—Maat... —un jarrón pasa volando cerca de mi cabeza y aterriza en la puerta haciéndose añicos de manera estrepitosa, pero en lugar de acobardarme y preocuparme por la vajilla que está siendo destrozada, toda mi atención está puesta en mi hermana—. Sé que estás alterada, pero...
—No, Tisza, no lo entiendes —dice con el rostro rojo con rastros de pintura negra-azulada en las mejillas mientras me mira de manera salvaje—. Ese bebé, ese niño... Iba a ser la primera mujer en gobernar. Iba a ser la primer faraona, y ahora...
—Lo sé —suspiro y dejo sobre la mesilla mi joya del escarabajo. Al parecer en estos momentos debo de ser la voz de la razón más que nunca—. Pero, piensa, puede que ese bebé sea otra mujer...
—Ese bebé no es una mujer —gruñe con una expresión más salvaje si cabe—. Yo... hace unos días estaba pasando por la habitación donde están todos los eruditos, sacerdotes y escribas. Y estaban diciendo que los dioses les habían mandado un nuevo faraón. Y sé que no se referían a mi. Y no puedo creer que ellos no nos hayan dicho nada.
Nuevas sacudidas se apoderan de su cuerpo y sé que si me acerco, ella se alejará de mi. Así que lo único que me queda hacer, es esperar a que ella venga a mi.
Veo cómo revolotea como un animal salvaje por la habitación y tras un montón de vueltas, se detiene de manera abrupta haciendo que retenga el aire en mis pulmones.—Oh, Tisza —su rostro se arruga y nuevas lágrimas brotan mientras se acerca a mi con los brazos extendidos.
—Tranquila —susurro envolviendo mis brazos a su alrededor tratando de contener sus temblores, pero es algo complicado teniendo en cuenta que Maat se está dejando caer sobre mi y no estoy preparada del todo para sostener su peso si se desmorona completamente—. Todo saldrá bien. Nosotras... no te dejaré, lo juro por mi alma.
Me costó demasiado hacer que se tranquilizara y ponerla otra vez bella, ya que nuevas lágrimas salían y arruinaban mi precario intento por renovar su maquillaje, pero era lo mejor que podía hacer ya que Maat se había negado a hablarle a una doncella para hacerlo. Y seamos sinceros, yo no podía hacer un milagro.
Con la idea de los invitados en su cabeza, logra animarse un poco, y tras la cena que al parecer acordamos en la cual prometí estar, los chicos se portan atentos con ella y estoy tan aliviada que me permito relajarme.
Mientras escucho la animada conversación entre mi hermana y Dakarai, una sonrisa feliz se estira en mis labios mientras bebo de mi copa.
—Pero nada se compara a la vez que Tisza... —comienza a decir Maat pero la interrumpo.
—A ellos no creo que les interese conocer sobre mi infancia —mis palabras salen más duras de lo que pretendía, pero no me arrepiento ya que logra su cometido y vuelven a pasar de mi.
Cuando Maat está más borracha que nunca, decido dar por terminada la velada. Nuestros padres se retiraron hace horas, así que no hay quien reprenda a mi hermana por su comportamiento no tan digno de una reina y yo no seré quien comience a hacerlo. Y no creo que sea necesario, no con lo que ha pasado hoy.
—¿Princesa? —alzo la vista al escucharlo y me encuentro con el otro chico.
—Tu debes de ser Amun —le sonrío mientras hago trabajo con el peso de Maat sobre mi hombro y mis brazos una vez que he logrado ponerla en pie de su asiento—. Les dije a tus hermanos que...
—Lo sé —dice, pasándose una mano por el cabello y me maravilla verlo.
Por lo general los hombres no suelen llevarlo largo, no hasta donde él lo porta, y los faraones... bueno, ellos no llevan nada más que una sosa peluca que espanta por mucho que se esfuercen en hacerla ver increíble.
Este chico es como una... deidad con ese cabello.—Pero en verdad me dio lástima y un poco de vergüenza verla batallar con su hermana sin nadie que la ayude, y no podía irme sabiendo eso. No sin poder hacer algo —sus palabras me sorprenden.
Nadie nunca me había dicho que sentía lástima por mi.
Nadie había sido así de honesto conmigo.
Por lo general los guardias solo...—Tienes agallas para hablarme así —admito con una sonrisa que se ensancha más al verlo palidecer y esto solo me confirma que no lo ensayó, porque, créanme, no saben de la de chicos que me topado así—. Los guardias nunca me dicen nada, porque saben que odio que intervengan cuando he dicho «No». A menos que sea algo que me sobrepase o que mi padre lo ordene, intervienen. Pero no te pongas así, tienes suerte de que me agrades.
Eso, y que eres atractivo.
El pensamiento me pone coloradas las mejillas y yo solo espero que lo atribuya al esfuerzo y no a mis muy mal encarrilados pensamientos.
—¿Eso quiere decir que...? —murmura, dudoso.
—Gracias, pero no —acomodo a Maat nuevamente y cuando un brazalete cae al suelo, no puedo evitar suspirar—. Será mejor que te vayas.
Hace una reverencia rápida y cuando estoy segura que ya no está, miro hacia la puerta.
—¿Vas a seguir riéndote como en la mañana o vas a venir a ayudarme? —de entre las sombras emerge Bes claramente divertido por los temblores que sufre su atuendo de guardia y trato de aparentar estar molesta mientras lo veo—. ¿Se puede saber que te da tanta risa?
—Nada —niega reteniendo una sonrisa y cuando toma a Maat en sus brazos, nada me impide que pueda pasar mis dedos por su rostro provocando un temblor en su semblante—. Tisza...
Su tono es de advertencia pero por un momento estoy tentada a ignorarlo y simplemente darle un beso, pero me contengo.
—Sabes que a mí no me importaría que lo hicieras —susurra y no me preocupan los guardias, no hay ni uno solo. Solo él y yo, y claro Maat. Pero ella está más fuera que dentro—. Pero sabes cómo se pondría mi hermano y lo que me diría que puedo arruinar su oportunidad de convertirse en general, en seguir los pasos de nuestro padre... y yo no podría hacerle eso.
—Lo sé —susurro dándole una última caricia—. Pero la que tiene más que perder aquí, soy yo. Y a mí no me importaría. Pero me encanta ver tu rostro. Siempre es un suspiro... para todo esto.
Bes fue el primer chico que conocí de niña, fue mi primer amigo, fue un escape para el sofoco de todos los deberes reales que envolvían mis días a través de Maat, así como también fue mi primer amor y mi primer beso. Un amor que terminó mucho más rápido de lo que comenzó.
Aunque Maat sea quien va a tomar el trono y se espera que se case con otro príncipe, sé que se espera lo mismo de mí.
Los invitados de hoy deben de tener alguna relación con alguien de la realeza, y puedo que Maat haya estado bromeando con que sean príncipes al comparar su atractivo con el de ellos, pero algo de cierto deben tener sus palabras porque de no ser así, ya se habrían marchado porque no siempre aceptamos invitados por tiempo prolongado simplemente para "apreciar la belleza de Egipto".
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El pergamino de Tisza. [J.R. 2]
Historical Fiction« -Los fuertes buscan fuerza, los débiles buscan excusas. Así que dime, ¿cuál es la tuya?» 🐍 Historia de la mamá del príncipe Tau de "Casada con el faraón". 🐍 Libro 2 de la serie: Joyas reales. ✖️ IMPORTANTE: no es necesario leer "Casada con el f...