Capítulo 30

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—¿En serio? ¿Un espía? —Freyha alza la vista del tablero y me mira atentamente.

—Tisza, ¿qué te trae esta hermosa mañana por aquí? ¿Gustas jugar?

—¿Qué?

Veo como le hace un gesto a la chica que le acompaña y hasta que ella desaparece continúa.

—¿Un espía? ¿De qué exactamente estamos hablando? Me acabas hacer perder una magnífica partida.

—No sabía que te gustaba jugar.

—Y no me gusta, la verdad soy un fracaso total, pero a Cassius le gusta mucho todos estos juegos, y quise aprender. Ahora, ¿de qué estás hablando?

—La chica, la que has mandado... Henutsen —le explico tomando asiento frente a ella.

—Ah sí que, una espía —asiente con los ojos brillantes y cuando suelta una carcajada, me quedo consternada.

—¿Qué es lo que te da tanta risa? —le pregunto pero solo obtengo más carcajadas.

—¡Oh, cielos, no puedo creer que te haya dicho eso! —aúlla sosteniendo su estómago con el tintineo de las pocas y delgadas pulseras que le adornan—. Ella no es un espía. ¡Dioses! Es una chica normal, sin entrenamiento ni nada parecido, pero eso si, es muy inteligente y sabe escuchar.

—¿Por qué ha ido? Yo no la solicité.

—Cassius considera que debes de tener algo de apoyo... confiable. Alguien en quién encontrar resguardo y no levante sospechas —me explica ofreciéndome una cuenco con fruta la cual declino—. Además, estoy preocupada, Tisza. Al igual que él. Esos príncipes..., no deberían de estar aquí. Mi familia por algo huyó hace mucho de ellos. Por algo la familia de Henutsen también lo hizo. Y el que estés tú en su presencia, viviendo con ellos..., no lo sé. Pero te entenderé si me pides que la retire.

Pienso en sus palabras y reconozco que está en lo correcto.

Henutsen puede pasar desapercibida si se convierte en mi persona de confianza, en cambio con Bes...

—Bien, aceptaré su ayuda, pero no los mantendré informados. No sé qué tan peligroso sea esto, pero no los expondré. Además, debes tener completamente la cabeza en la boda —veo como el rostro de Freyha se colorea y sonrió de lado—. Así que..., ¿cuándo es el gran día?

—No estoy muy segura de si habrá una. Mi padre sigue sin darnos su apoyo, y eso que Cassius lo ha bañado en un sin fin de obsequios —suspira escandalosamente—. Hasta me sorprende de que no esté lleno de problemas económicos a estas alturas.

—Cassius puede ser muy perseverante y muy...

—Es un cabezota. Eso es lo que en verdad es —dice negando con la cabeza mientras se echa a reír—. Pero aún así creo que le amo.

—¿Qué si lo amas? ¡Por los dioses! Los dos se adoran. Son como...

—Ya sé, somos un par de tontos que quieren estar juntos para siempre.

—Son increíbles —concluyo desestimando sus palabras—. Y en verdad me alegro de que Cassius haya encontrado a la persona correcta, me alegro de que tú seas esa persona.

—A veces llego a olvidar que prácticamente se consideran familia —su comentario es sarcástico pero sé que solo lo hace para ocultar el temblor de su voz y las lágrimas que se asoman en sus ojos que en estos momentos se ven como las aguas más claras del Nilo en un día soleado.

Sus ojos siempre me han causado conflicto, nunca he logrado describir de qué color son.

—Tú también eres como de mi familia. Nunca lo dudes —le aseguro tomando su mano y apretándola delicadamente—. Hablando de familia, ¿qué sabes de Martell? Ese día sólo dijiste que es amigo de tu familia, ¿otro espía tal vez?

—¿Martell? —bufa y me alivia ver cómo vuelve a romper en una carcajada—. ¡Que los dioses nos salven! No, Martell solo es..., Martell. Su padre y mi padre son grandes amigos, como ya te había dicho, pero con esos ojos...

—Son impresionantes —asiento—. El azul de sus ojos parece chispear volviéndolos..., como fuego. Un fuego muy ardiente. Y al combinarla con esa piel...

—Lo sé, es un gran admirador entre las chicas. Me sorprende que no esté enredado con una para este momento.

—Bueno, estoy muy segura de que alguna ya cayó. ¿Y tú nunca...?

—¿Martell y yo? —exclama y vuelve a reír con ganas—. Hoy en verdad estás muy graciosa, Tisza. No, nunca me sentí atraída por él. Y antes de que lo preguntes, no, él tampoco está enamorado de mí ni nada. ¿Qué traes ahora con los visitantes? ¿Crees que Martell va a intentar algo conmigo?

—Bueno, yo..., la verdad no sé qué pensar. Con lo de Maat y Dakarai mi mente parece estar confabulando cada cosa descarada.

—Por cierto, ¿cómo van las cosas con Kosei? ¿Sigue siendo un dolor de muelas?

—Pues últimamente no le he visto, y con lo de la chica, en verdad he estado ocupada.

—Tú siempre pareces estar ocupada —niega, levantándose pero su tono no es de reprimenda, sino, compresivo—. Debe de ser agotador.

—Eso sin mencionar que ya viene el cumpleaños de Maat —suspiro—. Estaba pensando en hacer una fiesta de disfraces.

—¡Eso es maravilloso! Puedes hacerla aquí —asiente con fuerza—. Podría ser mágico y extravagante.

—Como mi hermana —asiento riendo—. Me parece bien. Vendré en unos días para aclarar los detalles, por el momento, tengo que irme.

—Seguro, no te preocupes —asiente bebiendo de su copa—. Hasta luego, Tisza.

—Nos vemos, Freyha —asiento cubriéndome con la capucha los arreglos lista para irme—. Y gracias.

El pergamino de Tisza. [J.R. 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora