—¿Estás loca? —Maat interrumpe a mitad de mi descanso y con un suave gesto, despido a mi doncella antes de mirar a mi hermana—. ¿En qué estabas pensando?
—Hola, buenos días, me alegra ver que no moriste de ahogarte en vino. Sí, yo también estoy bien hermana, gracias por preguntar —me levanto de mi camastro y cuando miro dentro de mi habitación y veo a Bes regresar con el pecho desnudo, niego y él regresa sobre sus pasos huyendo de mi hermana—. ¿Se puede saber por qué estás aquí?
—Anoche —sus mejillas se ponen coloradas, pero aun así continúa a pesar de que siente vergüenza—. Anoche, puede que haya bebido mucho, pero aun así te oí, Tisza. ¿Tú y Bes? ¿En serio, Tisza?
—¿Qué? —finjo sorpresa y total desconcierto mientras tomo una copa de una de las bandejas que dejó mi doncella—. ¿Te encuentras bien? ¿Segura que no te golpeaste?
—Oh, no, no, no —su rostro se vuelve totalmente serio, y debo admitir que es algo aterrador el verlo. Más con esos ojos gris oscuro mirándome como suele mirar a alguien cuando está sentada en el trono haciendo sus labores—. Te conozco Tisza, sé lo que estás haciendo y no te dejaré. ¿Perdiste la cabeza?
Al escucharlo no puedo evitar reírme. Y mientras miro a Maat, mi risa estalla.
—¡Tisza, ya basta! —su golpe lo hace con más fuerza de la que esperaba tomándome desprevenida, y cuando me estrello contra el suelo y las copas, el jarrón y la jarra del agua me caen encima, Maat palidece—. ¡Lo lamento! Yo no...
—¿Estás bien? —Bes aparece ante mi con el pecho descubierto y solo una tela envuelta alrededor de sus caderas, preocupado—. Tenemos que llamar a un curandero. Tu cabeza...
Con mis dedos toco algo que está descendiendo sobre mi frente y al separar mis dedos, veo sangre en ellos, pero no me asusta el verlo ni mucho menos lo que ha sucedido.
—No... yo, estoy bien. Solo ayúdame a levantarme, por favor —Bes quita algunas cosas y cuando voy a levantarme, me toma en brazos.
Entramos por los ventanales y al mirar detrás de nosotros veo mis cortinajes manchados de sangre por donde acabo de pasar y a Maat parada como una estatua.
Su rostro de la nada pasa a ponerse tan rojo que me asusta que vaya a desmayarse, y cuando estoy a punto de hablarle, Bes me coloca sobre las mantas y ahí veo porque el cambio repentino en el rostro de mi hermana.
—Bes —susurro sintiendo las mejillas arderme como si el mismísimo sol estuviera sobre mi rostro mientras continúo con un carraspeo—. Tú... la tela... estás desnudo.
—Bueno, en algún momento tenía que suceder —toma la tela del suelo sin vergüenza alguna y cuando queda cubierto, me guiña un ojo antes de irse y el calor en mis mejillas se intensifica.
—Sí, pero es raro verte así. No cuando prácticamente te vi como un hermano toda mi vida y después... Nunca imaginé que llegaría a verte desnudo y mucho menos Maat.
Un risa grave surge de su garganta y con los ojos brillantes se gira hacia Maat.
—Lo siento, Maat —se disculpa y mi hermana simplemente asiente.
En cuento Bes desaparece, Maat se acerca a mi.
—Tantos años jugando con él y su hermano... nunca me prepararon para verlo algún día desnudo. Nunca creí que eso fuera a pasar —admite confirmando las palabras que le he dicho a Bes mientras suelta una risa baja un tanto nerviosa—. Así que tú y él...
—Sí y no —me encojo de hombros y con un pedazo rasgado de tela, me intento limpiar la sangre, pero al parecer no debo estar haciendo un muy buen trabajo porque mi hermana hace una mueca al mirarme—. Es complicado de explicar, pero no hay nada entre nosotros.
—Trae aquí –Maat me lo quita y con cuidado, me comienza a limpiar—. Esto no debió de pasar. En verdad lo lamento.
—No te preocupes —niego sintiendo como punza la zona dañada—. Y sobre Bes y yo, no hay nada de lo que tengas que preocuparte.
—Él parece quererte —sus palabras causan una sonrisa en mis labios.
—No, ambos nos cuidamos —suspiro pensando en todos los momentos en los que Bes a estado en mi vida. Son demasiados para contarlos siquiera y mucho menos para que alguien ajeno a nuestra relación pueda entenderlo—. Él no dejaría que algo me pasara, y yo no dejaría que algo le pasara a él. Nuestra relación va más allá del amor. A veces le presto mis aposentos para que él se asee cuando no quiere ir a las caballerizas o está demasiado cansado por el trabajo que hace al protegernos.
—¿Y qué pasa con los chicos? ¿Qué te parecieron? Por lo que noté, le agradas a Kosei.
—Y a ti te agrada Dakarai, y al parecer también a él le agradas—contraataco y una sonrisa triunfal se pinta en mis labios al ver sus mejillas teñirse de un ligero rubor—. Si padre quiere que me case con alguno de ellos, me casaré. Pero no sin darle trabas.
—¿No te gustaría poder elegir alguna vez? Es tu vida de la que estamos hablando, Tisza. Es la vida de ambas.
—Lo sé —admito—. Pero mi corazón no está con nadie. Bes... él es increíble, y sí, le quiero, pero creo que ese es todo el amor que podría darle. Y creo que también estoy hablando por él. Ya si los dioses ponen a alguien en mi camino y en verdad lo amo, pelearé por él si papá no lo acepta. Bes nos quiere, pero ama a su hermano y sé que haría todo por él, inclusive casarse conmigo si eso lo salva. Pero ninguno quiere eso. Y lo entiendo, porque ese amor, es el mismo que te tengo, Maat.
Maat envuelve sus brazos a mi alrededor y con los dedos tintados acaricia mi rostro.
—Jamás dejaré que alguien te dañe —susurro y más lágrimas caen sobre el puente de mi nariz.
—Tampoco yo... Amunet —dice y sonrío, feliz.
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El pergamino de Tisza. [J.R. 2]
Historical Fiction« -Los fuertes buscan fuerza, los débiles buscan excusas. Así que dime, ¿cuál es la tuya?» 🐍 Historia de la mamá del príncipe Tau de "Casada con el faraón". 🐍 Libro 2 de la serie: Joyas reales. ✖️ IMPORTANTE: no es necesario leer "Casada con el f...