Capítulo 13

1.5K 207 14
                                    

—¿Qué sucede? —le pregunto a mi amigo en cuanto cierro la puerta de mis aposentos a mis espaldas.

—Me enteré de lo de Maat, ¿cómo se encuentra?

—Lo sobrelleva lo mejor que puede —murmuro mientras enciendo mi lámpara de aceite más cercana dándole así, un poco de luz a la estancia—. Cuando te vi en el pasillo creí que traías noticias.

—¿Noticias? —dice, y escucho sorpresa en su tono—. ¿Sobre qué noticias quieres que te hable?

—Nada, solo... olvídalo —niego, tomando una tela de mi sillón—. Estoy un poco...

El sonido de mi puerta me detiene, y mirando hacia ella, hablo.

—¿Sí?

—¿Tisza? —al escuchar la voz de Kosei, mis ojos se abren alarmados, y haciéndole señas a Bes para que se esconda, comiendo a andar hacia la puerta.

—Voy, dame un minuto.

Cuando me aseguro que mi amigo no se ve y ninguna de sus pertenencias ha dejado su cuerpo como usualmente suele suceder cuando me visita, trato de tranquilizarme, y abro.

—Hola —le sonrío al chico mientras trato de relajarme, pero en su presencia, nunca puede suceder. No con esos ojos verdes mirándome con la atención en la que un halcón mira a su presa—. Que sorpresa verte por aquí.

—Lamento presentarme así, pero hay algo que no me deja descansar en estos días. ¿Podríamos...?

—Oh, claro —estoy a punto de salir para dar un paseo con él, pero al parecer tiene otros planes, ya que me empuja y entra sin darme oportunidad de negarme—. Claro, puedes pasar...

Veo como camina hasta mi cama, y tras dar un barrido por mi habitación, se sienta en ella haciendo que apriete mi mandíbula en el proceso.

Nunca en mi vida me había sentido tan desnuda como ahora.

—Verás, princesa —comienza y parte de mi calma comienza a resquebrajarse—. Tú me agradas. Y te me haces una persona muy atractiva. Y creí que con atenciones, y regalos, mis intenciones quedarían en claro, pero al parecer me equivoqué. Como todo joven de nuestra edad, es hora de unir nuestra vida con alguien más, y debo decir, princesa, que debes de sentirte honrada.

—¿Honrada? —repito, y no puedo creer sus palabras.

Sí, es cierto que él me ha dejado presentes aquí y allá desde que llegó, pero siempre he pedido que estos sean devueltos.

Como dije la primera vez que me presentaron el baúl: no es algo que yo necesite.

—Así es, honrada. ¿Sabes por qué?

No, pero me encantaría escucharlo.

—Debes de sentirte así, porque unirás tu vida con alguien poderoso. Una princesa sin trono y tierras, está destinada a la soledad y la perdición. Siempre con el temor de ser un blanco fácil para los enemigos —continúa y no puedo evitar abrir mi boca, sorprendida ante sus palabras tan... tontas—. Oh vamos, no me mires así. Sabías que soy un príncipe. Las mujeres siempre saben identificar a un hombre con poder y riquezas.

Wow, wow, ¿me acaba de decir interesada?

—Siendo este el caso, he decidido que unirás tú vida a la mía. Pero hay algo que me incomoda últimamente. He notado que tienes cierta... atención a otros hombres. He escuchado rumores de algunas doncellas de algunos encuentros con un guardia, algo de mal gusto, pero debo admitir que en algunos momentos yo también busqué consuelo en doncellas —trato de no mirar en la dirección en la que está escondido Bes, y mi autocontrol está en un fuerte debate entre golpearlo, o... yo que sé. Son varias las opciones que se encuentran en mi mente en estos momentos que no hay una que me parezca lo suficientemente violenta—. Algo que no se puede arreglar, pero lo que en verdad me tiene preocupado, es la atención que le prestas a Amun. Y antes de que te adentres en ese camino, debo decirte que él no es tu mejor partido. Un pobre esclavo sin tierras ni títulos propios... eso sin contar que ya se encuentra comprometido desde hace varios años.

¿Comprometido?

—Así que, princesa, ¿Tisza, verdad? Un nombre precioso también. Considero que pienses mejor hacia quien quieres dirigir tus atenciones y a quién le planeas dedicar tu tiempo —dice, levantándose con un suave encogimiento de hombros—. Quien sabe, tal vez y tus elecciones cambien el curso de los tiempos... o no.

—¿Eso fue una amenaza? ¿Me estás amenazando bajo mi propio techo? —pregunto, incrédula. Y vaya que este hombre puede sorprenderme a lo grande—. Déjame decirte algo, querido príncipe, puedes considerarte el hombre más grande de la nación, pero debo decir que tú no serás quien herede las riquezas de tu padre. Y créeme, en ese aspecto, nos encontramos en el mismo sitio. Así que no vengas diciendo que soy más que polvo en tu suela cuando tú eres prácticamente lo mismo.

—Encantador y atractivo tú coraje, pero te equivocas, Tisza. Yo si poseo tierras que reclamar. Una en particular que me está gustando en el tiempo que tengo en ese lugar, y con cada día qué pasa, mis deseos se incrementan. Así que, sugiero, mi querida princesa mía, que lo consideres —me sonríe, y con su dedo, roza mi mejilla antes de alejarse en dirección a la puerta—. Espero tengas una agradable noche, gracias por atenderme. Siempre es un encanto hablar contigo.

El pergamino de Tisza. [J.R. 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora