Habíamos terminado el helado acompañado de un agradable recorrido por el extenso parque que se divisaba ante nuestros ojos. Estuvimos conversando acerca de nuestros pasatiempos favoritos, gustos y temas triviales.
John resultó ser alguien sumamente interesante, a mí parecer. Amaba dibujar y leer, y leer La Biblia, por supuesto.
—¿Vendrás a misa el próximo domingo?
Me ahogué.
—Estuve metido en esa cosa que llaman iglesia por cuatro horas... ¿acaso no es suficiente?
Los ojos pequeñitos de John se abrieron con una expresión de horror, que sin duda me hizo reír un poco.
—Eso no es misa —explicó—. El primer domingo de cada mes, se decidió hacer un pequeño servicio en la iglesia para atraer a personas para que escuchen de la palabra de Dios. Por eso duró tanto. La misa son dos horas, cuando mucho.
—Ah, atraen gente para apresarlos e imponerle restricciones. Qué lindo es el catolicismo, ¿verdad? Y perdón si te ofendí.
—No me ofendes a mí, ofendes a Dios.
—¡Dios no es una iglesia católica! —espeté. Luego bufé—. Como sea, no quiero caer en temas religiosos contigo.
John carcajeó un poco. En ese momento pasamos al lado de unos niños que estaban jugando futbol. Accidentalmente la pelota se interpuso en nuestro camino, y él sin más, la pateo. Lo que me impresionó es que logró anotar un gol, logrando que los niños rieran de forma divertida y lo miraran con admiración.
—¿Fue suerte?
—No tengo suerte, sino bendición de Dios. Son dos cosas muy distintas.
—Como sea —rodeé los ojos—. ¿Practicas futbol?
—No lo sé, tú dime.
—Quiero decir —carraspeé; él mantenía su mirada puesta sobre la mía de forma pacífica, y una sonrisa imborrable en sus delgados labios—: lo hiciste muy bien. Se puede decir que perfecto. Yo hago eso y pateo todo, menos el balón.
—A veces juego. Te lo acabo de decir hace como dos horas en la oficina.
—¡Cierto! Me dijiste que lo hacías por hobbie.
—¿Mañana te toca trabajar, no? —preguntó. Nos encaminábamos hacia la salida de lugar, luego de recorrerlo casi por completo.
—Sí. De ocho a cuatro.
—Tu horario es muy flexible, ¿no?
—Sí, trabajo martes, miércoles de ocho de la mañana a cuatro de la tarde; y los viernes de seis a seis de la mañana. Aunque a veces me toca trabajar desde el jueves en la noche hasta el sábado en la mañana, sin descanso. Pero eso ocurre cuando el de turno no puede. Cabe destacar que es un irresponsable, así que lo hago como dos veces al mes, a cambio de un extra en mi suelo que no me va mal.
—Cielos —él me miró sorprendido, arqueando sus dos cejas gruesas—. Es complicado.
—Sí —bufé—. Pero, bueno, me gusta hacerlo. ¿Y por qué tú no ejerces tu profesión de contaduría?
—Lo hago. Soy el secretario del tesorero de la iglesia, y juntos administramos todo lo que entre y sale.
—Mm, lo que entra y sale.
—Corrompes mi mente. ¿Debería reprenderte ahora?
—¿Yo? —me reí—. Yo no estoy diciendo nada. Eres tú el que tienes una mente pecadora
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Forgive us ➳ McLennon
Fanfiction"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti." Nota: No pretendo hacer burla a la iglesia católica, ni mucho menos ofender a los creyentes. Está prohibida y penada la reproducción total o parcial de esta obra (texto, ilustraciones, diagramación)...