El sol entra por mis cortinajes y el suave viento acaricia mis brazos y piernas descubiertos.
—¡Feliz equinoccio número dieciséis! —Maat grita estruendosamente y cuando abro mis ojos un poco, la veo dar saltos con el cabello revoloteando por todos lados.
Veo a un incómodo Dakarai parado a su lado y a Kosei mirando mi habitación, detenidamente, pero sin rastro rastro de Amun por el alrededor.
Perfecto.
—Es demasiado temprano —gruño, cerrando los ojos nuevamente aunque sé que esto no va a detener a Maat—. ¿Puedes dejarme dormir? Prometo que cuando me levante, estaré emocionada por mi equinoccio.
—¡Vamos! —Maat me toma del brazo y tirando de mí intenta sacarme, pero me resisto—. ¡Vamos, Tisza! Hasta mamá se mueve más rápido que tú.
Con un gruñido me levanto, tratando de enfocar mi vista. Tomo una túnica que hay cerca y envolviendo el lazo a mi alrededor, tapo la poco desnudez que deja a la vista mi camisón y por fin miro a mi hermana.
—¿Al menos vas a dejar que me vista? —digo, alzando una ceja tratando de enfocarla, pero demonios, tengo demasiado sueño—. ¿O su Alteza no me lo va a permitir?
Trato de ahogar un bostezo mientras espero una respuesta por parte de mi hermana, pero vamos, estoy agotada.
Apenas anoche terminamos de realizar los últimos decorados para estas fechas y tanto Amun como yo estamos exhaustos.
Al menos él no verlo aquí me dice que él tuvo una mejor suerte al poder seguir durmiendo.
Me gustaría poder decirte que nuestra relación ha mejorado, pero cada vez le noto más raro y no sé qué hacer y francamente estoy agotada de todo, pero me gusta pensar que ya somos amigos.
—Bien, pero si veo que estás tardando, te vendré a arrastrar —me da un efusivo abrazo rápido y cuando sale, Dakarai me da una pequeña sonrisa de disculpa y Kosei...
—Feliz equinoccio, Tisza —sonríe ampliamente mientras camina hasta mis sábanas y veo que deposita algo lo suficientemente pesado para hacer que se hunda esa parte.
Sale detrás de su hermano y mi hermana, y cuando mis doncellas aparecen y comienzan a revolotear a mi alrededor, estiro mi mano y tomo la caja de madera.
No es más grande que mis dos manos juntas, pero aun así es muy pesada.
—¿Tan rápido tienes regalos? —Amun aparece en la puerta, recargado tranquilamente en el marco con los telares ondeando detrás de él y al parecer él tampoco pudo salvarse de esto —. Qué interesante.
—Uno de alguien que no esperaba —digo, depositando la caja en el mismo lugar y con un suave movimiento hago que mis doncellas se vayan.
Veo como comparten miradas y risitas, y sé que no son tontas como ellas pretenden fingir que lo son.
Ellas sospechan que hay algo entre nuestro visitante extranjero y yo, pero creo que la presencia de Bes, a quien han observado con fascinación y curiosidad las veces que ha estado aquí y ellas me asistían; y ahora la presencia de Kosei, las tiene con la cabeza revoloteando por descubrir con quién está durmiendo la princesa y con quién es que se va a quedar.
Es un lástima que nada de eso sea cierto.
¡Oh! ¡Qué decepción se van a llevar!
—Y es pesado —comenta mi amigo y al mirarlo, no me observa a mí, sino a la caja.
—¿Qué haces tan temprano aquí? Creí que seguías descansando. ¿O a sido Maat? Si es así, en verdad lo siento. Creí que al menos tú te habrías salvado de ella.
Sus ojos caen un momento en mi rostro, pero los aparta antes de que podamos cruzar miradas como me gusta hacerlo.
Este chico en verdad tiene los ojos más fascinantes que alguna vez haya visto y no me molesta verlos.
—No, Maat no ha tenido nada que ver. Yo... pensaba darte algo —admite y veo como sus mejillas se tornan de un rosa suave mientras agacha la mirada—. Pero creo que te va a parecer estúpido en comparación con... eso. Y con todos los demás regalos que seguramente van aparecer una vez salgas de tus aposentos.
