Nunca fui amante de las lágrimas, se me hacían algo taaaan estúpido. ¿Las gotas de agua expresan algún tipo de sentimiento? Qué ridículo.
Sin embargo, esa noche derramé lágrima tras lágrima como si no hubiera un mañana, un canto de sollozos que intenté acallar sin éxito fue reclamado por mi hermana, quien desde la litera de abajo me lanzaba cojines. En la noche no cené, ¿cómo hubiera podido?
El asqueroso café que preparó mi mamá es dejado frente a mi nariz. Ella no es una buena cocinera, ni siquiera se esfuerza por serlo. Por eso, mis desayunos eran en Rony's y las comidas las hacía yo. Sin embargo, esto está incluido en mi absurdo castigo.
Batiendo sin ganas mi taza descubro la mirada llena de mofa de Tabita, sus rasgos semejantes a los míos tienen un atisbo de malicia. Mientras que ambas mujeres charlan acerca de un intrascendente programa de televisión, yo me sumerjo en mi miseria.
Miro la hora en mi celular y un pequeño gruñido se escapa de mi boca. A esta hora Ilay sale de su casa y si estuviera en la cafetería podría admirarlo. Saber que esa rutina se ha acabado oprime mi pecho y me obliga a hacer un puchero involuntario.
—¿Puedo irme ya? —cuestiono impaciente. Me mezo en mi silla y jugueteo con mi falda.
—Iremos —corrige mi madre, ganándose un resoplido de frustración—. Yo te acompañaré hasta la puerta de la escuela.
Un autobús y una madre desesperante después, me encuentro en los pasillos del colegio, siendo prisionera de los gestos cariñosos de Chad, quien me aleja de mis amigas para hablar en privado.
—Tus ojos están brillando como si no hubieras dormido en toda la noche y tus mejillas junto con tu nariz están coloradas, estabas llorando, Ley. ¿Qué te ocurrió? —su semblante compasivo no funciona conmigo.
—¿Desde cuándo te interesa mi vida, Chad?
Sé que mi contestación no es la mejor, sé que está mal que lo trate así, más ahora que proclamamos la tregua entre nosotros. Sin embargo, hoy me cuesta el doble fingir.
—Desde siempre, hermosa —asegura acariciando mis manos—. Déjame que te levante el ánimo y a la salida vamos por un helado con tus amigas, ¿va?
Entonces descubro algo incierto en sus ojos. ¿Será que él sigue actuando o por un momento se le olvidó que esto es puro teatro? ¿Él podría llegar a sentir amor verdadero por mí o es mi falta de sueño la que me hace imaginar cosas?
—Chad —mi voz apacible y mirada perdida lo obliga a confirmar que lo escucho haciendo un sonido de garganta—, ¿estás enamorado de mí?
Alrededor los pasillos se encuentran llenos, con chicos yendo y viniendo con un rumbo fijo. Se oyen los murmullos y las carcajadas, pero yo sólo pienso en el rubio que tengo en frente.
ESTÁS LEYENDO
Sumergida en el arte
Teen FictionLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...