Tallé mis ojos al ver la hora en el reloj de mi muñeca. Marcaba las cuatro empunto, así que era hora de irme. Me levanté del asiento, quité mi bata y la doblé.
—'El doctor moja panties', ese es mi nombre —me reí de mi propia estupidez—. Mamá está orgulloso de ti.
Como el día había estado frío, decidí colocarme una sudadera beige que traía en mi mochila, que combinaba perfectamente con mis zapatillas de cuero sintético del mismo color y pantalón de mezclilla.
Salí del consultorio para poder dirigirme al ascensor, que me llevaría hasta planta baja donde estaba la salida del hospital. Jane se había ido al mediodía porque tenía dolor de estómago, así que no tenía a nadie a quién esperar.
Pero sí había alguien esperándome. Era John. Estaba detenido cerca de mi auto con los brazos cruzados y una sonrisa. Tenía una camisa polo de color blanca con líneas diagonales azul, pantalón negro y tenis blancos.
Estaba hablando con Noora, quien seguramente había acabado de salir. Llevaba su típica prenda de enfermera, pero esta vez de color rosa.
John estaba sonriéndole.
—¡John! —me acerqué a ellos con el ceño ligeramente fruncido—. ¿Qué haces aquí?
—Hola, Paul —se sonrió—. Estaba esperándote para salir, si es que no te molesta, claro.
—No, no. No me molesta. ¡Ah, Noora! —me digné a mirarla—. ¿Cómo estás? No te había visto.
—Hola —me saludó con un beso en la mejilla, y luego pasó una mano por mi espalda, la cual aparté en seguida—. Estaba hablando con John. Nos encontramos por casualidad.
—Ah, sí. Ya veo. ¿Ya nos vamos?
—Claro, claro —John asintió, miró a Noora y le dijo—: Gusto verte otra vez.
—Igualmente.
Abrí la puerta de piloto con cierta destreza y me adentré al compás de John, quien comenzó a colocarse en cinturón al igual que yo. Luego de eso encendí el vehículo y lo puse en marcha en dirección a una cafetería.
—Tengo cuatro cosas qué preguntarte, John.
—¿Y cuáles son? —me miró.
—La primera es: ¿¡por qué si estás enfermo no estás abrigado!? ¿¡Acaso no sabes que el clima está frío!?
—Olvidé mi suéter en casa. Siempre lo llevo en el auto, pero lo llevé al taller por la liga de los frenos, así que no tengo.
Para su suerte tuve que detenerme por el semáforo, así que aproveché para quitarme la sudadera que llevaba puesta, dejando ver la simple camiseta blanca con una imagen de una costa como diseño. Tuve quitarme el cinturón de seguridad por un momento para evitar enredos.
—Aquí tienes —se lo extendí—. Póntelo.
—Tranquilo, Paul. No es necesario.
—¡Qué te lo pongas, dije!
—Agh, está bien —en medio de una risita se quitó el cinturón y procedió a colocarse el suéter. Para ese entonces el semáforo había cambiado, así que volví a retomar el rumbo del camino—. Gracias por preocuparte por mí.
—De nada. Ahora, la otra pregunta: ¿cómo sigues del resfriado?
—Estoy mucho mejor —contestó, colocándose de nuevo el cinturón—. Desde ayer. Pero estornudo de vez en cuando.
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Forgive us ➳ McLennon
Fanfiction"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti." Nota: No pretendo hacer burla a la iglesia católica, ni mucho menos ofender a los creyentes. Está prohibida y penada la reproducción total o parcial de esta obra (texto, ilustraciones, diagramación)...