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Christopher había aprendido que para cada momento feliz, se necesita uno triste; porque se requiere tener un balance entre ambos y lo aprendió por experiencia y no por platicas.

Sabía que la oscuridad necesitaba de la luz, para que existiera como tal, y que esos conocimientos no te harían inmune cuando lo vivieras en carne propia. Y que como cualquier persona, necesitaba de otra para sobrevivir.

Él tardó dos días para armarse de valor e ir a la casa, tenía pena de aparecerse por allá después de que hubiera abandonado a Erick en un mal momento, y su defensa era que se sentía mal, debía de aceptar que era una pésima excusa.

En esos dos días recibió llamadas de su madre, las cuales nunca contestó, pero si escuchaba lo que ella tenía para decirle; dejándole en claro que él no era el único que sufría, que dejará de ser un infantil y que volviera a la casa...

Al abrir la puerta se encontró con una escena que le desgarro el corazón, y se culpó por lo idiota que era, le daba la razón a su madre, había sido un idiota, había abandonado a Erick cuando mas apoyo necesitaba.

Su pelinegro se encontraba en el sillón en posición fetal y entre sus brazos mantenía cerca a Aaliyah; se notaba que le susurraba palabras al oído. En el primer intento de acercarse, Erick lo corrió, le grito que no lo necesitaba que se mantuviera lo mas lejos posible de ellos, Claudia había llegado alarmada a la sala, pero Chris le había hecho un gesto para que se mantuviera calmada, aun así ella no se fue.

Al tercer intento Erick se doblegó ante la insistencia, bajando la guardia permitiéndole a Christopher que se acercará para que los reconfortará.

— Ellos ya no están — había dicho entre lágrimas mirando a la bebé en sus brazos —. Jocelyn... — no pudo continuar el nudo en la garganta le dificulto el habla.

— Estoy aquí contigo — lo apegó mas a él —, con ustedes y no los dejaré caer. Estamos juntos en esto.

— No tienes idea de cuanto te necesitaba — dijo Erick colocando su cabeza en el hombro del mayor.

Christopher no podía sentirse mas culpable, y se limito a consolar a los bebés en sus brazos, eran su familia; y como tal la protegería.

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Pasaron los días y el dolor seguía presente, a fin de cuentas su casa era una caja de recuerdos, pero no tanto como al inicio pues ahora ambos se apoyaban.

Christopher había ojeado unas cuantas hojas del cuaderno que Richard le confió antes de irse, encontrando la canción que cantaría en el día del funeral, y la inspiración de su primera tatuaje.



Esos días de duelo ninguno de los dos tocaron la empresa, ni siquiera pensaron en eso, dejándole el camino libre a Abraham para que se acomodara como se le pegará la gana, pero eso era un tema que los traía sin cuidado. Una visita sorpresa fue lo que necesitaron para que las lágrimas volvieran a caer.

Joel abrazó a Erick, demostrándole que no importaba su historia, el apoyo incondicional estaría presente. Cuando se entero de la noticia no dudo en ir corriendo a averiguar la dirección del paradero del pelinegro; y en compañía de Zabdiel llegaron para demostrarle su apoyo. Apoyo que ambos agradecieron tener.

~ Septiembre 7 ~

Christopher no podía tener mejor vista que la que tenía enfrente, Aaliyah le daba la espalda mientras que con sus manitas acariciaba la playera de su Erick, quien dormía tranquilamente. Se dice que cuando se duerme se olvidan las preocupaciones, y eso podía confirmarlo con solo observar la tranquilidad en el rostro del pelinegro, su boca entre abierta, su respiración relajada. Simplemente una obra de arte frente a sus ojos.

Tuvo que desviar la mirada a la puerta al escuchar un par de golpes en ella, después se abrió con delicadeza dejando ver tras ella a Claudia con una bandeja de comida, Chris le sonrió apenado por seguir en la cama, pero no tenía intención de moverse por miedo a despertar a alguno de los dos durmientes.

— Buenos tardes — saludo Claudia, cuando ella llegaba al extremo de llevar la comida al cuarto significaba que pasaban de las doce.

— Gracias, Claudia — dijo Christopher con una sonrisa ladina.

— Siguen dormidos — observo, y le fue inevitable volver a verlos.

— Ayer dormimos tarde, así que se les perdona — explico con una sonrisa melancólica.

Claudia negó, y se retiró del dormitorio, donde ahora podía percibir paz.

Pasaron los minutos donde Christopher se limitaba a verlos y después a su tatuaje en su brazo derecho, admirando el dibujo que Erick se había ofrecido a hacer; tratándose de un cometa/estrella con tres líneas, simulando lo que deja al pasar por un lugar. Decidió colocarse ese tatuaje en especial en dicho brazo para que simbolice a aquellas personas que fueron, y serán, esenciales en su vida, aquellas que se irán sin un destino...

El leve movimiento en la cama logro sacarlo de sus pensamientos, encontrándose con los ojos verdes de su amado sobre los suyos, le regalo una sonrisa burlona.

— ¿Te sigues arrepintiendo del tatuaje? — bostezo, achicando sus ojos, pero sin despegar su mirada ni unos centímetros.

— Solo del diseño, porque el significado vale oro — le mando un beso.

— Si estuviera mas despierto, y Aaliyah no estuviera en medio te hubiera lanzado una almohada — lo señalo antes de cubrirse la cara con sus manos —, y la advertencia sigue vigente.

— ¿Cuando caduca?

— Cuando se me olvide — contestó encogiéndose de hombros, miro a Aaliyah y sonrió con nostalgia.

— ¿Que paso? — preguntó mirando en la misma dirección.

— Solo pensaba...

— ¡Que raro! — Erick lo miro mal antes de volver a la pequeña —. ¿Que pensabas?

— No, ya no.

— ¡Oh, vamos! No te hagas del rogar — el ojiverde sonrió ladino y continuo.

— Pensaba que nuestros amigos no nos dejaron en su totalidad — apunto a Aaliyah —, nos dejaron esta bellísima fusión de ellos, sin contar los miles de recuerdos que nos asecharan en nuestros días malos.

— Se les agradece ese gesto — acarició su tatuaje.

Aaliyah empezó a moverse, despertando el hambre en Erick, haciéndoselo saber repetidas veces.

— ¡Chris! ¡Tengo hambre! — la voz de su futuro esposo, combinada con los balbuceos de la pequeña le dieron la fuerza para levantarse y caminar hacia la bandeja, que minutos atrás había traído Claudia, agradeciéndole nuevamente por su gesto, ahorrándole el tiempo para complacer a sus dos bebés.

Sin desconfiar de su pareja volteo, ya que le estaba dando la espalda al caminar por la comida, recibiendo una almohada en plena cara, no podía enojarse por su actuar infantil, al contrario rió con ellos.

Ahora tenía dos cosas claras:
Primero, tenía que tener cuidado con las advertencias de Erick,
Segundo, los momentos felices empezarían a llegar.



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«Las personas que merecen estar a tu lado lo demuestran sin necesidad de que se lo pidan»




Casate Conmigo. ||Chriserick||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora