Capítulo 32

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En el breve recorrido de mis aposentos al patio exterior donde se otorgan las fiestas en grandes masas, veo al chico sacar de lugares escondidos más y más flores.

Y cuando por fin llegamos a esa parte del castillo, las telas ondean bajo la suave brisa y tanto la luz de la luna como de las pequeñas velas que están apostadas por todo el camino hasta lo que parece ser una parca, le dan un toque cálido a la frialdad de la noche.

—Adelante —me invita a continuar y tras hacerme una reverencia da media vuelta y desaparece.

Desciendo los escalones uno por uno y mis manos se sienten húmedas bajo mi nuevo ramo de flores.
No hay guardias ni criados alrededor. Es como si solo estuviéramos esa carpa y yo.

Cuando llego al linde del camino de velas y la tela queda a unos de pasos, me detengo.

—¿Arrepintiéndote de haber aceptado? —la suave voz de Kosei sale de la carpa y cuando separa la tela, le veo sonreírme.

—Demasiado, no sé porque he llegado hasta aquí —me niego a darle la satisfacción de escuchar que esto me está gustando más de lo que debería, así que simplemente sonrío del mismo modo que hago cuando busco molestar a alguien. A mi hermana, por ejemplo—. Pero ya estoy fuera. Lo que me preocupa de todo esto son las flores. Al parecer has dejado algún pobre jardín sin flores...

—Y pienso desflorar más todavía —murmura guiñándome un ojo y le sigo dentro.

Y debo volver a admitir que es lugar es lindo y acogedor. Y muy personal.

Solo estamos él y yo.

—¿Me permites? —Kosei se encuentra detrás del respaldo de una de las sillas que acompaña a la mesa, esperándome.

—Vaya, cuanta galantería —me burlo aceptando el gesto.

—Y también me quedo con esto —quita de mis manos las flores y veo como las coloca en un florero de jade que se encuentra en el centro.

Nos acerca dos copas y cuando toma asiento, hace sonar una campana.

Dos mozos, un chico y una chica con ropajes dorados entran cargando bandejas y una botella de lo que parece ser vino.

—Brindemos —sonreí alzando la copa medio llena—. Por una nueva amistad y el maravilloso futuro de Egipto.

—Por la amistad y el futuro de Egipto —concuerdo y mientras bebo solo pienso en una cosa: Maat.

«Por mi hermana y su maravilloso futuro.»

El pergamino de Tisza. [J.R. 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora