Capítulo 23

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«Príncipes otomanos.»

La palabra resuena con fuerza en mi mente mientras entramos a la habitación.

Mi corazón truena con fuerza en mi pecho mientras observo a los hermanos, y cuando Dakarai ríe por algo que ha dicho Cassius, y veo a mi hermana acompañarle, mis nervios han florecido.

Los persas son una amenaza latente en estos tiempos, y sé que varias naciones están preocupadas por la situación.

Y hasta donde he alcanzado a hojear en algunos pergaminos con las noticias que le traen a mi hermana y a mi padre, los otomanos han logrado mantenerse fuera del alcance de los persas.

Y aunque han logrado adquirir varias tierras a base de guerras y saqueos, esto no ofrece una garantía de que podrán mantenerse a flote tras una guerra contra el Imperio.

Y creo que ellos piensan lo mismo, si es que sus príncipes están aquí para estrechar lazos con nuestra nación.

Si han venido a hacer un acuerdo, y buscan que Egipto participe en sus guerras, tendrán que mandar más que arcas repletas de oro y joyas para convencer a mi padre.

Sé cuánto le ha costado a mi padre mantener a nuestra nación fuera del radar de los persas, pero si los otomanos buscan generar una alianza y logran obtenerla, la noticia volará.
Y espero que tanto mi padre como mi hermana estén al tanto de todo esto y puedan desplazarlo lo más que puedan.

Porque eso no sería algo bueno para la nación. Y si ellos aún no se han ido es porque no han obtenido lo que quieren de mi padre. Y espero que así se mantenga. Y antes esta idea, una parte de mi se siente aliviada al saber que mi padre no caerá muy fácil. Porque sé que no sedera ante los otomanos.

La risa de mi hermana me saca de mis cavilaciones y cuando mi mirada se posa en ella, veo como ríe con fuerza ante algo que Dakarai ha dicho.

Pero, ¿qué pasaría si la futura faraón se enamora del príncipe extranjero? ¿O una de sus princesas?

Una voz muy parecida a la de Kosei suena en mi mente con este pensamiento, y al comprenderlo, mi cuerpo se tensa. Sé que Kosei no tiene oportunidad conmigo, pero Maat...

Si Maat se enamora y decide casarse con Dakarai, los otomanos obtendrán la alianza que ellos tanto desean. Y con mi hermana casada con uno de sus príncipes, Egipto no podrá negar su ayuda ante una guerra.

Si Dakarai logra enamorar a mi hermana y logra que se case con él solo por obtener la alianza...

No, no. ¡Deja de pensar eso, Tisza!

Sacudo mi cabeza con fuerza tratando de deshacerme de este pensamiento, y mejor decido buscar algo que beber.

Mientras localizo una mesa llena de aperitivos y bebidas, trato de alejar mi mente de esto, pero el pensamiento parece haber echado raíces y convertirse en algo imposible de desechar.

Por como se han ido dado las cosas entre mi hermana y el príncipe en estos días, sé que no pinta nada bien.

Maat, la chica que nunca ha podido tener un respiro para conocer a un chico del modo que se debe, esa chica que nunca pudo ser libre, ha encontrado un respiro en el príncipe otomano. Y conozco demasiado bien a mi hermana, o creo conocerla lo suficiente para saber qué ha perdido la cabeza por él.

Las cosas se están dando demasiado rápido entre ellos, y me preocupa que esto sea algo más que una simple aventura.

Y sé que Dakarai lo sabe.

Puede que los sentimientos que él dice profesarle a mi hermana sean verdaderos, y en verdad haya comenzado a amarla y a enamorarse, pero por otra parte, pueden ser un completo engaño.

He visto a varias amigas caer por jóvenes como estos, y a pesar de que los sentimientos que he visto demostrar a Dakarai, su actitud y comportamiento se han visto totalmente sinceros, me duele admitir que no le conozco lo suficiente.

Y creo que mi hermana tampoco.

Y en verdad no quiero verla con el corazón roto. No con tantas cosas pasándole últimamente con todo esto del posible cambio de heredero.

—¡Vaya! Que expresión tienes, hermanita —Maat se acerca hasta mi y sonrío en verdad contenta al ver el ligero rubor que cubre sus mejillas—. ¿Pensando en cosas tristes?

—Algo así —admito pero me niego a seguir por este camino. Al menos no con Maat a mi lado—. No importa. Son cosas mías. Pero Maat, tenemos que hablar.

—¿Oh? —sus cejas se levantan con gracia y cuando sus labios abandonan la copa, su expresión se ha apagado—. ¿Estás bien? ¿Qué te tiene así?

—Creo que este no es un buen momento para hacerlo, ni el lugar —niego, acercándome a ella—. Pero... en verdad me gustaría hablar contigo. ¿Nos vemos hoy en mi habitación?

—Claro —asiente y cuando veo que Kosei se levanta y comienza a caminar hacia nosotras, me tenso.

—Ten cuidado, Maat —disminuyo el volumen de mi voz mientras susurro en su oído—. Incluso con Dakarai. Por favor... solo ten cuidado, ¿sí? Te prometo que te contaré todo esta noche.

—Bien, bien, señora misterio —bromea y a pesar de su tono divertido distingo la seriedad escondido en el—. Cuidado, Tisza. Ahí viene tu pequeño admirador secreto.

Escucho su risa cuando se separa de mi dejando un espacio a mi lado listo para que Kosei lo tome, y mientras espero al chico, mi mente ya está trabajando en todo lo nuevo.

No pondré el futuro de Egipto ni la vida de mi hermana ni la de mi padre en las manos de un imperio que no ofrece la garantía de salir victoriosa siempre que la ocasión se presente.
Y aunque me cueste hasta el alma, llegaré a la verdad sobre los hermanos y sus intenciones con Egipto.

El pergamino de Tisza. [J.R. 2] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora