Capítulo 50

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—Tisza, no. —me detiene Amun y más lágrimas corren por mis mejillas sin control—. Debes regresar, esto no será bueno. Tu padre te estará buscando. Y los guardias te han visto de este lado del palacio. Si saben que han escapado por aquí, te meterás en problemas.

—Amun..., no puedo —susurro con los ojos empañados por las lágrimas y mientras miro su rostro, mi cuerpo negándose a dejar de temblar—. ¿Cómo...? ¿Cómo llegaste aquí? ¿Qué estás...?

—Te prometo que te explicaré todo más tarde, pero debemos irnos. —insiste y sin poder evitarlo, me lanzo sobre él.

Mis brazos le envuelven con fuerza mientras apoyo mi mejilla sobre su pecho y mientras los temblores me sacuden, siento sus brazos caer sobre mi, protegiéndome.

—Tisza...

—No puedo hacerlo en estos momentos. No puedo... —digo una y otra vez y Amun al ver el estado deplorable en el que me encuentro, me alza del suelo y comienza a caminar conmigo en brazos.

La sensación es reconfortante mientras continúo llorando, y todo a mi alrededor parece convertirse en niebla ya que en el momento en que nos topamos con los guardias, sólo veo borrones de rostros que me gritan y tratan de hablar, pero simplemente no les escucho.

Mi cerebro no tiene más cabida que para el dolor y la pérdida de mi hermana. Un dolor en mi corazón es tan intenso que opaca todo a mi alrededor.
Estoy en un lugar donde solo existen las lágrimas y el dolor y nadie es capaz de sacarme de este rincón oscuro.
Nadie salvo el chico que me lleva cargando.

No sé cuánto tiempo más permanezco en los brazos de Amun, pero cuando una sacudida que logra hacer que mi corazón trastabille me regresa a la realidad me doy cuenta que hemos llegado a mi habitación y estoy sobre mi lecho.

—¿Tisza? —escucho que alguien dice mi nombre pero es igual, todo se escucha deforme y sin sentido.

Como si estuviese bajo el agua.
Trato de ver algo más allá de la niebla de mis lágrima y tras parpadear repetidas veces, el rostro de mi nana aparece, pero de sus labios, no escucho nada. Solo veo que se mueven una y otra vez.

—¿Tisza? —escucho a lo lejos que alguien me llama y suena como la voz de mi hermana.

Pero es imposible.

Ella me ha dejado.

Más lágrimas amenazan con salir, pero mis ojos duelen.

—¿Tisza? —susurra Amun pero no tengo fuerzas para hablar.

Me dejo caer sobre las mantas y ahí me quedo tendida.
Respirar cuesta, hablar es imposible.

Mi corazón sangra.

Mi corazón fue arrancado.

Y mi familia...

—¿Tisza...? —vuelve a preguntar alguien y simplemente niego con mi cabeza y cierro mis ojos.

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El pergamino de Tisza. [J.R. 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora