Capítulo XLVII

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   El sentimiento de culpa volvió a mí cuando mi cerebro proyectó las imágenes del encuentro sexual con Linda.

   Apreté los ojos, al tiempo que me quitaba la bata de mi cuerpo. Eran las seis de la mañana de un sábado, así que ya iba a casa para descansar o al menos intentar hacerlo.

   Luego de tener sexo con ella el día jueves, no pude hablar mucho con John al día siguiente. Me sentía culpable.

   Cuando dejé ver mi camisa polo amarilla con una línea blanca —que resaltaba de mi pantalón de mezclilla y mis zapatos de cuero sintético—, guardé la bata en mi mochila y me dispuse a ir hacia la salida.

   Subí a mi auto y conduje hasta casa. Estaba soñoliento y tremendamente cansado; la guardia había sido ardura y sólo había dormido un par de horas en mi silla de escritorio. Por ese motivo quería llegar rápido a la casa, así que conduje lo más rápido posible y evadí la mayoría de los autos que se atravesaban en mi camino.

   Lo primero que hice al abrir la puerta fue ver a Mary correr hacia mí. Llevaba puesto un conjunto rosado y el cabello húmedo. Se abalanzó sobre mí y me dio muchos besos en la mejilla; yo también le di bastantes.

   —¡Papá, llegaste! —sonrió emocionada; yo todavía la sostenía entre mis brazos—. ¡Hoy me levanté temprano para esperarte! Y yo solita me bañé y te preparé cereal. Mamá me ayudó, pero shhh, no le digas que yo te dije.

   —¿Ah, sí? Gracias, preciosa —le di otro beso en la mejilla, al tiempo que me dirigía hacia el sofá—. Yo te traje algo delicioso.

   —¿¡Sí!? ¿¡Qué me trajiste!?

   Cuando me senté en el sofá, vi que sobre la mesita de vidrio que estaba al frente yacía un tazón con cereal y leche, además de varias hojas con dibujos.

   Abrí el primer bolsillo de mi mochila y de ahí saqué una barra de chocolate que había comprado el viernes. Estaba algo derretida, pero todavía consistente, pese a las horas que tenía dentro del bolso.

   —Para ti —se lo extendí—. Pero no te lo comas todo hoy, ¿sí?

   Su rostro se iluminó cuando miró la barra de chocolate con almendras.

   —¡Sí, papá! Gracias —me dio un besito—. ¿Te comerás el cereal?

   En realidad tenía sueño, pero quería complacerla comiéndome lo que me había preparado, así que tomé el tazón de cereal y comencé a comer.

   —Gracias, princesa. Está delicioso.

   Ella sonrió. En ese momento, Linda se apareció en la sala. Su cuerpo estaba envuelto en su albornoz y estaba cepillándose el cabello húmedo. Sonrió tímidamente, al tiempo que se acercaba a mí para sentarse a mi lado.

   —Buenos días...

   Luego del encuentro sexual, al menos yo me sentía algo incómodo. Ella también, pero no tanto: me dio un corto beso en los labios y luego me acarició el cabello.

   —Pareces cansado... —murmuró, mirándome a los ojos—. ¿Fue una jornada dura?

   —Sí —asentí, llevándome a mi boca otra cucharada de cereal—. Mmh, Mary me preparó cereal.

   Linda carcajeó. Se apegó un poco más a mí y la miró: ella estaba coloreando y comiéndose un trocito de chocolate.

   —Mi vecina ya embaló las cosas y las envió acá. El dinero se le hizo efectivo en su cuenta ayer en la tarde, así que lo hizo de una vez. Llega el otro viernes.

Forgive us ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora