Capítulo 26

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—¿Gustas té o alguna otra bebida? —le ofrezco a Cleo mientras sostengo la jarra.

—No gracias, alteza. El té está bien —niega rápidamente y sonrió cuando veo como se remueve, incómoda—. ¿Y su hermana? ¿No sería conveniente esperarla, alteza? No pretendo cuestionarla ni nada, pero si ella va a...

—¿No te dije? ¡Oh, que despistada soy! —exclamo, sirviendo en su taza el líquido ámbar de mi jarra—. Al parecer se encuentra indispuesta. Problemas... con, ya sabes, cosas.

Me encojo de hombros dejando a un costado la jarra y sentándome.
Veo como su expresión se vuelve un poco tensa, pero no comenta nada.

Interesante.

—Y dime, Cleo —susurro pinchando una uva con un pequeño palillo de metal—. ¿Qué trae por aquí?

Veo como se entretiene con su taza, y se que está ganando tiempo. Puedo sentirlo.

Ella no quería estar aquí, pero cuando Dakarai se negó en cenar con nosotras, ella claramente no pudo negarse.

No cuando fue una invitación oficial y ella no tiene el suficiente poder aquí para hacerlo. No como los hermanos.

—Bueno, Dakarai me pidió que viniera —carraspea—. Él y yo somos buenos amigos. Y él quería que conociera algo de aquí. Nunca he venido de visita, alteza. Esta es mi primera vez aquí.

Veo como sus mejillas se ponen coloradas por el rubor y algo no me deja creerle.

Sí, parece inocente, y sí, puede que sea verdad el que estar aquí en Egipto sea su primera vez aquí, pero no me convence que simplemente haya venido de viaje.

—Así que ustedes son grandes amigos —me aventuro a probar, tranquilamente—. Nunca había oído de ti. Ni de tu hermana.

—Somos amigos de la infancia —me explica y evade mi mirada al decirlo—. Los hermanos se han convertido en amigos cercanos a nuestra familia. Ellos... son muy amables. En especial Amun. Sin él... no sabría qué sería de nosotros en estos momentos.

—¿Amun? —inquiero, y maldigo internamente al sentir como mi corazón se dispara ante la mención de su nombre.

¡Dioses! ¿Qué demonios me sucede?

No, no, y ¡no! Eso es terreno muy, pero muy peligroso. ¡Fuera, Tisza!

—Sí, él... nos ayudó mucho cuando nuestra familia tuvo una fuerte caída. Éramos una buena familia, pero con las conquista y todo los problemas de estado... usted sabrá, Alteza —suspira y creo que por un momento se ha olvidado de con quien está hablando—. La familia real... ellos nos acogieron. Y ahí fue cuando conocimos a Dakarai y Kosei ellos...

Su palabrerío se detiene abruptamente y al alzar los ojos, me mira temerosa.

—Alteza, yo... —susurra y veo su mano temblar—. Ellos...

—No sabía que eran parte de la familia real.

Mentira. Mentira.

Tenía mis sospechas. Más con lo que dijo Freyha, pero ahora...

—¡Y no lo son! —niega rápidamente—. Todos somos cercanos a ellos. Como usted con el chico de esta tarde. Tiene que creerme.

—Tranquila. No tienes porque ponerte así —niego y amablemente tomo su mano entre las mías—. Todo está bien. No tienes por qué temer...

—Es que no sabe, Alteza —niega y veo lágrimas comenzar a correr por sus mejillas y esto no me está gustando para nada—. Amun es como un hijo para ellos y puede meterse en problemas por mi culpa... él no sufre lo que nosotros. Sí, estamos agradecidos por salvarnos, pero Kosei...

Y aquí está el problema, ¿por qué siempre tiene que estar metido en todo?

—¿Qué sucede con Kosei? ¿Él ha intentado..?

—Los príncipes ellos y sus hermanos están...

—¿Los príncipes tienen hermanos? —susurro verdaderamente sorprendida. Interesante. Eso que no me lo sabía—. ¿Cuántos son más? ¿Son Dakarai y Kosei...?

—Cinco. Son cinco hermanos —susurra y siento sus dedos apretar mis dedos—. Los más pequeños... la familia teme por ellos. Y con Kallaban enfermo... todos buscan hacerse con el trono, y si los hermanos caen... el legado de Qûar corre peligro. Toda lo que la casa real significa, caería. Si... si no protegen a los príncipes más jóvenes. Será su fin. Y con lo que leí en esa carta...

—¿Qué carta? —niego y espero a que busque un respiro para presionarla, pero no es necesario ya que comienza a hablar nuevamente.

—Hace unos días, en la carta que me llegó de mi hermana, decía que los persas se estaba movilizando y su objetivo iba a ser Turquía. Amun y ella los vieron. Escucharon susurros de una promesa de muerte hacia la casa de Qûar "El grande", y si los príncipes caen, los príncipes más jóvenes serán su única salvación. Pero si ellos mueren, será el fin de la casa de Qûar.

—¿Quienes son esos príncipes? —susurro, mirándola—. ¿Dakarai y Kosei son parte de...?

El sonido de trastes al caer nos asusta, poniéndonos alerta. Cleo deja de llorar pero continúa temblando.

—¿Quién está ahí? —pregunto pero la única respuesta que obtengo es el aullido del viento contra las telas de mis ventanales—. ¿Nana, eres...?

No obtengo respuesta y al escuchar un murmullo, miro a mi acompañante.

—¡Oh, Dioses benditos! ¿Qué he hecho? —susurra y al ver en sus ojos temor, reprimo un escalofrío.

¿Qué es lo que está realmente sucediendo aquí? ¿Qué es lo que realmente esconden estos hermanos?

El pergamino de Tisza. [J.R. 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora