—Mis niñas —nuestro padre nos sonríe mientras se levanta del trono acercándose a nosotras en cuanto nos ve y no puedo evitar ofrecerle una sonrisa al verlo tan feliz—. Naunet, mi pequeña heredera, feliz solsticio número dieciocho.
Me trago la risa cuando Maat hace una mueca al escuchar su nombre, casi esperando que salga una réplica de los labios de mi hermana, pero cuando mamá me echa una mirada de advertencia, me la trago.
La túnica de mi padre centellea por la luz del fuego mientras envuelve sus brazos grandes alrededor del cuerpo delgado de mi hermana, producto de sus constantes entrenamientos mientras deposita un beso en su frente para girarse en mi dirección y ofrecerme una sonrisa igual de radiante.
Me muevo hasta el trono de mi madre, y tras darle un beso en la mejilla y esquivar el Snuty, la corona emplumada de la Gran Esposa Real, me coloco a su lado.
A Maat parece no irle bien con el tocado de nuestro padre y la barba postiza mientras los veo batallar y sabiendo que la risa está a punto de aparecer y probablemente mi madre me pellizque por reírme de mi padre y mi hermana, decido salvarme y me obligo a ocupar mi atención en otra cosa, así que comienzo a pasear mi mirada por la habitación nuevamente.
Algunos de los nobles ya no se encuentran así como varios del grupo de mi padre y esto me permite localizar al pequeño grupo de invitados y debo admitir que mi hermana tiene razón, son realmente atractivos.
—Chicos, acérquense —de los tres, los dos con las ropas más llamativas toman delantera, haciendo una reverencia dejando al chico de las ropas más modestas rezagado y me doy cuenta con un sobresalto que este es el chico con el que me topé al ingresar a la habitación—. Cariño, ellos son Dakarai y Kosei, hijos de un noble poderoso... amigo del imperio y han venido a Egipto por un pequeño periodo de tiempo.
—Es un placer, Alteza —uno de los chicos, el más alto de los dos, da un paso al frente y no puedo evitar examinarlo de pies a cabeza—. Me llamo Dakarai y es un honor estar aquí. Hemos escuchado que Egipto posee un gran belleza... y debo admitir que nuestro viaje hasta aquí ha sido para poder admirar la belleza de Egipto.
No se me pasa desapercibida la pequeña mirada que le lanza el otro hermano a Maat y no puedo evitar examinar al que ha hablado.
El cabello lo lleva recogido y entre ellos veo pequeños destellos de joyas en el, los ojos son claros, del color de la tierra al sol. Es alto y claramente está en forma. Pero a pesar que los hermanos son atractivos, el otro chico tiene un rostro...
—¿Qué dices, Tisza? —siento un pellizco en el brazo y con el ceño fruncido aparto la mirada del chico y la poso en mi madre pero esta no me mira, y cuando alzo la vista parpadeo rápidamente y encuentro la mirada de mi hermana y mi padre puesta en mi.
Oh, no.
—Por supuesto —respondo a lo que sea que me hayan preguntado y espero que esta sea respuesta suficiente para ellos—. Me encantaría.
Maat me mira con una sonrisa tensa que no logro descifrar y al mirar a mi padre este me sonríe con cariño.
—Perfecto —asiente y Maat termina de colocarse a su lado.
—Gracias por permitir quedarnos aquí, Alteza. Es muy generoso —el otro chico, Kosei, se pone a la par de su hermano, pero esta vez mi hermana no es el centro de su atención y es a mi a quien me sonríe para después volver su atención a nuestro padre—. Realmente estamos disfrutando de los placeres que Egipto ofrece y estamos más que seguros de que lo que se dice de esta bella nación, es totalmente cierto. Y en agradecimiento por su generoso hospedaje, hemos traído algunos regalos.
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El pergamino de Tisza. [J.R. 2]
Narrativa Storica« -Los fuertes buscan fuerza, los débiles buscan excusas. Así que dime, ¿cuál es la tuya?» 🐍 Historia de la mamá del príncipe Tau de "Casada con el faraón". 🐍 Libro 2 de la serie: Joyas reales. ✖️ IMPORTANTE: no es necesario leer "Casada con el f...