Capítulo 12

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—¿Crees que pueda recuperarse? —me pregunta Dakarai en cuanto salimos de los aposentos de mi hermana después de traerla.

Tras el pequeño colapso que sufrió, mi madre lloró al verla en ese estado.

Mi padre me pidió que me encargara de ella, y tras ver que sería imposible el moverla sola, no quise involucrar guardias, no en el estado en que se encontraba, así que decidí buscar ayuda en el chico.

Dakarai me ayudo a llevar todo el peso de mi hermana, y tras darle un buen baño y unas cuantas hierbas, entro en un estado de calma y no se movió más.

—Sabrá como lograrlo. Es fuerte —asiento, retorciéndome las manos, un poco nerviosa por el estado en el que se quedó Maat—. Le llevará algunos días, pero lo logrará. En cuanto su corazón esté listo, podrá enfrentarse a nuestro hermano.

—¿Va a perder el trono?

—No lo sé —niego, aunque probablemente es una mentira, pero no me siento con las fuerzas suficientes para comenzar a responder, pero creo que al menos le debo esto al chico—. Puede que los consejeros de mi padre se opongan a la idea de que una mujer gobierne, y por mucho que mi padre ame a mi hermana, estará en un gran dilema. La otra opción es que tome al bebé como su futuro esposo. Cosa que me parece espeluznante, y a la cual Maat se opondrá nada más escucharlo. Eso ni siquiera es una opción aquí.

—Pero, ¿podrían obligarla?

—Tal vez —murmuro, meditándolo y veo como la expresión del chico se oscurece—. Pero créeme, mi hermana no lo aceptará. Tiene más de un solo motivo para no hacerlo.

—¿En serio? —dice, y veo como una sonrisa ilumina su semblante, pero esta vuelve a caer—. ¿Crees que esté bien?

—¿El que despose al pequeño Menes? No, es horrible —niego, haciendo una mueca—. Creo que cualquiera puede elegir con quien estar. Y sé que Maat desea unir su vida a alguien espectacular. Alguien único.

Al decirlo, miro al chico, y lo encuentro abochornado.

Una pequeña sonrisa tira de mis labios, y parte del peso que se encuentra en estos momentos sobre mis hombros disminuye.

Estoy a punto de preguntarle por Amun, cuando veo aparecer por uno de los pasillos a Bes.

Este me hace un movimiento de cabeza leve, y sé que algo se trae entre manos.

—Llamaré a su dama de compañía para que esté al pendiente de ella, así que, no te preocupes —le digo a Dakarai, comenzando a alejarme—. En verdad gracias por ayudar.

Antes de que pueda decirme algo, doy media vuelta, y comienzo a caminar con vigor por la misma dirección que he visto desaparecer a Bes.

El pergamino de Tisza. [J.R. 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora