Superación.
Si tuviera que ponerle un nombre a todo este caos, probablemente ese es el que mejor le quedaría.
Yo no puedo ser como Olivia y llevar con un orgullo perceptible el collar que la tacha de fácil. Quizá ella tiene otra historia, un punto de vista incomparable al mío, pero no coincido en su decisión.
El dije de corazones no representa un punto final, ni el cierre de un ciclo. Es lo que Ilay quiso desde el principio, que inventara un cuento inexistente para seguir usándolo. "Siempre me llevarás contigo" mintió con el fin de que no me lo quite. Tal vez al principio me lo creí, pero luego, cuando descubrí la verdad, lo único que hacía era aferrarme a un pedazo de metal como si eso fueran los escasos y bonitos momentos que pasamos.
Me estaba aferrando a mis propios sentimientos, a aquellos que él sacaba a flote con una sonrisa o su típico apodo el cual pensé que era exclusivo para mí.
Véanlo como algo simbólico o una de las estupideces que cometo sin más. Por la mañana contemplé mi reflejo en el espejo, el brillo que emitió el collar con la luz solar cautivó mi atención. Lo desabroché y lo dejé en mi cofre de joyas, perdido entre lo demás.
Ya no es especial, ya está con el resto de bijouterie aburrida, simplona y barata. Aunque sea un château et toi original y de plata, eso ya no guarda valor porque ahora es uno más del montón.
Pasa lo mismo con Ilay Sallow.
—¡Ya no traes el collar de dificilota! —exclama Johann interceptándome en la entrada del colegio.
—Oye, ¿no quieres gritarlo más fuerte? ¡Tal vez te faltó aturdir al perro de la esquina! —señalo vagamente al cachorro abandonado después de resoplar.
Es claro que un miércoles por la mañana lo único que quiero es evitar la vergüenza en la que me envolví ayer de forma voluntaria. Dándome una pequeña fuerza entre mi malhumor me encamino a paso rápido al pasillo de la institución, sin embargo, él me pisa los talones.
Está tan rojo que me recuerda al emoticón enojado. Su vista se desvía cuando volteo de manera abrupta. ¿Me estaba viendo el...? Ahg, ¿qué importa? Ayer pudo sentirlo y... ¡Maldita sea, tengo que dejar de pensar en eso!
Acomodo mis rizos imperfectos sobre mis hombros y cambio mi expresión por completo.
—Descubrí un dato que podría interesarte, así que necesito que hagas algo por mí, hermoso —pido con cierta incomodidad.
—Lo que quieras. Dime —sus ojos azules se pegan a los míos marrones y me da una de esas sonrisas serviciales.
—Busca en los archivos de tus padres el comprobante de adopción de tu medio hermano.
—¡Ni loco! —retrocede asustado— ¿Sabes cómo se pondrían si descubren que revisé sus cosas? Son muy buenos, pero no tienen ninguna clase de indulgencia cuando se trata de él.
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Sumergida en el arte
Genç KurguLacey Bell huye de Johann como si fuera su asesino personal. Sin importar cuánto lo aparte, él regresa una y otra vez hacia ella por una razón ajena al resto: sus poderes mágicos. Un día decide darle el beneficio de la duda y preguntar qué es lo que...