Capítulo IX

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   Abrí mis ojos por inercia y soltando un bostezo de por medio; logré sentarme en la cama para poder ver la hora: nueve de la mañana.

   Era lunes, así que no había problema alguno por levantarme tarde. Tampoco tenía intenciones de salir con nadie. Apagué mi móvil en la noche para que ninguna chica me molestara con invitaciones tontas. ¿Qué no podía tener un día sin seducir?

   No obstante me levanté de la cama y me dirigí al baño para darme una ducha, pensando que más tarde podría salir al abasto para comprar algo o ir a casa de mis papás para molestar a Mike, luego de que llegara de la escuela.

   El baño de agua tibia no duró más que diez minutos, y al estar listos enrollé la toalla en mi cintura. Justamente cuando iba en dirección a mi recámara, el timbre de casa sonó.

   —¡Un momento!

   Lo pensé dos veces antes de ir abrir así, pero no podía hacer esperar a quién fuera que estuviese detrás de la puerta. Sin más, bajé las escaleras a paso rápido y cuando estuve frente a la puerta, la abrí.

   Era John. Vestía un suéter negro de tela fresca y mangas encogidas hasta el codo, pantalón gris ligeramente ajustado que le hacía realce a sus torneadas piernas; y botines negros muy bien brillantes.

   —¡John!

   —Lamento si interrumpí o interrumpo algo —dijo, luego de mirarme—. Es que como no contestabas ni mis mensajes, ni mis llamadas, pues creí que te había pasado algo o no lo sé. No llamé a tus papás, sino que vine para verte y asegurarme de que estés bien y... ¿Estás con una chica?

   —No, no. Para nada. Acababa de salir de bañarme. Pasa.

   Me hice a un lado, y él pasó. Cerré la puerta, ajusté el nudo de la toalla y lo invité a que se sentara sobre el sofá negro de cuero sintético que tenía un cojín de corazoncito y otro de osito panda.

   —Ah, qué lindo —sonrió al verlos, al tiempo que presionaba su dedo índice sobre ellos.

   —Fue un regalo de Mike por mi cumpleaños antepasado. ¿Ves por qué me cae mal?

   John contuvo una risita.

   —¡No te burles! Por eso es que le regalé su vídeo-juego favorito sin el CD, y luego se lo di a las dos semanas.

   —Qué malo eres.

   —¿¡Malo!? —me defendí—. ¡Mike es el malo! ...Y, bueno, las dejé ahí porque me parecieron lindas, es todo.

   —¿No deberías ir a ponerte algo de ropa y...

   —... luego ir a algún lugar juntos?

   Él sonrió.

   —Me agrada la idea.

   —¿No tienes que ir a la iglesia? —formulé, dirigiéndome hacia las escaleras sin darle la espalda.

   —En la tarde.

   —¿Y no tienes que verte con tu mejor amigo? Digo, como es tu mejor amigo del alma, pues creí que irías a verlo porque... es tu mejor amigo de todos los tiempos. No creí que fueras a preferir estar conmigo, que sólo soy tu amigo y no tu mejor amigo, por andar con el que sí es tu mejor amigo.

   Su ceño se frunció ligeramente.

   —¿Qué dijiste?

   —Olvídalo. No tardo.

   Dicho eso le di la espalda y me apresuré a subir los escalones con suma rapidez. De esa misma forma me adentré a la recámara, para poder buscar algo de ropa para poder vestirme.

Forgive us ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora