Capítulo 51

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Mi mente se siente como papilla.
La cabeza me flota y los ojos son una horrible masa llorosa.

Llevo lo que se sienten semanas tirada en cama, pero que para mí pesar, apenas han sido días.

Dos días.

Dos días desde que Maat se fue.
Dos días desde que Menes murió.
Dos días desde que no veo a mamá ni a papá.

Y sé que debo moverme, sé que debo hacerlo, pero se siente tan bien estar así cuando todo tu mundo se ha desmoronado a tu alrededor...

—Tisza. —el suave susurro de mi nombre llega a mis oídos y buscando su lugar de origen, mis ojos encuentran a Amun—. Tisza, amor, debes salir de aquí. Debemos...

—No puedo hacerlo. No puedo enfrentarme a ellos... No puedo..., simplemente no puedo hacerlo, Amun.

—Tisza, por favor, debes salir. Tu padre te necesita, tu pueblo te necesita, tu madre...

—Luego. —susurro y nuevas lágrimas comienzan a surgir mientras un nudo gigante comienza a adueñarse de mi y mi nariz comienza a taparse presintiendo la marea que viene.

Odio llorar.

Nunca lo hago, pero desde que Maat se fue, se me es imposible parar.

—Tisza...

—Vete. —niego, cerrando mis ojos con la voz empequeñecida—. Por favor.

Y esas son las últimas palabras que pronuncio antes de volver a sumergirme en este valle de lágrimas.

—No puede

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—No puede..., ¡no puede pasar! —escucho un forcejeo en la puerta y a pesar de estar demasiado cansada de tanto llorar, logro alzarme sobre mi hombro justo cuando la puerta de mis aposentos se abren estrepitosamente y ahí, sereno y maldito, se encuentra Kosei—. Alteza...

—Está bien. Ella quiere que yo esté aquí, necesito hablar de un asunto muy importante con la princesa, ¿o debo decir la reina?

—Alteza... —comienza a decir mi guardia mirándome entre apenado y molesto y uniendo toda la fuerza que soy capaz de obtener en estos momentos, niego suavemente.

Mi guardia hace una última reverencia antes de salir, y con ojos cansinos, miro a Kosei.

—No estoy disponible en este momento. —susurro sacando mis piernas debajo de mi manta y mientras apoyo mis pies desnudos sobre el suelo, espero a que hable—. Pero dado que has entrado de ese modo a mis aposentos, sé que no podré librarme de ti tan fácilmente. Así que, habla, ¿qué te trae por aquí?

—Quisiera hacer un trato. —susurra con voz suave y melosa y no puedo evitar mirarlo con el ceño fruncido—. He escuchado que tu padre tiene planes de sacarme de palacio por lo que hizo mi hermano, pero al parecer mi otro..., hermanito se queda. Quiero que lo prohíbas.

—Que lo prohíba. —susurro con voz queda y en medio de todo este adormecimiento sus palabras se filtran y no puedo evitar reírme ante ellas—. ¿Quieres que yo le impida a mi padre que no te saque a ti de su palacio?

—Sí, tú...

—Yo, quién no pudo convencerlo de darle una segunda oportunidad a su propia hija, mi hermana. Yo quién..., quien dejó ir a su única hermana tras la muerte de su hermano de apenas algunas lunas. Oh, querido Kosei, en verdad lo lamento mucho, y lamento ser quien te arruine la fiesta, pero estás con la persona equivocada. —digo simplemente volviendo a sentirme exhausta y con un movimiento tembloroso hago mi camino hacia la pequeña mesa auxiliar qué hay cerca de mis ventanales donde se encuentra el agua y espero, vino también—. No puedo ayudarte.

—Pronto serás nombrada...

—¿Reina? —inquiero y no puedo evitar bufar mientras me detengo frente a la mesa y comienzo a buscar—. Pasarán años, no, miento, siglos para que yo asuma el trono.

—Tisza, por favor.

—Lo siento pero no puedo ayudarte. —vuelvo a negarme y cuando encuentro la jarra de vino que dejaron hace unos días mis doncella, tomo una copa y comienzo a servirme—. Ahora, si no te molesta...

—Hazlo o todo el reino lo sabrá, Tisza. —al escuchar su amenaza no puedo evitar voltear a mirarlo y al ver su expresión, la risa estalla en mis labios.

—Oh, Dioses benditos. —aúllo y me detengo cuando un calambre me recorre el cuerpo. Quien diría que él sería el causante de este pequeño regreso del mundo de los muertos sentimentales—. Deja de jugar, Kosei. No es un buen momento y sea lo que tengas que decir, te sugiero que...

—Hazlo o le diré a todo el mundo aquí en palacio y al pueblo que su princesa querida, su próxima reina, ayudó a los traidores. Les diré que ella se encontró con ellos antes de que escaparan y no hizo nada para detenerlos. Les diré que no diste la alerta a los guardias a pesar de que negaste el haberles visto.

Al escuchar sus palabras no puedo evitar quedarme totalmente quieta.
Inclusive mi jarra de vino viejo ha pasado a ser historia al escucharlo.

—No sé de qué demonios estás hablando, pero déjame decirte algo Kosei: tú maldito hermano se llevó a la mía. Y no estoy prácticamente contenta con ello. Así que no dudes ni por un segundo que yo...

—¿Sabes? Es difícil tomarte en serio viéndote en este estado. —continúa sin inmutarse por mis palabras y su tono está bañado de total y completa burla—. Toda sucia, apestosa, y borracha por lo que veo. Das vergüenza, Tisza. Tú hermano...

—¡Fuera! —rujo lanzándole la jarra que claramente no es un impedimento para él pero aún así me hace caso mientras retrocede—. Lárgate de aquí. No quiero..., no quiero verte más.

—Piensa en mi oferta, Tisza. Además, esto será más beneficioso para ti que para mi. Podría ayudarte a encontrar al asesino de Menes.

Fuera de aquí. —vuelvo a repetir a pesar de la promesa que me ha dado y mi cerebro está lo suficientemente atontado y nublado por la pena y el dolor cómo para tan siquiera considerarlo.

—Piénsalo. —me repite justo cuando mi guardia aparece y antes de que esté pueda tomarlo para sacarlo de aquí, Kosei camina hacia la puerta por voluntad propia.

Cuando esta se cierra a sus espaldas, la cólera sigue navegando por mi cuerpo y mis venas, y este es el sentimiento más sincero y crudo que ha surgido en varias horas aparte del dolor y la pena.

Maldita sea.

El idiota sabe algo.

Describió muy bien mi encuentro con Maat como para simplemente ser un cebo para que caiga en su trampa y lo admita, pero aún así...

Bueno, al parecer dos días ya fueron suficientes para lamentarme.
No con esta nueva amenaza cerca.
No puedo permitir que mi padre lo sepa.

Eso lo destrozaría aún más, y el pueblo..., que los dioses se apiaden de la maldita alma de Kosei si esto es una clase de juego retorcido, pero lo que él no sabe es que yo también estaba hablando muy en serio acerca de su hermano.

Odio a esta familia más de lo que alguna vez pude llegar a odiar a alguien. Y a pesar del amor que mi hermana le profesaba al mayor de los hermanos..., algo no termina de cuadrarme aquí.

Puede que Dakarai sea inocente, pero hasta que no tenga pruebas que demuestren lo contrario, no descansaré hasta acabarlos.

El pergamino de Tisza. [J.R. 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora