Capitulo 74

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Capitulo 74

Michael

El sonido de un teléfono nos interrumpió en ese momento qué estábamos pasando juntos, la miré frunciendo un poco él ceño, ella sacó su teléfono y me miró sospechosa.

- Ahora vuelvo. - se levantó para tomar la llamada a escondidas mías.

- ¿Quién es? - pregunte serio.

- Ammm, un, un amigo. - responde con duda y eso me molesto un poco.

Ella salió de la habitación y a mi me dejó con la duda de esa llamada misteriosa. Alexandra ya no tenía amigos, sus amigos del pasado ya no estaban en este mundo entonces ¿de qué amigo me habla? Ella tardó varios minutos al teléfono y regresó a la habitación cómo si algo le preocupará.

- ¿Todo bien? - le pregunté mirando a mi hijo.

- Si, si bebé todo bien. 

- ¿Quién era? - volví a preguntar.

- Ya te dije qué un amigo. - me volvió a responder lo mismo.

- ¿Un amigo? - fue ahí qué la mire con seriedad. - ¿Cómo se llama?

- Es un amigo Michael, ¿es qué acaso ya no puedo tener amigos y tengo qué tener tú permiso? - escupe.

- No, lo que me molesta es qué tú actitud es muy rara Alexandra acaso ¿me ocultas algo? - su expresión cambió de inmediato, ¿porqué actuaba de esa manera?

- ¿Desconfías de mí Michael?

- No, no desconfío de ti chica. Se qué nunca me engañarías con otro.

- ¿Entonces? - cruza sus brazos.

- Alexandra hace días que has estado actuando muy rara. Primero lo qué le sucedió a Wayne y no has querido comentarme qué pasó ese día, segundo la pesadilla qué tuviste aquella noche y tercero está llamada misteriosa, ¿me estás ocultando algo otra vez? - la mire enfadado. No quería discutir con ella pero Alexandra ha estado muy rara y eso no me gusta.

- No empieces por favor. - dice ofendida y empieza a caminar. Yo dejé en la cama a Prince para seguir su camino.

- ¿Lo quieres discutir? 

- No. - sonó dura.

- Me dolería Alexandra si llegas a mentirme de nuevo - ella se detuvo. -  Te lo volveré a repetir ¿me estás ocultando algo?

- Ya te dije qué no Joe. - ella se giró para responderme y me miró mal, jamás me había vuelto a llamar así desde aquellos días qué decía odiarme.

Se qué era algo tonto pero me había dolido. Asentí con la cabeza y pronto mis ojos se llenaron de lágrimas. La dejé sola y regresé con mi hijo. Me senté en la orilla de la cama llevando a mi hijo a mis piernas. Una lágrima rodó por mi mejilla y la quite con mi pulgar, era demasiado sensible y más si se trataba de ella, escuché ruido de llaves a lo qué me levanté y miré que Alexandra iba de salida.

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