Casate Conmigo. ||Chriserick||

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~ Mayo 15 ~

Zabdiel revisaba la lista que todas las mañanas tenía que revisar antes de mandarla para que sea archivada.

Estaba concentrado cuando Joel arribó a la empresa, robándose toda la concentración del castaño al verlo cruzar la puerta de entrada, suspiró cuando vio la sonrisa del rizado.

— Erick no ha llegado — dijo lo primero y lo mas lógico que se le ocurrió —, de hecho creo que...

— No vengo a verlo a él. Hoy no — le mostró una sonrisa, que no se borro incluso cuando Christopher paso por la recepción, quien se sintió como si irrumpía en algo que no le incumbía, pidió el ascensor con algo de incomodidad y se desespero porque este no llegaba.

Richard alcanzó a subir con su amigo, pues se había detenido por unas donas antes de entrar a trabajar, no se percató de la incomodidad de su amigo, ni del par con miradas intensas por estar tan concentrado en las deliciosas donas. Jocelyn le había puesto en una dieta obligatoria, y ya se le había olvidado el sabor del pan, o del azúcar, en simples palabras se le había olvidado lo que era probar la gloria.

— Quita esa cara que me das miedo — dijo Christopher saliendo del ascensor dejando atrás a su amigo.

Lo siguió, y al estar dentro de la oficina de su amigo y de guardar su dulce pecado en el maletín se decidió en hablar.

— Hablando de miedo, ¿cuando planeas preguntarle a Erick "la pregunta"? — le habían llamado de tal manera por petición del castaño, pues era una manera discreta de hablar.

— Aún no es el momento — se limitó a decir —. Además, ya estamos comprometidos.

— Si claro. Solo te falta hacerlo oficial y de corazón. — contestó mientras se acercaba a la puerta —. Estaré en mi oficina.

Su oficina había vuelto a ser suya después de una gran charla para dejarle en claro a Abraham que él solo lo estaba reemplazando, pero que ya no ocuparían de sus servicios. Aun así él no se fue solo cambio de oficina, a una mas lejana el punto es que seguía trabajando en la empresa.

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El dulce y amargo aroma del café se colaba por los rincones de la gran casa, mientras que Jocelyn, Erick, Yulissa y Claudia hablaban de la boda. Planeaban el banquete que tendría, mencionaron que el lugar ya estaba apartado y que era uno grande, hablaron sobre la música, sobre el pastel, sobre el vestido, los anillos... Uff demasiadas cosas.
Y así se paso el tiempo mientras bebían de una caliente taza de café.

— Que bueno que Christopher te  dio el día te necesito mas que nunca — agradeció Jocelyn posando su mano sobre la del ojiverde —, de hecho necesito la ayuda de todos los que se ofrezcan a ayudarme — volteo a ver a las demás que estaban presentes.

— Yo no podre hoy. Pero sería un placer ser la dama de honor.

— Yo no...— se encogió de hombros, si que requería de una, no solo podía tener a Erick como su ¿caballero de honor? —, esta bien, gracias Yulissa — su relación había mejorado con el tiempo, ambas tenían un pasatiempo favorito en común y era molestar a Christopher, dando por hecho...ambas empezaron a soportarse y a divertirse juntas.

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— Insisto en que debes de poner música, cantarle un poco. No se te ocurra tocarle una canción en guitarra, aparte de que no sabes y que Erick no ha tenido ni tiempo de enseñarte, es muy romántico y empalagoso, de solo pensarlo me da diabetes. Mejor invitalo a un restaurante y en su copa de vino pones el anillo, procuras que no se le atore porque si fuera de esa manera Jocelyn te mataría... Aunque pensándolo bien, es mala idea.