—Lo siento.
Las palabras sueltas de Maia en medio de la primera clase del viernes nos deja a Chloe y a mí mirándola desconcertada.
Ella está un poco extraña desde la entrada, como más callada, calculadora y perspicaz. Su cabello castaño y lacio de siempre se lo amarró en una media coleta, las sombras de sus ojos se perciben más suaves y su cabeza permaneció gacha durante el trayecto al salón.
Como lo dije: raro.
—¿Qué sientes, linda? —cuestiona Chlo con el mismo semblante confuso que yo.
Antes de que agregue algo más, miles de escenarios sobre cuál es la problemática me saludan. ¿Atropelló a alguien con el auto de su padre? ¿Le atravesó un cuchillo a alguien que le caía mal? ¿Encontró un secreto del gobierno que podría ponernos en peligro?
—Lo siento —repite con un deje profundo que casi se pierde entre el bullicio. Sus irises cafés se estancan en la imagen de mi amiga—. Siento fallarte, Chloe, pero tengo novio.
Como conocedora del chico secreto y fiel amante de la pareja chillo tan fuerte que todos se callan. Las miradas se posan en mí, pero no me importa porque mi sonrisa es gigantesca. Dios, estoy emocionada como si la que consiguiera novio fuera yo.
—¡Bum! —le pego una palmada a la mesa atrayendo más la atención. La euforia es algo difícil de controlar— ¡La semana asombrosa lo hizo de nuevo! Felicidades, Mai. Seguro se ven hermosos juntos.
Disimular que no sabes una información es la mejor salida para todo.
—¿Semana asombrosa? Vaya estupidez —desdeña Chloe para luego centrarse en la noticia principal— Lo hablaremos luego, cuando los chismosos —eleva la voz remarcando la palabra— estén pendientes de sus propios asuntos.
Así es, en el recreo lo hablan, pero no puedo participar en la conversación. Ambas se fueron a la esquina más alejada del patio para discutir algo que no debería ser llevado a debate.
Yo me dediqué a intentar leerles los labios por un buen rato, al tratar con palabras como "flor" "receta" y "castillo mágico" me di cuenta de que no estoy dotada con esa habilidad.
Me desplomo en el césped encerrándome entre los cuerpos de Johann y Milan.
—Milan —canturreo con una sonrisa que no se me escapa desde que sé la noticia—, así que pudiste conquistar el corazón de la (no tan) inocente Maia —cambio de voz y endurezco la mirada—. Debo advertirte como toda amiga que como la lastimes te las verás conmigo. No te conviene.
—Por supuesto que no te conviene. Tener de enemiga a Lacey Bell es como tener al diablo en tu contra —ironiza Johann con un deje temeroso tan falso como mi amenaza.
—No te preocupes, no lo haré —me asegura radiante. Su cabeza se mueve de un lado a otro en la búsqueda de su nueva novia—. Por cierto, ¿dónde está ella?
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Sumergida en el arte
Teen FictionLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...