—Esto, no significa nada —niego, riendo suavemente mientras señalo la pesada caja—. Una joya más para agregar a mi colección. Creí que ya sabías lo que pienso de ellas. Así que, ven y dame mi regalo sea lo que sea.
Le veo dudar pero con pasos vacilantes camina hacia mí mientras busca en sus pliegues.
—Mi hermano me enseñó a hacerlo —me explica y veo que de lo que parece ser un lazo bonito, cuelga una pequeña pieza de madera.
—Vaya —digo, admirada examinándola—. Nunca me imaginé a Dakarai haciendo esto, porque estoy muy segura de que Kosei es imposible que pueda...
—No me refería a ellos —susurra y cierro la boca, apenada.
—Yo... no lo sabía, perdón —me disculpo sintiéndome un tanto avergonzada.
—Tranquila, es normal —me sonríe y admiro entre mis dedos la pieza.
—Es precioso, gracias.
—Como tú.
Mis mejillas se colorean y tras quitarme un poco la tela que cubre mi cuello y hombros, busco el modo de abrocharlo sobre mi cuello, pero me cuesta hacerlo desde esta posición.
—Déjame ayudarte —me ofrece Amun, riendo al verme batallar mientras le ofrezco la pieza—. Tengo un hermano. Algunas veces me reúno con él, y sé que la vida no nos ha tratado muy bien, pero sé que está feliz porque me encuentre entre la familia de Dakarai. Se llama Tor, algún día... algún día espero volver a verlo conmigo. Y también espero que algún día espero lo llegues a conocer, Tisza. Sé que se llevarían de maravilla.
El pequeño dije de un elefante cae sobre mi clavícula y un escalofrío recorre mi cuerpo cuando los dedos de Amun cepillan en mi cuello antes de alejarse.
—¿Por qué nos llevaríamos bien? —me obligo a decir a pesar de tener la voz temblorosa.
—Ambos son... impredecibles. Y ambos encajarían bien fuera de este mundo.
—¿Fuera?
—Así es —dice, poniéndose frente a mi—. Digamos que los dos carecen de fineza.
—¿Fineza? —abro los ojos, claramente sorprendida al escucharlo pero a pesar de eso no puedo evitar reírme—. ¿Cómo es eso posible?
—Digamos que no eres para nada sutil —dice sin miramientos.
—Vaya, gracias —murmuró, mordaz aunque sé que es totalmente cierto—. Es gratificante saber sobre mi pequeño problema de sutileza.
—¿Estás molesta?
—No, pero quien si lo estará es mi hermana si no aparezco por esa puerta camino a donde solo los dioses sepan, así que por favor y con la sutileza implícita en mis palabras por si no lo notas, te pido que te vayas de mi habitación. Gracias.
Mi tono es entre serio y divertido y por la sonrisa que se pinta en los labios se Amun sé que lo está disfrutando tanto como yo.
Me da una reverencia burlona para después salir.
Mis doncellas vuelve a aparecer, esta vez con mucha más cosas que antes y comienzan a trabajar.—¿Quiere que se lo quite, alteza? —me pregunta una de ellas, tomando entre sus dedos mi nuevo collar.
—No, déjalo —niego, apenas levantando la comisura de mis labios en una sonrisa—. Estoy bien con el.
—¿Y este alteza? —me pregunta otra, señalando la caja de madera de Kosei.
—A mi baúl, por favor —le sonrió sin molestarme en siquiera abrirlo—. No creo utilizarlo .
Me da un rápido asentimiento y con esfuerzo veo cómo se lo lleva.
Vuelvo mi vista al espejo, y al ver mi reflejo con el collar sobre mi cuello, esta vez sonrío ampliamente.
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El pergamino de Tisza. [J.R. 2]
Historical Fiction« -Los fuertes buscan fuerza, los débiles buscan excusas. Así que dime, ¿cuál es la tuya?» 🐍 Historia de la mamá del príncipe Tau de "Casada con el faraón". 🐍 Libro 2 de la serie: Joyas reales. ✖️ IMPORTANTE: no es necesario leer "Casada con el f...