Tipiar en la computadora mientras el exquisito aroma a café se percibe y mis oídos oyen la voz de Daniel debe ser considerado el cielo más divino. Cuando muera quiero que este sea mi paraíso exclusivo y con eso no hay discusión.
Yo creo en Dios y en las especulaciones de que al morir irás al cielo o al infierno depende de tus acciones en la Tierra, algo así como que la vida es tan sólo un examen el cual aprobamos o reprobamos. No es que vaya a la iglesia todos los domingos o que antes de dormir lea la biblia o rece. Simplemente tengo fe en que alguien sabe lo que hacemos y tira de algunas cuerdas para que nuestro pasaje aquí cumpla un propósito en específico.
Varias veces me he detenido de hacer alguna tarea tratando de adivinar cuál es mi objetivo de existencia.
Tal vez estoy pensando demasiado en mis creencias, pero la noticia que intento escribir lo amerita. Dos hombres se pelearon en medio de la calle porque tenían Dioses distintos y en el violento enfrentamiento, uno de los dos cayó contra el cordón de la calle y se golpeó la nuca, provocando así su muerte. Qué extremistas. El asesino se excusó diciendo que estaba defendiendo su creencia y que él se lo busco por no respetarlo.
Por eso no suelo hablar con nadie acerca de Dios o sobre cualquier tipo de creencia. No es que me avergüence, sino que temo por cómo reaccionaría alguien si lo supiera. Hoy en día hacer las cosas en silencio parece ser la mejor opción. Es una mierda, pero es la verdad.
—¿Cómo haces eso, campanita? —pregunta Rony detrás de mí mientras lee lo que llevo escrito.
Cuando apenas entré al local sus ojos parecieron iluminarse, me hizo tantas preguntas acerca de mi ausencia que su preocupación me hizo sentir mal por no avisarle que estaba castigada. Me dijo que durante las semanas que no venía él seguía preparando mi taza de café a la espera de que llegara y nunca lo hacía. Incluso llegó a pensar que me había ocurrido algo grave.
Lo abracé y le pedí perdón decenas de veces. En ese momento deseé con fervor que Rony fuera mi padre y no el que tengo ahora mismo, tal vez él es la persona que más se parece a un padre de verdad para mí. Aunque he de admitir que últimamente mi papá se ha comportado bastante bien.
—¿Hacer qué? —cuestiono desconcertada.
Sus grises ojos van de la computadora a mí y me mira con el ceño fruncido.
—Eso. Escribes noticias como si la vida te fuera en ello y siempre estás positiva. ¿Cómo haces para no desalentarte? A mí me cuesta ver el noticiero porque me entristece cada cosa y tú redactas las más trágicas y nefastas. Eres joven y ya conoces todo lo que está mal en este mundo.
Es la segunda persona que me dice algo así. ¿Será que tienen razón? ¿Será que yo estoy más hundida de lo que creo y lucho de una manera positiva contra ello? Jamás he notado cómo enfrento las cosas, lo hago y ya. Posiblemente Johann y Rony vean más de lo que mis ojos perciben.
ESTÁS LEYENDO
Sumergida en el arte
Teen FictionLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...