Le metí la lengua hasta al fondo, cerré mis ojos y me dediqué a disfrutar del beso exprés que duró como dos segundos.
Cuando me separé, él estaba completamente ruborizado; seguramente yo estaba del mismo modo, pese al calor sofocante que envolvía mis mejillas y orejas.
—¿Por qué... me b-besaste?
No supe que responder. No quería admitir que sus labiecitos delgados me provocaron ese impulso del que me arrepentía.
—No... sé.
Se limpió los labios con el cuello de su camisa blanca y se levantó enseguida, al tiempo que llevaba sus manos a la cabeza.
—¿Por qué haces ese tipo de cosas, Paul? Sabes que no me gustan. En serio, no me gustó que lo hayas hecho.
—Es que creo que... —me levanté de golpe; él aún no me miraba porque estaba de espalda, y al parecer no planeaba verme—. Tengo tiempo sin..., ya sabes y...
—Sí, pero de todos modos no debes hacer eso... Es bastante desagradable.
—Lo siento, John.
—Ya vete, por favor. No quiero hablar contigo ahora, tampoco quiero verte.
Sin decir más nada, tomé mi móvil que reposaba sobre la mesita de vidrio frente al sofá y caminé hasta la salida. Antes de abrir la puerta, lo miré, pero él seguía de espalda y con sus brazos cruzados, así que opté por desaparecer de ahí.
Abrí la puerta del auto, me subí y pasó un par de segundos para que me dignara a girar la llave para encenderlo. Pero antes de hacer eso, miré mi rostro en el espejo alargado que estaba delante de mí.
Me sentí realmente estúpido. Descargué el peso de mi cabeza sobre el volante y golpeé mi frente varias veces, mientras mi mente sólo repetía la frase: "Eres un estúpido. Besaste a John. Lo arruinaste todo. Eres un estúpido. Besaste a John. Lo arruinaste todo."
—Ay, no. ¿Qué hice?
Al recordad el pequeño diálogo que habíamos tenido minutos atrás, mi corazón se estrujó un poco más de lo que ya estaba.
Me había afectado tanto el hecho de que mi beso le hubiera parecido desagradable, que mis ojos no tardaron en nublarse.
—¿Por qué eres tan estúpido, Paul? Ya deja de llorar por eso, pareces tonto...
Pero no, ni miles de palabras de aliento iban a quitarme la horrible sensación que llevaba incrustada en mí.
***
Hice una mueca al ver la comida de mi almuerzo y la aparté. Era lasaña y se veía deliciosa, pero la última cosa que quería hacer era comer.
—¿No te lo vas a comer? —George miró mi comida, al tiempo que su lengua se deslizaba por su boca. Cuando negué con la cabeza, enrolló aún más las mangas de su camisa verde menta y tomó el planto—. ¡Genial! Yo quedé con hambre.
Apoyé mi mejilla de la palma de mi mano, y tomé mi carnet que indicaba que laboraba en el hospital. Vi mi bella foto, deslicé el dedo por encima de la superficie lisa y suspiré.
—¿Qué tienes? ¿Estás bien?
Sacudí mi cabeza en negación. El sólo recordar lo que me había pasado el día anterior hacía que mis ojos se cristalizaran.
—No, no estoy bien —musité, mientras juagaba con los pliegues de mi camisa polo de un tono azul verdoso con un línea recta de color negro que combinaba con el resto de mis prendas—. Por eso me voy a casa. ¿Puedes atender mis pacientes hoy? Son pocos, solo tres.
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Forgive us ➳ McLennon
Fanfiction"Padre, he pecado contra el cielo y contra ti." Nota: No pretendo hacer burla a la iglesia católica, ni mucho menos ofender a los creyentes. Está prohibida y penada la reproducción total o parcial de esta obra (texto, ilustraciones, diagramación)...