El cielo se tiñe de un azul cada vez más oscuro, los árboles se ven más temibles y el ligero viento se percibe refrescante cuando salimos de la ciudad. Lo irritante es oír los fuertes sollozos de Rafael, y por supuesto, sentir que la incertidumbre nos hace perder la cabeza a todos.
Cuando los pasos de mis padres y las llamadas a la policía (las cuales fueron inútiles por el poco tiempo de desaparición) me terminaron por agobiar decidí ir a la casa de Olivia, donde con su celular pudo rastrear el GPS del de Tabita y saber su ubicación exacta. Digamos que esa es una ventaja de tener una vecina lista.
El auto frena con lentitud frente a una pequeña casa envuelta en chapas plateadas sin ventana alguna, semejante a los containers. Todo lo que nos rodea es campo; pasto, árboles y algunos animales. No parece un lugar para un secuestro. ¿O sí? No lo sé, nunca me secuestraron.
—Cállense —sisea mi madre, aunque nadie haya dicho una sola palabra en todo el viaje.
Mi padre es el primero en bajar, seguido por mamá. Rafael sorbe por la nariz antes de levantar la cabeza y recargarse con energías. Olivia titubea al otro lado de los asientos, pero prefiere mantenerse dentro del auto.
Hago los mismos pasos que ellos por el camino de piedras que cubren la tierra y crujen en el silencio. Mi pecho se hunde con dudas, ¿qué habrá allí dentro? ¿Nos estamos arriesgando demasiado? ¿Mi hermana está viva?
Entonces la puerta es derrumbada por el poderoso pie de papá y nos permite una vista privilegiada de la única habitación que hay. Las náuseas regresan a mi cuerpo con tanta intensidad que aprieto mi palma contra mi boca y me obligo a voltear. Tabita está desnuda en la cama sobre Jack, ambos sudorosos y moviendo sus caderas rítmicamente, dejando que los gruñidos se escapen y sus manos se paseen sobre el cuerpo del otro carentes de vergüenza.
Me sostengo de la pared exterior que expele aire caliente y hago muecas de repulsión para que el asco merme. El grito de ella es lo que me confirma que notó nuestro descubrimiento y me atrevo a ver en su dirección cuando ya está tapada por sábanas. Papá da una carcajada que hace rebotar su barriga mientras regresa al auto, mi mamá se limita a dirigirle una mirada a mi hermana que grita "te advertí que no lo hagas", pero nada más que demuestre estar enojada con ella.
Claro, se trata de Tabita. Ellos no van a estar enfadados por las travesuras de la hija predilecta. Además, el alivio de que está a salvo es un factor que influye en su indulgencia.
En cambio, Rafael se encuentra devastado, incluso peor que antes. Se adentra a la habitación y le implora a su novia que todo lo que sus ojos ven no sea real, sino una pesadilla. Me da pena, pero ver un minuto más hacia allí me provoca escalofríos.
—Tú lo sabías —acuso a Olivia apenas entro al auto.
Su mirada se suaviza, como si pidiera disculpas en silencio o se avergonzara de que acabo de ver a su propio hermano desnudo en pleno acto sexual con mi hermana.
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Sumergida en el arte
Teen FictionLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...