No tengo idea de lo que estoy haciendo, pero me agrada en la misma proporción que me aterroriza.
Johann sostiene con firmeza mi palma como si hubiera deseado ese contacto hace tiempo. Su expresión neutra me divierte, jamás lo había visto así, manteniendo su postura frente a una situación importante. Bajo un poco la cabeza para ocultar mi sonrisa entre los despeinados rizos cafés que utilizo como cortina.
¿No es extraña toda la escena en sí? Yo tomada de la mano de Johann Tracy a punto de conocer el otro lado de mi familia. Sí, es una locura, pero me queda claro que la definición de locura es un tanto extensa.
—Buenas tardes, ¿qué desean?
La misma mujer que vi la vez anterior se asoma por la puerta. Su cabello filoso y oscuro baila alrededor de su cuello. Tiene un aspecto cansado, sus ojeras y una vibra de malhumor me hacen retroceder un paso y sentirme cohibida. No lleva ni una gota de maquillaje, me sorprende porque mi madre adora maquillarse, las únicas veces que las veo sin él es cuando se prepara para dormir o apenas se despierta.
¿Que qué deseo? No lo sé, me dejo guiar por la curiosidad y las ganas de probar que sí hay cosas que me hacen sentir cómoda con mi vida. No quiero en un futuro descubrirme llamando a mi adolescencia como una etapa obsoleta en la que mi único propósito es fingir que encajo con una sociedad con la que no estoy de acuerdo. Es simple. Quiero encontrar a mi verdadero yo y para conocer a esa chica debo investigar sus raíces.
—Estamos haciendo una investigación para la escuela —miente él con la tranquilidad de un profesor de yoga—. ¿Nos dejaría entrar a su casa y hacerle algunas preguntas?
—No lo creo... Estoy un poco ocupada, niños... —su tono es un poco grueso, aunque no lo suficiente para ser uno masculino. Desconfía de nosotros. Puedo notar la amargura cuando arruga sus labios en un gesto de disgusto.
—Es rapidísimo, en un abrir y cerrar de ojos, así —chasquea sus dedos con desesperación. ¿Qué está haciendo?
Desato nuestros dedos y coloco mi mano sobre su hombro para que desista. Una mínima exhalación se escapa de sus pulmones como un jadeo agonizante. Observa mis ojos inundados de miedo y desilusión sin permitir que esos sentimientos se le contagien.
—Johann, si ella no quiere que hagamos el trabajo está bien, ya buscaremos alguien más.
—No, ya sé —susurra despacio y lleva una mano a su mochila para sacar su cuaderno repleto de bocetos—. Mire, señora, ¿no le gusta mi dibujo?
Eleva un juego de perfectas sombras salpicadas y la mujer se queda atónita frente al papel, parece una mosca siendo traída por la luz, con un expresión boba y descolocada. Miro al empleador de tal estado y noto que las pupilas en sus ojos se expanden por el profundo azul convirtiéndolas en uno negro saturado. Sus facciones se ven seguras y apretadas, mientras que una apenas perceptible curva se levanta en su comisura izquierda.
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Sumergida en el arte
Teen FictionLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...