Capítulo 12 ♡

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¿Quién es realmente?

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¿Quién es realmente?

Ilay Sallow: un adolescente de dieciséis años. Cabello oscuro como la noche y ojos brillantes como la miel. Labios gruesos y sonrosados, perfectos para ser besados. Nariz adecuada para el tamaño de su rostro. Tan blanco que parece vampiro y cada sonrojo se hace más notorio. Delgado, pero también musculoso. Con una espalda que podría considerarse una maravilla. Alto, lo suficiente para practicar su deporte favorito y colocarme apelativos acerca de nuestra diferencia de centímetros. Basquetbolista empedernido. Atractivo ante los ojos de cualquiera.

Y como si fuera poco con su físico, su personalidad es incluso más bonita. Es tierno hasta los huesos y protector con las personas a su alrededor. Divertido, afectuoso y altruista. Capaz de dejarlo todo si te ves en problemas. El chico deseado para que sea tu compañero de vida.

Ilay es el tipo de persona que cede el asiento si viaja en transporte público o detiene la puerta si sabe que quieres pasar tú también. Él es el tipo de chico que, aunque no haya chocado contigo, te ayudaría a recoger tus libros.

Quitando el hecho de que quien lo describe es la misma persona que lo persigue y lanza suspiros de amor cuando con toda la simpleza del mundo el chico respira, esa es la percepción que tengo de él.

Olivia sólo intenta asustarme.

Sin embargo, no bastan dudas reflexivas o frases insensatas para que una enamorada se olvide de lo que siente. ¿O sí?

—Tengo algo que decirte —pronuncia cerca de mí.

Es el séptimo día que estoy sometida en el absurdo castigo que impuso mi padre, por ende, salir a cualquier otro lado que no sea el colegio es imposible. Lo del muelle fue una excepción o tal vez un pequeño lujo que me pude tomar, pero ahora esto es irracional. Admitir que estoy castigada sería algo muy largo para explicar y tampoco quiero rechazar su petición sin ningún argumento que sea válido.

Comenzar la jornada escolar con Ilay a un lado acompañándome por lo largo del pasillo es... interesante. Sería maravilloso que todos los días fueran así.

—¿Dónde y cuándo? —finjo indiferencia ante sus gestos.

—Ahora y... —mira ambos lados para corroborar que no estamos en la vista de nadie. Toma mi antebrazo y tira de él a un lado— aquí.

—¿El cuarto del conserje? ¿Es enserio?

A pesar de estar rodeados por escobas, trapeadores y decenas de productos de limpieza, este lugar no es tan pequeño como creí. Hay un foco sobre nosotros que nos ilumina lo suficiente para que nuestro encuentro luzca más como una escena de película.

Entonces la vocecita de Olivia susurrándome "él no te conviene" llega a mi cabeza. Claramente está equivocada. Me niego a creerle algo de lo que dijo.

Sin embargo, tal vez ella sí tenía razón en algo; Ilay me trae a su merced, basta una mirada fugaz para que mi corazón se acelere y mis manos tiemblen, para que todo mi cuerpo se consuma en una ansiedad exuberante. Él podría controlarme, darme vueltas como si fuera su muñeca predilecta, pero no lo hace. Y eso lo convierte en una buena persona.

Sumergida en el arteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora