese momento es que el cuadro acabe evocando los sentimientos que quiso transmitir desde un principio.

Y tal vez tiene razón, pero a mí no se me da nada bien eso de los colores y formas simétricas. Aunque muy pocos lo sepan, soy un poco perfeccionista en esos temas, por eso me frustra cuando un color queda más claro o siquiera un círculo queda deforme. Y con mi escasa habilidad con esto, todo se vuelve un cúmulo de ansiedad que me provocan ganas de partirle la cara a alguien. En este caso, al profesor de artística.

—Lacey, ¿qué es esto? —voltea la cabeza hacia un lado y hacia otro, como descifrando el dibujo que está en el caballete. Acaricia su barba de tres o cuatro días y vuelve a posar sus ojos en mí— ¿Un monstruo? ¿Sombras que cobran vida? Tu mente me perturba.

—Es un conejito —me defiendo con toda la inocencia que poseo.

Abre los ojos comprendiendo y se ahorra el comentario destructivo. Tal vez mi conejito no parezca uno, pero juro que tiene personalidad. Le pondré Carlos y será el más malote de la madriguera.

El profesor Adolfo es divertido, la mayoría dice que el mejor de este curso, aunque yo difiero, siento que algo oculta. Sin embargo, hay que darle méritos a su belleza y juventud. Si no fuera por la casi imperceptible barba que siempre se deja, aseguro que sería fácil confundirlo con un estudiante. Labios finos y rosados, ojos oscuros y cabello negro que sube en un fino tupé.

—¡Chloe, esto es magnífico! —exclama él y le muestra al resto de la clase su obra de arte mostrándose estupefacto— De esto estoy hablando, chicos. Cumple con los requisitos y se ve hermoso. No debes preocuparte, Chlo, tu diez está escrito en la planilla desde ahora

Observo la pintura de un árbol y sí, lo admito, se ve bonita (y un poco simple), pero no sé si "magnífica" es un adjetivo que utilizaría. Supongo que gustos son gustos.

Chloe sonríe con todos sus dientes mientras sus irises verdes inspeccionan la clase buscando alguien que quede boquiabierto. Adolfo pasa una de sus manos sobre la cabeza de ella como si la felicitara de esa forma.

Johann siempre es halagado, así que esta vez no es la excepción. También tiene la ventaja de que su poder lo ayuda mucho, porque, aunque él así no lo quiera, las personas quedan encantadas con ver cualquiera de sus pinturas.

—Me gusta tu dragón, linda —comenta Chad con mofa cuando viene a pedirme color azul. Apenas interpreta mi expresión de aburrimiento, la carcajada emerge de su garganta.

—No molestes a mi Carlitos, estúpido sin apreciación al verdadero arte —contesto con molestia fingida, sin embargo, la sonrisita me delata.

—Salón de ciencias, en el recreo —susurra en mi oreja antes de irse.

Sumergida en el arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora