Capítulo 40 ♡

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¿Por qué fue distinto con Ilay?

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¿Por qué fue distinto con Ilay?

Ilay Sallow es hermoso, atlético e inalcanzable. No quiero rebajarme diciendo que yo no estoy a su altura, estoy consciente de que no soy Kylie Jenner, pero tengo lo mío. Tampoco quiero estereotiparlo afirmando que es poco inteligente. Sólo trato de explicar que él es no es más que una fantasía ilusa que armé para enfrascarme en alguien más.

Su sonrisa impecable logró cautivarme. Los irises dorados fueron las luces que insistían que lo mirara. Sus músculos y espalda ancha producto del baloncesto terminaron por derretirme. Así se convirtió en mi amor platónico. Mas todo fue superficial.

La belleza juvenil son un par de combinaciones de piezas que consideramos perfectas. Son nadas que conforman un todo. Déjenme decirles que ese todo y nada es un vacío intrascendente. Sí, es bonito, ¿y?

Y no hay más de qué hablar. ¿Lo ven? Vacío.

No sé cuál es su color preferido, quién es el jugador que utiliza como inspiración o cuándo es su cumpleaños. Lo único que sé de él es que la amabilidad y simpatía escasean en su cuerpo.

Quizás una parte de mí supo que estaba jugando conmigo desde un principio, al comprender que no iba en serio decidí fingir que me estaba arriesgando. Pero nunca me arriesgué porque sabía que nada iba a pasar por su parte. Algo así como revelar el spoiler triste de un libro y que te den más ganas de leerlo porque crees que por saberlo no te afectará.

—Ven.

—¿Estás seguro de esto? —cuestiono mordisqueando mi labio inferior. Suspiro notándome nerviosa y tal vez asustada.

—Claro que no. Pero sé que debemos hacerlo —afirma moviendo sus azulados ojos al interior de su casa para que entre finalmente.

Con Johann las cosas no son iguales. Lo conozco desde hace tiempo, sí he invertido tiempo en saber de él. Yo sé que su pintor preferido es Salvador Dalí, recuerdo que cumple en abril y su color favorito es el rojo. No es un carilindo nada más. Tiene valores, moral, pensamientos divertidos (que muchos coinciden con los míos) y todo aquello que convierte a una persona promedio en un ángel.

Él me agrada y yo le agrado. Si algo falla, es como si ese resistente lazo recíproco se cortara por la mitad.

Ilay me agradaba lo suficiente para creer que me gustaba, yo no le agradaba en lo absoluto. No se puede cortar algo que no existe.

—Mamá, papá, antes de que nos vayamos queríamos hablarles de algo —les anuncia Joh al adentrarse a la sala.

Samira y Timothy se levantan del sillón, imponentes como rey y reina a punto de mandar a matar a una anarquista que cuestiona su forma de reinar. Sus ojos furiosos me lanzan llamas.

Lo intento, de verdad lo hago. Gracias al suave roce del brazo de mi amigo con el mío, logro controlar mi expresión desafiante y convertirla es una arrepentida.

Sumergida en el arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora